Enlace Judío – Un gran asteroide se dirige a la Tierra a finales de enero. Es poco probable que impacte contra nuestro planeta, pero en caso de hacerlo, podría causar una destrucción mucho mayor que una bomba atómica, según los cálculos de la NASA, informó The Jerusalem Post.

Conocido como 2017 XC62, se estima que tiene un tamaño de 84 a 190 metros y pasará por nuestro planeta el 24 de enero a una velocidad de unos 4.31 kilómetros por segundo. Es poco probable que impacte, ya que se espera que vuele a más de 7 millones de kilómetros de la superficie de la Tierra. A modo de comparación, esta distancia es 18 veces mayor que la que existe entre la Tierra y la Luna, que es de unos 384,000 kilómetros.

El tamaño máximo estimado del asteroide es de 190 metros de diámetro.

La última vez que un gran asteroide chocó contra el planeta fue en 2013 en Rusia, cuando un asteroide de 17 metros explotó en la atmósfera.

Pero el último impacto de un asteroide tan grande fue en 1908 sobre el río Podkamennaya Tunguska, en Rusia, en lo que ahora se conoce como el evento de Tunguska.

Se cree que este asteroide tenía más o menos el mismo tamaño que el 2017 XC62, si no más pequeño.

Al estallar, produjo una enorme explosión de 12 megatones, causando una destrucción a lo largo de miles de kilómetros. Eso la haría unas 800 veces más potente que “Little Boy”, la bomba atómica de aproximadamente 15 kilotones detonada durante la Segunda Guerra Mundial sobre Hiroshima, y 600 veces más que “Fat Man”, de 20 kilotones detonada sobre Nagasaki tres días después.

El evento de Tunguska causó la muerte de tres personas, debido a que ocurrió en una región remota y poco poblada. Sin embargo, cerca de 80 millones de árboles fueron aplastados por vientos de unos 27 km por segundo. Los temblores y las ondas se sintieron incluso en lugares tan lejanos como Washington e Indonesia.

Testigos presenciales describieron la aterradora explosión, los fuertes vientos y los temblores.

“El cielo se partió en dos y el fuego apareció a lo alto y ancho sobre el bosque”, comentó un hombre que se encontraba a unos 65 kilómetros al sur de la explosión.

“La división del cielo se hizo más grande y todo el lado norte se cubrió de fuego”, dijo. “En ese momento me acaloré tanto que no podía soportar. Era como si mi camisa estuviera en llamas; desde el lado norte, donde estaba el fuego, llegaba un fuerte calor. Quise arrancarme la camisa y tirarla al suelo, pero entonces el cielo se cerró, sonó un fuerte golpe, y fui lanzado unos metros. Me desmayé por un momento, pero luego mi mujer salió corriendo y me llevó a casa.

“Después surgió un ruido semejante, como si cayeran rocas o dispararan cañones; la Tierra tembló, y cuando estaba en el suelo, apreté la cabeza, temiendo que las rocas la destrozaran”, dijo. “Cuando el cielo se abrió, el viento caliente corrió entre las casas, como si fueran cañones, que dejaron huellas en el suelo como caminos, y dañó algunos cultivos. Más tarde vimos que muchas ventanas se hicieron trizas, y en el granero, una parte del cierre de hierro se rompió”.

El evento de Tunguska es el más grande de la historia, aunque se produjeron otros más grandes en la prehistoria, y es una de las mayores explosiones jamás registradas, mucho más potente que muchas bombas nucleares.

Si impacta, el 2017 XC62 podría causar algo similar.

Según una investigación del Instituto de Ciencia Davidson, la rama educativa del Instituto de Ciencia Weizmann de Israel, si impacta en la Tierra, un asteroide de más de 140 metros de diámetro liberaría una cantidad de energía al menos mil veces mayor que la energía de la primera bomba atómica. Algo incluso mayor, más de 300 metros de ancho como el asteroide Apophis, podría destruir un continente entero. Un asteroide de más de un kilómetro de ancho podría desencadenar un cataclismo mundial.

Sin embargo, el 2017 XC62 no representa ningún peligro real para la Tierra, y la NASA confía en que nuestro planeta estará a salvo del impacto de un asteroide durante el próximo siglo.

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