¿Qué edad tendríamos si no supieramos la fecha en que nacimos
y no hubiera calendarios para recordárnoslo cada año?”

Enlace Judío México e Israel- El sexo puede declinar en las décadas finales de la vida. Pero para quienes lo siguen practicando, puede ser el mejor de su existencia.

La periodista norteamericana Maggie Jones publicó en el New York Times un excelente trabajo acerca de la vida sexual en la llamada “tercera edad”.

Es natural que el sexo disminuya con la edad; en las mujeres se produce menos estrógeno, que puede provocar menos lubricación vaginal y dolor y tanto en hombres como en mujeres, los niveles de testosterona disminuyen. En ellos se presentan los problemas de erección.

En un estudio realizado por médicos geriatras y ginecólogos de la Universidad de Chicago se encuestaron a más de 3000 adultos mayores, solteros y con pareja sobre el sexo (que se definió como “cualquier actividad mutuamente voluntaria con otra persona que implique contacto sexual, con o sin coito y orgasmo”).

Encontraron que, de los participantes de 65 a 74 años, el 54% había tenido relaciones sexuales, por lo menos una vez durante el año anterior. Del grupo de 75 a 85 años, el 26% lo había hecho y de los de 57 a 64 años, fueron 73%. Uno de los factores determinantes fue el hecho de si la persona tenía pareja o no.

Respecto de las personas mayores, sucede algo paradójico

Conforme los mundos se van reduciendo, con el retiro y la disminución de la capacidad física que limita algunas actividades, se va contando con más tiempo y disposición para gozar placeres significativos de la vida, entre los que puede y debe estar el sexo, pero este necesita reinventarse y expandirse, incluyendo más caricias, besos, masajes eróticos, juguetes sexuales, sexo oral, etc. Y esto, no es común que pase.

Médicos y terapeutas hablan poco o nada de sexo con sus pacientes. En el caso de los hombres, si acaso, prescriben Viagra o Cialis, como si la vida sexual solo implicara el coito y con respecto a las mujeres, ofrecen poca información acerca de temas como la penetración dolorosa o la resequedad vaginal.

Amantes Extraordinarios

Pero ahora que la generación de la posguerra, los llamados “baby boomers”, nacidos entre 1945 y 1950 alcanzan los 70 años, se requieren cambios de puntos de vista importantes, tomando en cuenta que esa generación vivió la revolución sexual de los 60s y 70s.

En el estudio mencionado se encontró un grupo de entre 75 y 85 años que dijo haber tenido relaciones sexuales en el último año; más de la mitad de ellos al menos dos o tres veces al mes y casi una cuarta parte, una o más veces por semana.

A estos últimos los denominaron “Amantes Extraordinarios”, personas para quienes la vida sexual fue mejorando con el paso de los años. Esto quedó plasmado en el libro “Sexo magnífico: Lecciones de Amantes Extraordinarios”

Uno de los investigadore comentó “¿Quiénes son las personas ideales para entrevistar sobre el tema del sexo satisfactorio si no aquellos que lo llevan practicando por mucho tiempo?

“No eres una persona en una situación, Tú eres la situación”

Además del innegable placer, obtenían los otros beneficios derivados del sexo; fortalecimiento del sistema inmunológico, mayor claridad mental y capacidad cognitiva, salud cardiovascular y menos probabilidad de cáncer de próstata en los hombres, además de más calidad de sueño, reducción de estrés y mejor estado emocional.

Es importante redefinir el concepto de sexo en esta etapa y evitar que se prioricen los objetivos, como la erección, el coito y el rendimiento y también dejar de centrarse en la disfunción, cambiando el foco hacia los aspectos independientes de factores como la edad, la salud, el nivel socioeconómico, centrándose en aquellos que hacen del sexo una experiencia profundamente satisfactoria.

Para esto, se realizaron entrevistas a grupos de personas de entre 60, 70 y 80 años, cuyas vidas sexuales habían mejorado significativamente con el tiempo.

En general, comentaban que al llegar a los 40s se habían dado cuenta que sus vidas sexuales eran poco satisfactorias y que, si querían que mejoraran, debían de comprometerse y tomar riesgos para mostrarse “desnudos, literal y emocionalmente”

Decían que a medida que maduraban tenían más claro lo que querían y estaban más dispuestos a hablarlo con sus parejas, ampliando sus puntos de vista y compartiendo los miedos y tabúes que tenían, resultado de la falsa información de los medios y de la pornografía que presentaban al sexo como algo rápido y fácil.

Varios de los integrantes tenían padecimientos y discapacidades y esto fue lo que en muchos casos los orilló a replantearse sus ideas sobre el sexo, a abrirse y a experimentar. Un hombre comentó que, a pesar de que no tenía ni erecciones ni orgasmos, “el sexo para él era mucho más intenso que nunca”.

Sin distinción de edad, lo que manifestaban de manera unánime fue que trataban de ponerse en “sintonía” con sus parejas, desacelerándose y participando totalmente. Lo llamaron “encarnarse” y lo describían diciendo “No eres una persona en una situación, Tú eres la situación”. Comentaban acerca de la importancia de crear el ambiente adecuado para el sexo, con música, sin celulares, limpios ellos y la habitación, etc. El objetivo no necesariamente era siempre tener la mejor experiencia, ya que hasta los amantes extraordinarios a veces tienen sexo meramente satisfactorio. Lo importante -decían- era tener “sexo que valiera la pena tener ganas de tener”

Vida sexual mediocre, pero aceptable

A las parejas que han estado juntas por 40 o 50 años, generalmente les es más difícil tratar el asunto del sexo que a las personas que han tenido más relaciones anteriores. Con el paso del tiempo, el sexo va disminuyendo y puede llegar a ser inexistente, aunque la relación siga siendo cálida y funcional. Otras parejas llegan a estancarse y a vivir vidas separadas, desconectadas emocional y sexualmente. Uno o los dos han tenido o quisieran tener una aventura y vivir fantasías sexuales que nunca pudieron expresar. Todo esto como resultado del miedo a dejar de ser relevantes sexualmente y perder esa parte de la identidad.

Al paso de los años, las parejas se hacen muchas concesiones, incluyendo aquellas relativas al sexo, llegándose a tener en muchos casos una vida sexual “aceptable” y en otros, el sexo dejó de importarles, dieron por terminada esa parte de sus vidas. Si esto está hablado y se ha llegado a un acuerdo, no hay problema, pero una de las quejas más comunes entre las parejas es la discrepancia en el deseo. Si esta no es importante, está bien, pero si casi siempre es la misma persona la que tiene la iniciativa, eta puede llegar a sentirse rechazada o no deseada mientras que la persona que dice que no y en consecuencia tiene el control, se va a sentir culpable. Esto se ha incrementado durante la pandemia, por la constante cercanía de las parejas, que a veces apaga el deseo.

En algunas etapas de la vida de la pareja, como cuando hay hijos que están creciendo, una vida sexual mediocre llega a sentirse como normal o “aceptable” pero se van produciendo pequeñas heridas que casi no se sienten y, que al cabo de los años llegan a sangrar como una tristeza acumulada.

La mayoría de las parejas entrevistadas dijeron que hubieran deseado invertir más en el sexo antes en sus vidas, haber tenido más comunicación e intimidad, para superar dudas y ansiedades sexuales y evitar llegar a vivir como si fueran hermanos, con un jugueteo ocasional.

“Cierra la puerta con cuidado y déjalos en paz”

En el norte de la ciudad de Nueva York existe una casa de retiro, Hebrew Home. Allí, una enfermera descubrió a dos residentes teniendo sexo. Fue de inmediato a reportarle al responsable del lugar y preguntarle qué debía hacer. El le respondió “cierra la puerta con cuidado y déjalos en paz”.

En esa institución promueven la intimidad sexual consensuada y la libre expresión sexual como derechos humanos, independientemente de sus orientaciones.

El personal se encarga de sentar juntas a las parejas románticas durante las comidas, surtir recetas de Viagra o tubos de lubricante igual que las de otros medicamentos y, si un residente lo requiere, le ayudan a acceder a un sitio de pornografía en su dispositivo electrónico. También, si alguien no alcanza su vibrador, se lo acercan y revisan que las baterías estén cargadas, como lo harían con las de un aparato para sordera.

Consideran que deben hacer todo lo posible por preservar los placeres a las personas mayores. “Si a los 95 años quieren más sal -dicen- hay que darles sal. Lo mismo con el sexo”.

Autosatisfacción

Es menos probable que las mujeres mayores tengan pareja, que los hombres, en una proporción de casi la mitad, por varias razones; una de ellas es que ellas viven en promedio cinco años más que ellos. Por eso, Los vibradores y la autosatisfacción (masturbación) pueden serles importantes.

Una educadora sexual dijo: “El sexo más constante será el de la historia de amor que tengas contigo mismo/a. Si la masturbación ayuda a superar la infancia, la pubertad, el romance, el matrimonio y el divorcio, también ayuda en la vejez”

Una mujer de 95 años comentó que nada reemplaza a la relación íntima con un hombre pero que su vibrador “la hace sentirse viva”, pues, aunque algunas partes de su cuerpo ya no funcionan bien, su respuesta sexual funciona perfectamente y cuando se despierta en medio de la noche, eso le ayuda a volverse a dormir.

Joan Price una mujer de 78 años que vive en el Valle de San Fernando en California fue maestra de una escuela secundaria y entrenadora de aerobicos, experta en salud y acondicionamiento físico. Ahora es una terapeuta sexual, autora de los libros “Mejor de lo que nunca esperé”,”Pláticas directas del sexo después de los 60” y “¿Desnudos a nuestra edad? Hablando claro del sexo en los mayores”.

Hace algunos años encontró la compañía de juguetes sexuales “Hot Octopuss” (El Pulpo Caliente”) y diseño para ellos la sección de“Sexo para mayores” en la que publican artículos acerca de sexo y envejecimiento, así como fotografías de personas de 60 y 70 años y productos para “vaginas y penes ancianos”, incluyendo hasta un vibrador para hombre que puede usarse sin que haya erección.

La sexualidad en la vejez tiene la misma importancia que en otras etapas de la vida. Para gozarlas se debe desechar mitos y prejuicios y promover y mantener, como también en todas las etapas de la vida, la comunicación.

Somos seres sexuales desde el primer hasta el último día de nuestras vidas.

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