Enlace Judío México e Israel– Las coaliciones de gobierno en Israel siempre han tenido un cariz ideológico. Se conformaron bloques de centro izquierda y luego, de centro derecha.

Una que otra vez, los componentes de la coalición eran algo encontrados, pero siempre se enmarcaban en los límites del bloque ideológico en cuestión.

Otras veces, pocas, a decir verdad, se conformaban bloques de partidos mayoritarios que podían sumar 61 escaños de apoyo, en aras de un criterio de unidad nacional.

Así, en cierta oportunidad, Ehud Barak sirvió de ministro de defensa de Benjamín Netanyahu.

Antes de la Guerra de los Seis Días, un gobierno de unidad nacional permitió el ataque preventivo sobre Egipto y Siria, luego contra Jordania, en una de las jornadas militares más importantes de la zona.

En esos momentos, la existencia física de Israel estaba en entredicho. Con menos de veinte años, Israel parecía destinado a sucumbir.

2021

En el 2021, Israel tuvo unas elecciones signadas por la convicción de varios sectores políticos de poner fin a la hegemonía de un primer ministro demasiado todo.

Demasiado capaz, demasiado querido y demasiado no querido.

Con varias causas abiertas en su contra y que amenazaban su propia capacidad de atender los asuntos de Estado.

Esto bajo las circunstancias propias de un Israel amenazado por Irán y su plan nuclear, por una pandemia que tomó al país casi como laboratorio en tiempo real para enfrentarla, con el tema palestino tan estancado como siempre.

Los logros en política exterior gracias a los Acuerdos de Abraham, en medio de un panorama tan convulso, aunque apreciados por todos, pasaron bastante por debajo de la mesa.

Una de las situaciones que ha promovido esta coalición de partidos con posturas ideológicas absolutamente enfrentadas en temas muy sensibles de la agenda nacional israelí, es la toma de decisiones pragmáticas.

Con muy poca ideología, buscando preservar la ética.

Decisiones tanto del gobierno como de la oposición. Unos para mantenerse en el poder, otros para desbancarlos.

El peso del voto árabe en esta coalición es importante.

Hace que el gobierno tome decisiones algo reñidas con respecto a sus convicciones, pero que le permiten preservar la coalición.

Allí está la complacencia con sectores beduinos, muy abandonados siempre, y muy al margen del estado de derecho con frecuencia.

También está el voto automático del bloque opositor para forzar perder cualquier votación de la coalición de gobierno.

Hace unos días, la ley de conscripción para la población ultraortodoxa no pasó.

Partidos árabes votaron a favor de ello en algo bien contradictorio respecto a sus posiciones fundacionales.

Claro, la idea no era alistar o no a los religiosos.

La idea era apoyar o no apoyar a la coalición. Pragmatismo electorero.

En algunos aspectos, la coalición votando pragmáticamente puede resultar positiva pero no acorde con los principios de todos los miembros de la coalición.

Al privarse del componente ideológico, es una de las pocas veces que el Estado de Israel actuaría en base a criterios menos restrictivos, quizás hasta contradictorios con ciertas formas de pensar de quienes conforman una coalición pragmática y no ideológica.

Justo al momento de escribir esta nota, se aprobó una comisión para investigar la adquisición de submarinos a Alemania. Una transacción que fue iniciada por el ex primer ministro Netanyahu.

No nos equivoquemos. Pragmatismo significa que la adquisición va, los submarinos son necesarios. Adquirir e investigar. Lo necesario primero.

Coalición pragmática a toda marcha.

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