Enlace Judío – “Dentro de un siglo, o dentro de dos, ¿cómo recordará el mundo a las víctimas aniquiladas por el Holocausto? ¿Cuál será el legado de los seis millones?”.

RABINO MOSHÉ PITCHON

Según estudios recientes, el 23% de las personas nacidas entre 1981 y 2012 creen que el Holocausto es un “mito” o que ha sido “exagerado”.

Seis de cada 10 personas en una reciente encuesta en Texas, por ejemplo, no pudieron nombrar un solo campo de concentración o gueto. A nivel nacional, el 63% de los encuestados no sabían que 6 millones de judíos fueron asesinados durante el Holocausto.

Muchos jóvenes estadounidenses desconocen lo que sucedió en el Holocausto o quién tuvo la culpa. ¿Qué razón tendrían para ser particularmente conscientes de la matanza de judíos cuando ha habido tantos otros genocidios -en Armenia, Camboya, Ruanda, Congo, Yugoslavia-, para nombrar sólo algunas de las atrocidades que demandan su atención moral?

Los judíos, sin embargo, sostienen que el exterminio de los judíos de Europa es único, no equiparable con otros genocidios.

El Premio Nobel Elie Wiesel, llegó a la conclusión de que el genocidio de los judíos de Europa presenta un desafío “tanto al conocimiento como la descripción” y no puede ser “explicado ni visualizado”. De hecho, “nunca será comprendido o transmitido”.

El asesinato de todo judío, sin ninguna otra razón que el nacimiento, escribió Wiesel, es efectivamente un “misterio” que “está fuera, si no más allá, de la historia”. Y, dado que “el mundo libre y ‘civilizado'”, según el escritor estadounidense de origen rumano, entregó a los judíos “al verdugo”, esta ruptura histórica merece la designación particular de Holocausto. Un Holocausto en su contexto religioso es una “ofrenda para ser incinerada”.

El Holocausto de los judíos fue perpetrado ante los ojos de las naciones “democráticas” del mundo, que no hicieron nada para detener la matanza aún ha sabiendas de lo que estaba pasando en los campos de exterminio.

Omítase la palabra “judío” y aún se requiere hablar de millones de seres humanos masacrados en los campos de concentración nazis. Debido a que el Holocausto no fue un mal moldeado exclusivamente en Alemania sino un mal creado por el fracaso de las naciones del mundo, es imperativo que la ubicación y el nombre de cada campo, el nombre de cada ser humano allí sacrificado, sea conocido y recordado.

Los judíos entienden que, para obtener alguna apariencia de significado de lo que es inexplicable, tienen que reconocer que han sido elegidos para ser testigos. El tan difamado y negado Holocausto es parte del esfuerzo del mal por convencer de que no existe. La tarea judía de ser testigos sirve como instrumento preventivo de la recurrencia de este “inexistente mal.” Es “una vara para medir las atrocidades contemporáneas y un sistema de alerta temprana para evitar los asesinatos en masa”.

Mantener la memoria del Holocausto ayuda a mantener vivas las consecuencias catastróficas que presentan para la humanidad cualquier teoría de superioridad racial, nacional, religiosa o ideológica.

El 1 de noviembre de 2005, bajo la iniciativa del entonces Ministro de Relaciones Exteriores del Estado de Israel, Silvan Shalom, la Asamblea General de la ONU adoptó la resolución 60/7 y designó el 27 de enero como Día Internacional de Conmemoración del Holocausto.

Se eligió la fecha porque marca la liberación de Auschwitz-Birkenau. En palabras del entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon: “También debemos ir más allá del recuerdo y asegurarnos de que las nuevas generaciones conozcan esta historia. Debemos aplicar las lecciones del Holocausto al mundo de hoy”.


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