Enlace Judío México e Israel – La “Start-up nation” necesita mucho talento y la Open University se lo provee, pero hace más que eso: su modelo incluyente y extenso brinda educación de calidad a cada segmento de la diversa población israelí. Conversamos con su “embajador” en Norteamérica. 

 

Con 70 campus distribuidos por toda la geografía israelí, incluyendo pequeñas ciudades y pueblos, la Open University brinda educación superior a 53,000 estudiantes, entre los que se encuentran árabes, ultraortodoxos, personas con discapacidad y geeks. Una población estudiantil tan diversa como el país mismo. Juntos, representan 41% de todos los estudiantes universitarios de Israel.

Para conocer más sobre esta institución, conversamos con Eran Broshi, presidente de Amigos Norteamericanos de la Open University de Israel, quien realiza una función honoraria como difusor del trabajo y la misión de esta prestigiosa institución académica que, sin embargo, es menos conocida que otras grandes universidades del país asiático.

La misión: emparejar el piso en una sociedad tan diversa como desigual

La Open University se distingue del resto de las prestigiadas universidades israelíes por varios factores: “el primero es la misión (que tiene) sobre la justicia social y (su vocación de) facilitar oportunidades para todos. Fue establecida en la mitad de los años 70 por Yigal Alon, en ese entonces ministro de Educación y posteriormente, ministro del Exterior, junto con la Fundación Rothschild, que se enfocaba en la periferia geográfica y social de Israel.”

En aquella época, cuenta Broshi, el acceso a la educación superior estaba restringido, en la práctica, para las personas de esa “periferia social”. A partir de la gestión de Alon, en la Open University “no hay requisitos de admisión. No necesitas un diploma de preparatoria, no necesitas pasar exámenes de admisión (…), solo necesitas la motivación, el deseo de triunfar y la voluntad de salir adelante.”

La vocación social de la Open University es clara. Su misión es emparejar el piso en una sociedad tan diversa como desigual. “No se trata de qué has hecho en el pasado sino de que crees que puedes hacer en el futuro”, dice Broshi. “Ochenta por ciento de nuestros estudiantes son la primera generación en sus familias en ir a la universidad, entonces, realmente le abre las puertas a los estudiantes que de otra manera no podrían” tener una educación superior.

“A eso se le llama justicia académica, justicia social“, afirma, menciona el nombre de quien vigila que la vocación original de la institución se conserve hoy en día, Dorit Beinisch, la primera mujer en presidir la Suprema Corte de Israel, quien es la actual rectora de la Universidad Abierta de Israel. Luego aborda el segundo punto a destacar: su enfoque en innovación y tecnología.

La Open University cuenta con 70 campus, algunos grandes, en las principales ciudades, y otros que abarcan un edificio o un par de salones, desde el norte hasta al sur, por todo el territorio, incluidos barrios y pequeñas ciudades árabes. Pero, además, la institución cuenta con una “plataforma digital que ha sido construida desde hace 15 o 20 años”, mucho antes de las clases por Zoom que popularizó la pandemia. Una plataforma analítica que permite identificar los puntos débiles y las fortalezas de los estudiantes para personalizar su educación y mejorar sus probabilidades de éxito.

“A los estudiantes les gusta. Hay encuestas que miden la satisfacción de los estudiantes en las distintas universidades de Israel, y la Open University está en primer lugar en distintos medidores clave como la felicidad de los estudiantes, su satisfacción por el modelo educativo, el acceso al personal docente y el apoyo” que perciben por parte de la institución.

También los empleadores se dicen satisfechos con el desempeño de los egresados de la universidad. Los ingresos que obtienen dichos egresados se encuentran entre los tres más altos de las nueve universidades e institutos de educación superior de Israel, en áreas como las Ciencias Informáticas, la Economía o la Psicología.

Un tercio de los estudiantes proviene de la periferia geográfica y económica de Israel. Otro tercio, de grupos sociales en desventaja: “tenemos el número más grande de estudiantes ultraortodoxos, más de 2,200 (hombres y mujeres, por cierto); tenemos el número más grande de estudiantes árabes israelíes: más de 7,000″, así como estudiantes con discapacidades, de origen beduino y de otros grupos minoritarios.

El último tercio está formado por “la economía geek”, emprendedores de la Alta Tecnología que después del servicio militar quieren empezar a hacer negocios, a trabajar y también quieren obtener un título, entonces trabajan mientras estudian para obtener un título, tenemos miles de esos individuos. También tenemos casi 1,500 soldados de las FDI en activo que están en el Ejército y estudiando al mismo tiempo, y en cuatro de los 70 campus tenemos bases de inteligencia de las FDI, incluyendo a la Unidad Cibernética 8200, de la que estoy seguro la gente ha oído hablar.”

Además, 2,000 estudiantes de preparatoria obtienen educación superior en la Open University mientras estudian la preparatoria, con lo que la institución comienza a formar a sus estudiantes, de entre quienes emergerá el talento que la economía israelí necesita, desde temprana edad.

Universidad sin fronteras

La Open University está abierta incluso más allá de las fronteras de Israel. Recibe, en línea, a miles de estudiantes de todo el mundo, que pueden realizar sus exámenes dentro de las embajadas y consulados de Israel en sus países de residencia. Sin embargo, las clases se imparten en hebreo, por lo que los estudiantes tienen que hablar dicha lengua fluidamente si quieren aprovechar la oportunidad que la institución brinda.

La Open University mantiene programas de colaboración con otras instituciones de educación superior en Israel, como el Technion, la Universidad Hebrea de Jerusalén y el Instituto Weizmann de Ciencias, y aunque por el momento no cuenta con programas similares con instituciones de otros países, Broshi no descarta la posibilidad de que en el futuro eso pueda ocurrir.

Entre los graduados de la universidad se encuentran el director general de Uber en Israel y los fundadores de eToro y Datorama

¿Cuál es el secreto del éxito de la institución?, se le pregunta a Broshi. “Diría que estamos abiertos a todos, no creamos barreras de entrada, tratamos de hacer fácil comenzar a estudiar, sabes, no todos crecieron en zonas urbanas como Tel Aviv, Haifa o Jerusalén, hay una gran proporción de la población israelí en la periferia, y la gente quiere una forma flexible de trabajar y estudiar al mismo tiempo, entonces, nosotros ofrecemos la máxima flexibilidad, la solución digital, la solución de la nueva economía para la educación.”

Mantener y fomentar la motivación de sus estudiantes es otra de las claves del éxito de esta universidad, de la que se han graduado líderes de las FDI, emprendedores, directores generales de empresas de tecnología e incluso 16 de los actuales miembros de la Knesset.

La universidad cuenta con ocho facultades donde se enseñan carreras tan diversas como Estudios judaicos, Estudios hebraicos, Ciencias Sociales, Pedagogía, Negocios, Economía, “pero tenemos un gran enfoque en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas),  entonces, entre 34 y 40% de nuestros estudiantes están en Ciencias de la Computación y Matemáticas o en Ingeniería o en Ciencias Naturales.”

Conocido como la “Star-up Nation”, Israel requiere una gran cantidad de talento emanado de carreras científicas y tecnológicas. Una cuarta parte de ese talento egresa de la Open University.

Una visión a futuro

Ygal Alon, uno de los líderes históricos más importantes de Israel, tenía una visión

“Sabía que Israel no contaba con muchos recursos naturales (bueno, ahora tenemos un poco de gas natural…), así que debíamos desarrollar recursos humanos, poder mental. Israel está en un barrio rudo, creo que todos podemos estar de acuerdo con eso. Entonces, creo que la visión de aquel tiempo que es más relevante hoy es que tenemos que educar y proveer de avanzadas habilidades a toda nuestra población, no solo a quienes viven en áreas urbanas. Si no hacemos eso, perdemos la oportunidad de labrar el talento humano que tiene Israel.”

El talento proveniente de los países exsoviéticos, de los que llegó un millón de personas a Israel en décadas pasadas, supuso un fuerte estímulo para ese brainpower del que habla Broshi. Sin embargo, las olas migratorias se han detenido y ahora Israel enfrenta el reto de formar talento interno.

Un tercio de la población actual del país está formado por árabes y judíos ultraortodoxos, que son grupos que se caracterizan por no estudiar la universidad, así como por su alta tasa de natalidad, lo que supone un problema para cumplir la visión de Alon, basada en el desarrollo de talento.

Según Broshi, en 30 o 40 años, esos grupos representarán la mitad de la población Israelí. De hecho, nos cuenta, hoy en día ya constituyen la mitad si se considera a la población menor de 14 años. Si el país no logra acercar la educación superior a esos grupos demográficos, el gran éxito de las últimas décadas en innovación y tecnología puede interrumpirse. Una economía basada en el desarrollo tecnológico, que hoy en día ofrece  50,000 empleos, podría verse comprometida por falta de talento nativo.

Uno de los obstáculos a superar es el idioma. La lengua materna de los árabes israelíes es, lógicamente, el árabe, y aunque aprenden hebreo en las escuelas de nivel básico y medio, no lo dominan al nivel que la educación superior requiere. “Pero tenemos maneras de lidiar con eso”, asegura Broshi. Se refiere a todo un grupo de personas e instituciones que ofrecen cursos avanzados de hebreo en las preparatorias para que los estudiantes árabes que se esfuercen puedan perfeccionar esa lengua y acceder a la educación superior.

En cuanto a los ultraortodoxos, que suelen dejar el estudio de las ciencias y las matemáticas tan pronto como ingresan a una yeshivá, el Estado israelí también cuenta con programas propedéuticos para que aquellos que deseen obtener una educación superior puedan acceder a ella.

Open University es fundamental para el futuro del Estado de Israel

Además del impacto económico que la Open University supone para Israel, hay un impacto social “tanto o más importante”, dice Broshi, quien alude a las recientes tensiones entre árabes y judíos, provocadas por el conflicto entre Israel y Hamás. “Nosotros juntamos a todos los segmentos de la sociedad israelí”, mientras que el Ejército es un elemento de unión para la sociedad israelí en general, los árabes están exentos de este y los ultraortodoxos tampoco suelen realizarlo. “Hay un tercio de la población israelí que no está representado en el Ejército. En la Open University están representados todos los segmentos de la sociedad israelí.”

Las personas jóvenes suelen tener la mente más abierta, dice Broshi, quien asegura que, con suerte, las relaciones interétnicas forjadas en la universidad entre jóvenes de diversos orígenes se mantendrán durante todas sus vidas. Pero, además, el simple acceso a la educación para la gente de las periferias geográficas y sociales supone un cambio significativo. Grupos de mujeres a quienes sus esposos no les permiten ir a las grandes ciudades a estudiar, forman grupos para acudir a la Open University y obtener una formación profesional.

Broshi lo cuenta con orgullo, y piensa que su trabajo (voluntario) en la institución vale la pena porque la Open University es fundamental para el futuro del Estado de Israel.

 

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