Enlace Judío México e Israel- Una nueva historia que cuenta otra arista de la vida de Anne Frank se estrenó el pasado martes en Netflix: Mi mejor amiga Anne Frank (Mijn beste vriendin Anne Frank, en su idioma original), de Ben Sombogaart, la cual relata las memorias de su mejor amiga, Hanneli Pick-Goslar, una niña judía alemana, quien la conoció en Ámsterdam desde su que era niña hasta el momento en que fueron separadas al ser llevadas a los campos de concentración, y donde Goslar arriesgó su vida para salvar a Frank.

Se conocieron desde antes que entraran a preescolar, en 1934, cuando sus familias se mudaron de Alemania a Ámsterdam, al huir de los malos tratos que sufría la comunidad judía por los nazis, contó Goslar en una entrevista publicada en Scholastic en 1997—.

Ellas se encontraban en una tienda de abarrotes acompañadas de sus madres, quienes, al no saber holandés, tenían que hablar en alemán, lo cual hizo que ambas empezaran a conversar. Al día siguiente, cuando fue llevada al jardín de niños, al no saber el idioma, cuando vio a Anne (tocando música con unas campanas) fue hacia sus brazos, y Anne hizo lo mismo. Es ahí donde comenzó una historia que hoy nos presenta Netflix.

Esta película, basada en el libro Memorias de Anne Frank: Reflexiones de una amiga de la infancia, de Alison Leslie Gold, fue protagonizada por Josephine Arendsen (Goslar) y Aiko Beemsterboer (Frank). La cinta se estrenó en 2021 en los Países Bajos y alcanzó la venta de 10 mil entradas en los cines, y hoy es el cuarto título más popular en México en Netflix.

Dios lo sabe todo, pero Anne lo sabe todo mejor

Goslar era su vecina. Una vivía a lado de la otra, y sus familias eran cercanas, pues ambas habían huido para refugiarse de los nazis. Su amiga, hoy de 93 años, contó que Anne era una niña que escribía todo el tiempo, y entre clases, y “todos le preguntaban: ‘¿Qué escribes?’ Y la respuesta siempre era: ‘Eso no te incumbe’”, narró Goslar, quien hoy es bisabuela y vive en Jerusalén.

El filme, más allá de contar lo que ya se sabe a través del libro de Anne Frank, trata de mostrar desde la perspectiva de Goslar lo sucedido durante aquellos años donde su amistad con Frank creció, al mostrar una faceta diferente y “más real”, como lo dice su director, de sus vidas, lo cual describe mejor la manera en que su juventud se vio destruida tras el inicio de la captura de la comunidad judía en Europa.

“Anne era una niña muy pícara. Ella era simplemente ‘normal’ —como todos los demás. Margot, su hermana mayor, era en verdad la especial. Margot era bonita, una buena estudiante, y también muy obediente. Anna y yo éramos todo lo contrario. Mi madre describía a Anna al decir: ‘Dios lo sabe todo, pero Anne lo sabe todo mejor’, narró Goslar.

Separadas y reunidas en Bergen-Belsen

Un día, sin previo aviso, Anne desapareció. En ese entonces le habían dicho a Hanneli que ella y su familia se habían ido a Suiza, lo cual la alegró; sin embargo, ella sabía que llegar hasta allá era muy difícil para los judíos, pues debían cruzar dos fronteras: las de Bélgica y la de Francia, para que finalmente, al llegar a Suiza, no les permitieran acceso a los judíos.

“Cuando oí que la inquilina de Anne se había ido a Suiza estaba muy feliz por ella… Pero sabía que era difícil para los judíos llegar allá… por eso estábamos preocupados de que no lo lograrían”, contó Goslar, quien fue una de las sobrevivientes del Holocausto.

Finalmente, tres años después de que la guerra empezara Hanneli fue capturada y llevada a un campo de concentración, y tras un cambio de instalaciones llegó a Bergen-Belsen, donde se encontraría nuevamente con Anne Frank. Allí,  buscaría la forma de salvar a su amiga, según muestra la película. “Estaba feliz de verla de nuevo, pero yo había esperado que ella estuviera bien en Suiza. Así que fue muy triste (el reencuentro).”

La historia ya no es dentro del ático

Nina Medrez, presidente de la Asociación Yad Vashem de México, en entrevista para Enlace Judío, comentó que la película ha mostrado otra faceta de lo que fue la experiencia dentro de los campos de concentración, pero esta vez con la voz de una de las personas más icónicas del acontecimiento: Anne Frank, y cómo los Países Bajos también tienen algo qué contar de este fragmento de la historia.

“Los Países Bajos tuvieron un problema de imagen terminando la guerra, ya que ante el mundo quedaron muy mal. Más de tres cuartas partes de su población judía quedó exterminada.”, dijo.

Algo que cambió sobre el discurso, comentó, fue que “siempre han manejado la historia de Anna en el ático, nunca en el campo de concentración. Es más fácil manejar un ático, que las atrocidades de un campo. La historia es comprobada como cien por ciento basada en hechos reales, y sí toca la colaboración de los holandeses con los nazis a través de las imágenes de las deportaciones.

“Fuera de la película, los Países Bajos está apenas sacando el lado no tan amable de su población, por lo menos parte de ella”, concluyó

El desenlace de esta historia la pueden encontrar en Netflix, un relato que no solo busca explicar lo acontecido, sino darle un significado real a través de las experiencias de aquellos que sobrevivieron.

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