Enlace Judío – Con motivo de la reciente publicación de la traducción al español de La cultura del odio: Un periplo por la dark web de la supremacía blanca, su autora, la periodista judía estadounidense Talia Lavin, habló con medios de España sobre esta investigación que la hizo infiltrarse en círculos racistas y de odio de Estados Unidos.

“Lo que he tenido que hacer para publicar este libro fue como caminar por un pequeño trozo de infierno. Ver cómo va llegando a la gente hace que valga la pena”, dijo Lavin a El Diario.

Según expresó a El Periódico, las reacciones insultantes que recibió luego de publicar un artículo sobre la manifestación de extrema derecha de Charlottesville en 2017 la llevaron a tomar la decisión de informarse a fondo sobre ellos, para conocerlos y saber cómo combatirlos.

“Llevo mucho tiempo siendo una mujer judía en internet y hace mucho que veo y sufro cómo se trata a los míos en este país. He visto las esvásticas en la calle y cómo el problema crece en internet, con estas personas que siempre están dispuestas a propagar una ideología ocultos tras un avatar. Por eso, en 2017 empecé a escribir sobre el tema. Y decidí que quería que supieran que quien les estaba investigando era una mujer judía, el epítome de lo que odian. […] Mucha gente habría reculado ante el riesgo, pero yo soy una mujer muy seria. Cuanto más me amenaces por ser judía, más te presionaré”.

Sobre el odio al judío en estos círculos, Lavin apunta: “El antisemitismo es en gran parte nuestra herencia colonial de Europa, arrastramos los estereotipos que se crearon ahí hace siglos. El odio no es una isla, todo está conectado y el judío es el chivo expiatorio definitivo. Así, pueden creer que el movimiento por los derechos de los afroamericanos es obra de elites judías que buscan acoger a inmigrantes para mezclar las razas y perpetrar así un genocidio blanco. Para los supremacistas todo es una gran conspiración para la dominación judía“.

Lavin no pasa de largo que el antisemitismo ha tenido una agudización con la pandemia de COVID-19, lo que, indica, ha reciclado las acusaciones antiguas que se han lanzado contra los judíos.

“Durante la peste negra se culpó a los judíos de haber iniciado la plaga y eso llevó a pogromos con miles de asesinatos. Esa misma historia se recicla cada vez que hay una época de crisis. La pandemia ha causado una gran agitación, paranoia y miedo. Y, encerrados en casa, muchos han encontrado un camino hacia conspiraciones que dicen que las vacunas son para matarnos. Cuando tu vida está en riesgo es natural buscar a un culpable y los judíos han ocupado esa posición en el imaginario occidental.

“Los supremacistas han visto en el COVID un plan del gobierno judío para domesticar a la sociedad. Al infiltrarse entre los antivacunas han hecho que esos se acerquen a sus postulados. El miedo es para ellos una ventaja para reclutar a gente”.

De acuerdo con Lavin, contrario a la imagen que podría tenerse de ellos, muchos de los que forman parte de los círculos supremacistas, de odio y racismo de Estados Unidos son gente normal de la que uno incluso no podría sospechar.

“Nos decimos que son monstruos para tranquilizarnos, para pensar que nunca los conoceremos o que no están en nuestros barrio. Queremos creer que hay algo terriblemente malo en ellos, que no tienen estudios, que son pobres y miserables y que es eso lo que les empuja a esta ideología. No digo que todos tengan un premio Nobel, pero son individuos complejos, igual que tú y yo, con la misma alma, vida y trabajos”, dijo.

Lavin advierte que uno de los principales problemas en este tema es que “todo el mundo es vulnerable a la propaganda de alguna manera”.

“La radicalización es una especie de alquimia que necesita el momento, circunstancias e historia adecuada. Hay mucha gente que hace cinco años no hubiera pensado en unirse al movimiento antivacunas, pero ahí están. Y no por nada es un movimiento lleno de neonazis. Todos somos vulnerables a ser radicalizados, porque todos tenemos miedo. Y no tenemos que olvidar jamás que a nuestro lado hay gente que se levanta deseando que cierta parte de la población muera”.

Reconoció que no le fue agradable el momento en que se hizo pasar por una antisemita en White Dates, pero que lo vio como una especie de venganza personal, un tinte que se encuentra presente en el todo el libro al ser ella objeto del más profundo odio antisemita, misógino y racista.

“Conocía bien los comportamientos antisemitas y me era fácil reproducirlos. Y, al menos, si escogía atacar a los judíos lo hacía desde la tranquilidad personal de que no había absolutamente nada de cierto en mis palabras, que era inmune a que aquello que decía se pudiera convertir jamás en mi manera de pensar. Era mi venganza personal: usar sus propios ataques contra mi pueblo para poner veneno en su mundo”, dijo.

Lavin señala que uno de los objetivos del libro es dar información a la gente sobre estos grupos y círculos extremistas para que decidan cómo responder ante estas actitudes de odio.

“Cada uno tiene sus talentos: hay quien lo hace en la calle, con la acción directa, echando a los grupos neonazis de sus barrios. También hay quien lo hace en internet, haciendo presión en redes sociales a las empresas que apoyan a la extrema derecha. También hay quien se infiltra, como yo, pero que no solo se limita a observar y documentar. Hay quien siembra la disputa y la desconfianza entre los miembros de los grupos o se infiltra para descubrir dónde se reúnen y boicotearlos. Hay muchas maneras de ponerles en evidencia, de denunciarlos y descubrirlos como payasos. De hacer que ser nazi tenga un coste social y que sea menos interesante pasarse al supremacismo“.

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