Enlace Judío México e Israel – Como seres presentes en este mundo a menudo olvidamos que este abrumador milagro- ¿o inquieta aventura? – resulta de una íntima unión de dos seres unidos por el amor o por algún irrefrenable deseo.

A ellos debemos elemental gratitud incluso cuando distancias o decepciones abruman la memoria y ésta enhebra ingratos recuentos.

Un elemental imperativo que Galia Oz desprecia en sus recientes páginas consagradas a describir el presunto maltrato que habría padecido en su adolescencia.

En Algo que se disfraza de amor describe una y otra vez ácidos desencuentros y distancias entre ella y su padre.

En algunos casos- según relata- habrían asumido una penosa violencia verbal e incluso física hasta crear una distancia irreparable.

Apuntes que apenas conocen sustento en palabras de su madre y en escritos de sus dos hermanos.

Uno de ellos- Daniel – escribe en páginas recientes que “Galia ha hecho algo que es imposible tolerar con el silencio.” Pinta aquí escenarios familiares marcadamente desiguales al de su hermana. Y en contraste con ella Daniel donó los beneficios de su texto a instituciones filantrópicas.

Por su lado Nili, esposa y amiga de Amós desde la adolescencia, acepta que … “ciertamente, la familia es un peligroso lugar” por las desiguales vivencias que conocen y recuerdan sus miembros, vivencias que deben ser estimadas con gratitud y amor o, al menos, con justo equilibrio.

En particular en el caso del niño y adolescente Amós quien en inesquivables páginas autobiográficas relata sus tempranas aventuras en los barrios jerosolimitanos al lado de fanáticos creyentes y de bruscos oficiales británicos.

Los traumas de Amos

Jamás pudo olvidar sus íntimas vivencias en las angostas paredes de su hogar, las distantes relaciones entre sus padres, y el suicidio de su madre cuando apenas contaba doce años.

Abrumadoras sacudidas que le condujeron a una precipitada fuga a un kibutz dos años después a fin de remediar lo ausente y lo perdido en su vida.

Allí conoció múltiples vivencias:  la intimidad con escritores, la unión con su esposa Nili, sus primeras páginas escritas en la estrechez de un baño, la llegada de los hijos y los sonidos de sus creativos dedos apretando la máquina de escribir. Vivencias que le devolvieron en alguna medida el equilibrio perdido.

Y al abandonar el kibutz deliberadamente buscó un lugar adecuado en las cercanías del Mar Muerto atendiendo la frágil salud de su hijo.

Inquieto y creativo trajín que su hija Galia no recuerda ni aprecia dominada por un estrecho egotismo que en su texto refleja y repite sin pausas.

Apenas revela alguna sensible comprensión al sinuoso y creativo tránsito de Amós su padre. Le domina el deseo de adquirir un espacio propio, y deliberadamente ignora la franca y triste confesión de Amós antes de morir: dos veces le levanté mi mano “.

En el curso del tiempo Galia formó su propia familia sin abandonar a Oz en su nombre. ¿Conveniente y bien calculado acto? ¿Duplicidad en sus reproches? Actitud que sus hermanos censuran sin reservas.

Las anunciadas páginas de su esposa Nili sobre el tema tal vez llevarán a un justo y definitivo equilibrio.

 

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