Enlace Judío – Federico Rubli Kaiser en su columna semanal en el periódico El Economista del 29 de marzo pasado, hace un análisis conciso sobre las encuestas existentes en México de diferentes variables macroeconómicas en el que se concluye en tono jocoso que a los economistas se les puede pedir pronosticar lo que sea… menos el futuro.

Hay tres encuestas de expectativas sobre variables macroeconómicas en las que participan analistas-especialistas del sector privado que son públicas: la que levanta el Banco de México (mensual, con cerca de 40 participantes), la del IMEF (mensual con cerca de 30) y la de CitiBanamex (quincenal, con más de 30).

A pesar de que son un instrumento útil para el mercado, empresarios y analistas, tienen un sesgo al participar solo analistas profesionales. En Estados Unidos, por ejemplo, hay encuestas de expectativas con muestras de la población (households) como el Michigan Survey of Consumers y el New York Fed Survey of Consumer Expectations. Además, permiten clasificar las expectativas por género, ingreso, educación, geografía, edades y grupo étnico.

Al medir la percepción del público, estas encuestas permiten hacer inferencias más dirigidas a las decisiones de consumo, formación de precios relativos e inversión. También detrás de las encuestas se encuentra el mecanismo de formación de expectativas, tema que analizan estas encuestas. Nos falta un gran trecho en México para llegar a ese nivel de encuestas sofisticadas.

En la última encuesta quincenal de expectativas de CitiBanamex participaron 32 instituciones. Todas acertaron en que el movimiento del Banco de México de la semana pasada sería de 50 puntos base. Para fin de 2022 los pronósticos resultan en una mediana de inflación de 5.7% y una mediana de la tasa de interés de referencia de 7.75%. En ambas variables hay una gran dispersión: en la inflación, el máximo es 7.81% y el mínimo 4.57%; y en la tasa, la máxima es 8.50% y la mínima 7.25%.

Consideremos solo a dos grupos: uno, el top de la inflación de los que la esperan sea mayor a 6% y, dos, los que pronostican una tasa de interés igual o mayor a 8%. En el primero se ubican 15 pronosticadores mientras que el segundo lo integran 12 instituciones. Del primer grupo, se identifican a ocho pronosticadores que se encuentran tanto en el top de tasa de interés como en el top de inflación: Banorte, BNP Paribas, CitiBanamex, Finamex, HSBC, JP Morgan, Santander, y XP Investments.

Aunque sea una apreciación simplificada pues no se conocen los modelos de pronóstico que emplea cada uno, se desprende una contradicción: plantean un fuerte ajuste monetario y sin embargo pronostican una inflación elevada. O no creen en la capacidad de la política monetaria de reducir la inflación o hay una inconsistencia en sus modelos.

Las siete instituciones restantes del grupo uno del top de tasas de interés no están en el top de inflación: Barclays, BBVA, CIBanco, Oxford Economics, Scotiabanak, Valmex y Vector. Parecería que este grupo tiene pronósticos más congruentes: a mayor ajuste monetario, menor inflación.

Finalmente, quedan cuatro que están en el top de inflación, pero no se ubican en el top de tasa de interés: Actinver, Masari, Prognosis y UBS. También son pronósticos consistentes, pues a menor tasa de referencia, mayor la inflación.

Quizá lo concluyente al desmenuzar estas expectativas es el dicho conocido de que podemos pedirle a los economistas pronosticar lo que sea… menos el futuro.


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