Enlace Judío – En medio de la burocracia y las dificultades de su partida, una familia ucraniana que huyó de la invasión rusa afirma que la barrera del idioma es el mayor desafío para integrarse a la sociedad israelí. “Amamos a Israel, aquí tenemos una sensación de seguridad”.

Natalia, Andrei y sus hijos Daniel y Alexander, nacidos en Ucrania, llegaron a Israel en marzo, después de que la invasión rusa a Ucrania los obligara a desarraigar sus vidas y a comenzar de nuevo, informó Ynet.

La familia afirma que dejar su país y Odessa, su ciudad natal, no fue el único obstáculo que tuvieron que superar, ya que la integración a la sociedad israelí ha resultado ser un desafío en sí mismo.

La familia llegó a Israel con la ayuda de la ONG Fraternidad Internacional de Cristianos y Judíos, que ofrece atención humanitaria y ayuda para salvar vidas a judíos de todo el mundo.

Tras su llegada, se embarcó en una campaña burocrática para regular su condición de inmigrantes, que afortunadamente se agilizó debido a su situación especial.

Según Andrei, después de la burocracia, llegó el momento de encontrar un hogar para la familia, una hazaña que se hizo aún más difícil debido al alto costo de la vida en Israel.

“La búsqueda fue difícil, si no hubiésemos conseguido ayuda probablemente nos habríamos encontrado en un apartamento más caro, lo que habría dificultado nuestra situación financiera”, comenta. Finalmente la familia encontró un apartamento accesible en la ciudad de Rehovot.

A pesar de las dificultades para encontrar un apartamento, la familia afirma que, en realidad, la barrera del idioma ha resultado ser la mayor dificultad, que les ha impedido integrarse plenamente a la sociedad israelí.

“Es muy difícil para nosotros sin el hebreo”, dice Andrei. “Tenemos claro que sin el idioma sería casi imposible integrarnos aquí”.

Andrei y Natalia, se inscribieron en el ulpan, el programa de clases de hebreo que ofrece el Ministerio de Inmigración y Absorción para integrarse mejor en el mercado laboral israelí.

“Actualmente intentamos aprender las palabras nosotros mismos hasta que comience el curso. También estamos pensando en buscar trabajos temporales”, afirma.

La familia se vio obligada a dejar la mayor parte de sus posesiones en Ucrania, para poder huir a tiempo de las fuerzas rusas invasoras.

“Dejamos toda nuestra vida en Ucrania, y no sabemos si algún día podremos volver para recuperar nuestras pertenencias, comenta Natalia. “En nuestra primera noche en Israel no teníamos ni siquiera camas ni colchones”, comenta y afirma que su familia pudo salir adelante gracias a donaciones y voluntarios.

“Es reconfortante sentir que hay alguien que se preocupa por nosotros y nos ayuda”, dice, y señala que aunque constantemente piensan en sus familiares y amigos que se quedaron en Ucrania, mudarse a Israel fue la decisión correcta.

“Amamos Israel. Tenemos una sensación de seguridad, de calma y tranquilidad. La gente aquí siempre está dispuesta a ayudar y eso nos hace sentir bien”, concluye Natalia.

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