Enlace Judío México e Israel – Este 27 de abril se llevó a cabo un evento intercomunitario de conmemoración del Yom Hashoá, organizado por la Kehilá Ashkenazi, con la presentación de una instalación inmersiva llamada “Resistencia espiritual: el arte en el Holocausto”, en el que participaron el embajador de Israel en México, Zvi Tal, además de líderes comunitarios y sobrevivientes de la Shoá. 

 

 

Cuando el hambre, el miedo, el frío y la impotencia se apoderan de los cuerpos, el espíritu representa el último bastión de resistencia del ser humano. Al menos esa parece ser la premisa de “Resistencia Espiritual: el arte en el Holocausto”, la exposición inmersiva que anoche fue inaugurada por la Comunidad Ashkenazi en las instalaciones de Ramat Shalom, con la presencia del embajador de Israel en México, el señor Zvi Tal. 

Y si el espíritu es resistencia, el arte es una de sus herramientas más poderosas. Así pudieron atestiguarlo quienes recorrieron las salas de la exposición para vivir la experiencia. Dibujos, pinturas, textos… Múltiples formatos proyectados sobre las paredes que fungieron como lienzos. 

Las obras, creadas en los momentos de mayor desesperación y angustia por víctimas del Holocausto, da cuenta de ese afán de resistencia que ha caracterizado al pueblo judío, históricamente perseguido, que este día conmemora el Yom Hashoá o Día del Holocausto. 

La ceremonia

“La obligación de recordar es uno de los mandatos más determinantes de la Torá”, dijo Vivi Viskin, presidenta del Comité Cultural de la Kehilá Ashkenazi. en la ceremonia inaugural del evento para Yom Hashoá.

“A través de dibujos, poemas, canciones y cartas, a través de la fantasía, la sátira o el realismo, las víctimas del genocidio nazi y sus supervivientes nos dan cuenta de las distintas reacciones hacia la persecución y la muerte, nos narran la destrucción de una vida rica y una cultura llena de matices, nos ilustran la complejidad de la naturaleza humana pero, sobre todo, nos muestran que la fuerza del mal nunca es suficientemente potente para destruir el espíritu de nuestro pueblo”, leyó la líder comunitaria. 

Fiel a su estilo narrativo, el embajador Tal leyó un discurso emotivo y cargado de datos históricos, en el que recordó que, este año, el tema elegido para recordar el Yom Hashoá en Israel es “Transportes a la extinción: la deportación de los judíos durante el Holocausto.”

Tal habló de la ironía implícita en el hecho de que los trenes, símbolos del desarrollo europeo, hayan sido elegidos por los nazis para realizar la mayor barbarie de que se tenga noticia, en pleno corazón de la civilizada Europa. 

El diplomático se permitió honrar la memoria de su abuela, asesinada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, cito al premio Nobel Elie Wiesel y leyó una carta escrita por un hombre mientras era transportado a los campos de exterminio y que había dirigido a su hija. 

La sobrevivencia

Por su parte Marcos Shabot, presidente del Comité Central de la Comunidad Judía de México, recordó que “frente al exterminio y la deshumanización nazi, los judíos lucharon para mantener su vida. En los guetos hubo escuelas clandestinas, actividades culturales, coros y teatros, publicaciones e incluso un sistema de ayuda social.”

Agregó que “en los campos, aún bajo un grado de inhumanidad inimaginable, los judíos fueron capaces de mantener la moral y manifestar comportamientos solidarios.” 

Shabot alabó el ejemplo de los supervivientes, a quienes se refirió como “símbolos que nos hacen conscientes de nuestra responsabilidad para con las futuras generaciones.” 

Los sobrevivientes

Como cada Yom Hashoá, sobrevivientes del Holocausto encendieron seis velas conmemorativas, una por cada millón de víctimas del genocidio más atroz de la historia de la humanidad. En esta ocasión, el honor correspondió a Luis Opatowsky, Dina Polansky, Georgy Stern, Eduardo y Dolly Bestanding y al propio Zvi Tal, quien prendió una vela como símbolo de la supervivencia del pueblo judío encarnada en el Estado de Israel. 

Tras el encendido de velas, la voz de Moshe Mendelson dio vida al “Male Rajamim”, cuyas melancólicas notas se esparcieron por la sala en un momento de solemne recordación de los aniquilados.