Enlace Judío México e Israel – La oposición optó por rechazar el proyecto que busca garantizar la ley israelí en los asentamientos de Cisjordania, lo que deja a sus propios electores sin asistencia de salud, mientras sus bastiones geográficos son santuarios para terroristas, informó ynetespañol.

BEN DROR YEMINI

La democracia israelí conoció tiempos más duros que los actuales.

Durante los debates parlamentarios de los Acuerdos de Oslo de 1993, Israel se encontraba en medio de una mortífera ola de terrorismo mientras que el gobierno apenas se mantenía en el poder.

La Knesset vota el proyecto de ley sobre Cisjordania. (Knesset)

En ese entonces, la oposición luchaba ferozmente contra lo que desaprobaba por motivos ideológicos. Sin embargo, hoy en día, la oposición de derecha está librando una guerra sin precedentes contra su propia ideología.

El movimiento de la oposición para bloquear el proyecto de ley de la coalición, que renovaría una ley de emergencia de 55 años que garantiza la extensión de la ley israelí a los asentamientos de Cisjordania, nunca antes puesta en duda, demuestra que cuando se trata de esta oposición, los intereses del país pasan a un segundo plano frente a los juegos políticos.

“¿Por qué deberíamos ayudar a una coalición a la que nos oponemos?” se preguntan los miembros de la oposición, como si no hubiera asuntos en los que ambas partes del parlamento estuvieran realmente en desacuerdo, como el presupuesto, el servicio militar de ultraortodoxos o cualquier otra reforma que el gobierno de Naftali Bennett esté impulsando.

Una vista aérea muestra una aldea palestina, a la izquierda, y un asentamiento, a la derecha, separados por el muro de separación en Cisjordania. (AP)

¿Deben los esfuerzos por derrocar a este gobierno venir a costa del país y de sus intereses? ¿Debe la necesidad de crear caos y cumplir con el deseo de avergonzar a la coalición tener un coste tan elevado?

No renovar el proyecto de ley -que se hace casi automáticamente cada cinco años desde que se aprobó por primera vez- supondría un perjuicio para los israelíes que viven en Cisjordania.

Cientos de miles perderían derecho a asistencia sanitaria, sus asentamientos se convertirían en santuarios para los delincuentes que escapan de la policía israelí, y como un gobierno militar sólo resolvería algunos problemas, las reivindicaciones de un régimen de apartheid en Cisjordania aumentarían.

Y he aquí que la antigua líder del partido de izquierda, Shelly Yachimovich, tras la votación se apresuró a afirmar que la no aprobación del proyecto de ley es la “normalización del apartheid”. Pero no es exactamente correcto porque el Estado tiene derecho a aplicar sus leyes a sus nacionales incluso fuera de las fronteras oficiales del Estado. Sin embargo, el dominio de Israel sobre los territorios en disputa debería ser un debate aparte.

Pero no sólo la oposición votó en contra del proyecto de ley. Los miembros de la propia coalición de Bennett también levantaron la mano en su contra. Todos tienen excusas, alegando que votaron según su conciencia, pero eso es deshonesto por su parte.

Entienden la fragilidad de la coalición, pero también comprenden que su voto negativo no cambiaría el dominio de Israel sobre Cisjordania. Lo único que hicieron es proporcionar ayuda a la extrema derecha y a las facciones religiosas. Sus votos no pueden considerarse más que vergonzosos.

La pertenencia a esta coalición exige un compromiso. La votación indica que llegó el momento de cambiar el sistema de elección a uno en el que un miembro de la Knesset elegido deba responder ante los electores regionales.

Quizá, entonces, los legisladores tengan en cuenta intereses de los votantes y no sólo los suyos.

Pero dado que un cambio de este tipo en las leyes electorales podría debilitar a partidos ultraortodoxos, hay pocas posibilidades de que se consideren.

Idit Silman, ex miembro de la coalición, que se ha pasado a la oposición. (Knesset)

Cualquier miembro de la Knesset está en su derecho de oponerse a las políticas de su partido y votar según su ideología o su conciencia. Pero cuando al hacerlo, los legisladores individuales ponen en peligro su propia coalición y son incapaces de someterse a los compromisos adquiridos y a las normas parlamentarias, deberían dejar sus escaños e irse.

Tal y como están las cosas, los diputados están en posición de extorsionar al gobierno para recibir fondos, puestos de trabajo o cualquier otra prebenda que deseen. A todos los partidos políticos les interesa aprobar una legislación que impida esa extorsión. Y aunque es poco probable que la oposición se preste a realizar tal cambio, quizá se considere después de las próximas elecciones.

Todos nos beneficiaríamos de los parlamentarios que miran más allá de los intereses inmediatos y a corto plazo, y adoptan un enfoque con una visión más amplia hacia el futuro.

Obreros trabajan en la construcción de asentamientos en Cisjordania. (AFP)

Lo cierto es que la votación del lunes sólo benefició a los miembros de la Lista Conjunta, predominantemente árabe, formada por legisladores antisionistas.

Hubo un tiempo en que nuestros diputados tenían madurez y eran responsables de sus actos. Eso ya no es así.


 

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