De España a Turquía

En Turquía los judíos vivían muy bien, bajo los auspicios y la protección del Sultán Suleimán el magnífico (1520-1566) que recibía generosamente a los refugiados Sefaradim, les dejaba ejercer libremente su religión y les facilitaba su residencia permanente en el imperio. Suleimán estaba seguro de que la presencia de los judíos beneficiaba a su reino económica y políticamente. Y a él se le atribuye la siguiente frase, burlándose del Rey Fernando de España: «¿A este le llamáis un rey inteligente, que empobrece a sus estados para enriquecer a los míos?».

Turquía era el refugio ideal para los judíos Sefaradim. De hecho, todos soñaban con vivir en Turquía con total libertad y fuera del horrible brazo de la inquisición. El gran problema era llegar hasta allí, como se explica más abajo.

La reina del Jesed

En el año 1553 Doña Gracia Mendes Nasí llegó desde Ferrara, Italia, a Constantinopla, la capital del Imperio Otomano. Estaba acompañada por un séquito de unas 200 personas y unos 40 guardias. En Constantinopla fue recibida con los honores que se le ofrecen a una reina. Mientras sus exitosos negocios en Europa eran administrados por su sobrino Yosef Nasí, en Constantinopla Doña Gracia se dedicaba exclusivamente a realizar obras de caridad y en especial a ayudar material y espiritualmente al restablecimiento de los anusim, refugiados judíos de España y Portugal.

Cecil Roth escribe algo que no dejó de sorprenderle incluso a él. Cuenta —y documenta— que Doña Gracia, vivía en una mansión muy lujosa… “y recibía en su casa todos los días a 80 personas pobres comiendo en su propia mesa.” (p.103). Llevarlos a comer a su mesa elevaba el prestigio de los pobres y su dignidad. Escuche de mi tío, el Rab Yosef Faur Z”l, que Doña Gracia traía a los pobres en su propia mesa deliberadamente para dar el ejemplo a los otros judíos adinerados, que siempre trataban de imitar todo lo que Gracia Mendes hacía. Y como era de esperar, el ejemplo de Doña Gracia se multiplicó. Y pobres no faltaban… porque cada vez llegaban más y más refugiados de España, Portugal y otros países Europeos, que no tenían ni siquiera para comer.

Salónica: La ciudad del refugio

Con el consentimiento del Sultán, Doña Gracia consiguió que los refugiados Sefaradim se instalaran en Salónica. Esta ciudad portuaria en ese entonces no estaba desarrollada, pero con el tiempo “llegó a ser la segunda metrópolis más importante del imperio otomano, gracias, en buena medida, a esos exiliados sefaradim” (ver aquí). Salónica se transformó en ese entonces en la única ciudad del mundo con una mayoría de población judía. El idioma predominante era el ladino, lengua que siguió siendo usada por los judíos de Salónica hasta los tiempos modernos. (Ver más sobre Salónica judía aquí).

Doña Gracia se preocupó de que a estos exiliados no les faltarán los medios de vida. Además de contratarlos en su propia compañía para la actividad portuaria, la especialidad comercial de los Mendes, Doña Gracia también estableció en Salónica una empresa textil en la cual les daba empleo. En Salónica Doña Gracia se ocupó también de una Mitzvá muy importante: rescatar a los cautivos.

Pidyon Shebuyim

En esa época era muy común que los piratas atacaran embarcaciones, se robaran el cargo y capturaran a los pasajeros para venderlos como esclavos. Los prisioneros judíos eran los preferidos de los piratas. ¿Por qué? Porque sabían que siempre encontrarían otros judíos que pagasen un buen precio para rescatar a sus hermanos. “No hay precepto más grande que rescatar a los cautivos”. אין לך מצווה גדולה כפדיון שבויים, dijeron los Sabios del Talmud. Al puerto de Salónica llegaban permanentemente barcos con cargamento humano judío. Y Doña Gracia estaba detrás de los esfuerzos y negociaciones para liberar a los cautivos, aun sabiendo que los secuestradores se abusaban en el precio que demandaban para liberar a sus cautivos.

Hay una documentación histórica que registra los datos de un barco que fue secuestrado por piratas de Malta y que llegó a Salónica con 70 prisioneros judíos. Se cuenta que Doña Gracia Mendes llegó a pagar hasta 500 ducados (un ducado era una monedas de 3.5 gramos de oro) por persona por su rescate. Gracias a los esfuerzos de esta extraordinaria mujer, miles de cautivos Sefaradim fueron rescatados y liberados de su cautiverio.

Educación judía

En Salónica, Doña Gracia también fundó un Talmud Torá –escuela judía– que llegó a tener 10,000 alumnos y 200 maestros. También fundó y mantuvo una prestigiosa Yeshibá (academia superior rabínica) encabezada por el famoso Ribbí Shemuel de Medina. Esta era una Yeshibá muy especial. Además de mantener a los alumnos regulares, cada año Doña Gracia hacía invitar a 3 Rabinos de otras comunidades judías a que estudiaran durante un año con Ribbí Shemuel de Medina, la mente Halájica más brillante de la diáspora en esos tiempos, para que luego regresaran a sus comunidades más capacitados.

Doña Gracia también fundó una Sinagoga muy especial en Salónica, Leviyat Jen ( ח“ן , son las iniciales de su nombre hebreo: Janá Nasí). Esta Sinagoga era como un ulpán: fue concebida exclusivamente para los anusim, es decir, aquellos judíos que habían sido convertidos por la fuerza al cristianismo y no sabían nada de judaísmo. En esta Sinagoga se les enseñaba primero el idioma hebreo y las bases de la Torá y la Tefilá, para facilitar su integración activa a la comunidad judía.

Continuará…


 

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