Enlace Judío – Investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias sugieren que las personas tienden a entablar amistad con individuos que tienen un olor corporal similar.

El equipo de investigación liderado por el profesor Noam Sobel, director del Instituto Nacional Azrieli de Investigación e Imagen del Cerebro Humano, logró pronosticar la calidad de las interacciones sociales entre desconocidos al “olerlos” con un dispositivo conocido como nariz electrónica o eNose.

Los resultados del estudio, publicados este jueves en la revista Science Advances, sugieren que el sentido del olfato puede desempeñar un papel más importante en las interacciones sociales humanas de lo que se pensaba.

El papel del sentido del olfato en las interacciones sociales se ha documentado ampliamente en todos los mamíferos terrestres, excepto en los humanos. La pregunta es si esto se debe a que los seres humanos no utilizan su nariz en los entornos sociales como lo hacen los perros por ejemplo, o se trata de un comportamiento encubierto más que manifiesto en los humanos.

La estudiante de doctorado Inbal Ravreby, del laboratorio de Sobel en el Departamento de Ciencias Cerebrales de Weizmann, planteó la hipótesis de que se trata de una conducta encubierta, no manifiesta.

Ravreby se basó en dos observaciones previas. Varias líneas de evidencia sugieren que los seres humanos se olfatean constantemente, aunque en su mayoría de forma inconsciente.

Además, se sabe que tendemos a relacionarnos con individuos similares a nosotros en apariencia, antecedentes, valores e incluso en actividad cerebral.

Ravreby planteó la hipótesis de que, al olerse a sí mismas y a los demás, las personas probablemente hacen comparaciones subliminales, y buscan a aquellos cuyo olor es similar al suyo.

Para probar su hipótesis, Ravreby buscó parejas de amigos del mismo sexo cuya amistad se había formado rápidamente. Dado que estas amistades surgen antes de conocerse en profundidad, pueden estar especialmente influidas por rasgos fisiológicos como el olor corporal.

La estudiante de doctorado recogió muestras de olor corporal de estos amigos y las comparó con muestras de pares de individuos al azar. En uno de los experimentos, realizó la comparación utilizando la nariz electrónica que evalúa las firmas químicas de los olores.

En otro experimento, pidió a voluntarios que olieran los dos grupos de muestras de olor corporal para evaluar las similitudes medidas por la percepción humana. En ambos tipos de experimentos, se comprobó que los amigos tenían un olor corporal más similar al de los individuos de las parejas aleatorias.

Ravreby quiso descartar la posibilidad de que la similitud del olor corporal fuera una consecuencia de la conexión entre las personas, en lugar de una causa contribuyente.

Cuestionó si los amigos tienen un olor similar porque comen el mismo tipo de comida o comparten otras experiencias vitales que influyen en el olor corporal.

Para abordar esta cuestión, Ravreby utilizó la nariz electrónica (eNose) para “oler” a voluntarios desconocidos entre sí, y luego les pidió participar en interacciones sociales no verbales por parejas. Después de cada una de estas interacciones estructuradas, los participantes calificaron al otro individuo en términos de cuánto les gustaba esa persona y la probabilidad de que se hicieran amigos.

El análisis posterior reveló que los individuos que tenían más interacciones positivas olían más como el otro, según lo determinado por eNose.

Al introducir los datos en un modelo informático, los investigadores lograron predecir con un 71% de precisión qué dos individuos tendrían una interacción social positiva, basándose únicamente en los datos de eNose.

En decir, el olor corporal parece contener información que puede pronosticar la calidad de las interacciones sociales entre desconocidos.

“Estos resultados implican que, como dice el refrán, hay química en la química social“, concluye Ravreby.

Por su parte, Sobel advierte que “esto no significa que actuemos como las cabras o las musarañas. Los seres humanos probablemente se basan en otros indicios mucho más dominantes durante sus interacciones“, dijo.

No obstante, los resultados de nuestro estudio sugieren que nuestro olfato desempeña un papel más importante de lo que se pensaba en nuestra elección de amigos”, concluyó Sobel.

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