Enlace Judío.- La 31ª edición del Festival de Cultura Judía de Cracovia: una reflexión sobre el simbolismo del agua en el judaísmo, la purificación del mal y las amenazas del cambio climático

ÁNGEL LÓPEZ PEIRÓ EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Una cita irrepetible cada año en el calendario cultural de Cracovia–el alma de Polonia—ya ha llegado, para regocijo de locales y turistas, judíos y gentiles. Música de numerosos géneros—siempre evitando el klezmer—, conferencias, debates, cine, relatos y literatura, visitas guiadas, juegos urbanos y espectáculos multimedia se dan cita hasta el 3 de julio en el antiguo barrio judío de Kazimierz. Una gran parte de los eventos del festival se pueden seguir online en directo a través del enlace: 31.jewishfestival.pl/31-fkz-na-zywo/

Kazimierz – Barrio judío de Cracovia

Kazimierz, creando un pintoresco y climático escenario para el festival, fue popularizado internacionalmente por La Lista de Schindler de Spielberg, y es hoy en día tanto un centro de turismo judío como uno de los barrios más de moda, centro neurálgico, además, de la vida nocturna cracoviana. El mayor festival de cultura judía en Europa comenzó el pasado viernes 24 de junio con una celebración del Shabat de la comunidad judía progresista de Cracovia y el estreno de una exposición artística que compara Cracovia con Venecia, especialmente su legado e historias judías, en el contexto de la amenaza generada por el cambio climático.

Tras una edición anterior que giraba en torno al concepto del fuego, el agua es el eje del festival en esta edición. En la promoción y eventos del festival se encuentran numerosas referencias al diluvio universal y al arca de Noé, que en cierto modo podrían repetirse como consecuencia del cambio climático. También aparecen, como no podía ser de otra manera, Moisés y el Mar Rojo. Sin embargo, en la temática del festival destacan el simbolismo del agua en la Torá, el agua como símbolo de vida y, en su parte más contemporánea e innovadora, el agua como uno de los principales retos, por su escasez o exceso, a los que tendrá que hacer frente la humanidad en las próximas décadas. El agua, un elemento clave en la geopolítica de Israel y Oriente Próximo desde la antigüedad. El director del Festival, el polaco gentil Janusz Makuch, destaca que el concepto de Maiim Jaiim ”Agua Viva” fue creado por el judaísmo y recuerda que el agua permitió la fundación de Jerusalén y Jericó, así como el desarrollo de la vida en Israel hasta la actualidad, en que este elemento permite convertir desiertos en vergeles. Sin embargo, a otro nivel más profundo, el simbolismo del agua que el festival quiere enfatizar es el del agua como purificadora del mal, siempre presente. El festival destaca especialmente el papel del agua como símbolo de la limpieza, muy necesaria, del mal que se encuentra alrededor de las relaciones polaco-judías. Sin duda, con agua o no de por medio, el festival contribuye a limpiar ese mal.

La edición de este año del festival está también claramente marcada por la guerra en Ucrania, que, entre otras consecuencias, ha convertido en ucraniana a una cuarta parta de la población de Cracovia. Se organizan visitas guiadas en ucraniano, la web del festival apela a la solidaridad con Ucrania e incluye una sección dedicada en ucraniano. Además, en la página del festival, Janusz Makuch no duda en comparar la lucha histórica de Israel por defenderse—solo, sin ayudas externas— de ataques externos, con la situación a la que hace frente ahora la nación ucraniana, presidida por un judío. El festival no puede quedar al margen del cínico y penable en La Haya supuesto intento de Putin y sus secuaces por “desnazificar” Ucrania. Tampoco hay que olvidar que la actual Ucrania occidental es la tierra de origen de los ancestros de muchos judíos “polacos” askenazíes en todo el mundo. Ucrania en su conjunto ha sido históricamente un centro de la civilización judía, especialmente tras el esfuerzo de los zares rusos hasta el siglo XIX de empujar a los judíos a las tierras fronterizas occidentales del imperio alejándolos de los centros económicos y de poder.

Hace ya más de 30 años un grupo de polacos gentiles entusiastas del patrimonio y la historia judía del país, escondido durante la época del comunismo, iniciaron un proyecto que no ha parado de crecer y atrae tanto a miles de polacos como a numerosos judíos de todo el mundo. Este esfuerzo se enmarca en el renacimiento en Polonia, tanto a nivel social como institucional, del interés por lo judío y por la recuperación del patrimonio arquitectónico y cultural judeo-polaco. Es remarcable también que el festival tiene cada vez más repercusión en Israel y crea vínculos entre Jerusalén y la capital cultural polaca, como atestigua el hecho que el alcalde de Jerusalén grabara en la edición anterior un afectuoso vídeo de saludo y agradecimiento para los organizadores y participantes del festival.

Un festival judío de tales dimensiones en Cracovia no es fruto de la casualidad. Cracovia, la ciudad de Juan Pablo II y auténtica cuna del catolicismo, es también una de las ciudades históricamente más importantes para el judaísmo en Europa central y oriental. Aquí vivió el eminente rabino talmudista Moses Isserles en el siglo XVI, época en que la ciudad constituía uno de los más importantes centros de civilización judía en Europa. Fuera del ámbito religioso, en esta ciudad vivieron famosos judíos como el poeta y compositor Mordejaj Gebirtig, los hermanos Natan y Yoram Gross, director de cine y creador de dibujos animados respectivamente, el poeta Józef Bau y la creadora de un imperio de los cosméticos Helena Rubinstein.

El festival cuenta con el apoyo de las instituciones polacas. No en vano, se trata de un certamen al que asisten más gentiles polacos que judíos y que tiene como uno de sus objetivos primordiales dar a conocer la historia y la cultura de los judíos polacos. Esta celebración de la cultura judía, tanto sagrada como profana, pone el énfasis en todos aquellos aspectos más positivos de la civilización judía en Polonia y de la coexistencia polaco-judía pero sin esconder todas las sombras—no sólo las visibles durante la Segunda Guerra Mundial—que han oscurecido históricamente esas relaciones. Sombras que siguen generando polémicas en la actualidad en los ámbitos políticos, diplomáticos y académicos, pero que no han impedido que la católica Cracovia se convierta cada año durante 10 días en el centro neurálgico de la cultura judía a nivel mundial.

26.06.2022

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