Enlace Judío México e Israel – Vivir en Israel, es algo más que pisar una vereda, trabajar o estudiar.

Vivir en Israel, es estar listo para recibir un sinfín de sensaciones que estimulan cada uno de los sentidos, a veces hasta arrancar lágrimas.

Muchas veces le digo a quien me pregunta ¿por qué hice alía? ¿por qué dejé mi cómoda vida en Argentina para empezar nuevamente como un analfabeto? Es que vine a hacer historia, vine a ser parte de la historia que día a día construye mi pueblo hebreo, junto a otros pueblos que habitan Israel y son parte del mismo Estado.

Y la historia es la suma de las millones de cosas que hacemos aquí hora a hora día a día, desde barrer una casa, ser astronauta o profesor del Technion, arreglar el motor de un auto, ser parlamentario, incluso esos parlamentarios que son antisionistas extremos, construyen nuestra historia y fortalecen nuestro país.

Un país sin democracia no es fuerte y esos parlamentarios muestran al mundo que en Israel se vive en democracia.

Como ciudadano vine a impositiva a pagar un impuesto, salí de la oficina estatal con hambre, vi un batido con cuatro mesas y enseguida una señora muy agradable me ofreció el menú, básicamente pescado de Marruecos frito y muy picante o pescado al horno, con arroz y ensalada.

En la barra un señor mayor, ayudado por unas muletas para caminar.

Al entablar conversación me dice que se llama Ben, como su nieto que estaba en la foto en la pared, vestido de soldado.

Inmediatamente imaginé que su nieto, es uno de los más de treinta mil muertos en nuestra guerra de liberación.

Su nieto había muerto en la operación Sui Caetan junto a 7 compañeros, cuando su vehículo blindado sin techo, recibió un impacto directo de un misil antitanque.

Su nieto se llamaba como el, Ben, y antes de entrar al ejército al batallón Golán Dud13, pesaba 180 kg, se entrenó un año para llegar a los 78 kg y ser aceptado en las FDI como soldado combatiente.

Ben salió premiado y condecorado como el mejor soldado de la unidad, durante los 8 meses de entrenamiento y el noveno es la guerra; le pide por favor a sus jefes, participar del enfrentamiento bélico, quería entrar a Gaza para terminar con Hamás.

Pero el destino o un error táctico militar, determinarían que él y sus siete compañeros morirían, de un misil antitanque arrojado desde un edificio alto de Gaza.

Los soldados totalmente indefensos del ataque aéreo, o de altura, ni escucharon el misil que terminó con sus sueños.

Murieron todos sin disparar un tiro en la guerra, murieron apretando los dientes para en unos minutos más salir de ese vehículo, el cual también salió de combate, por no ser apto para los niveles actuales de enfrentamiento en esta región y fueron vendidos a países del tercer mundo.

Luego de esta trágica historia, la abuela de Ben, que fue quien cocino mi exquisito pescado, me comentó que junto a su esposo, quisieron compartir con otros jóvenes y ciudadanos las comidas preferidas de Ben, esas que le hacía antes del ejército.

De repente ese restaurante pequeño y sin lujo, pero con aroma a casa, se transformó para mi en un restaurante cinco estrellas, donde cada plato tiene el amor que solo una abuela puede hacerle a su nieto.

No puedo mentir, pero las lágrimas y un nudo en la garganta me invadieron, quizás porque mi hijo Simón murió a su misma edad, o porque mi hijo Ariel termina esta semana el ejército.

Nos despedimos con un abrazo muy profundo, esos que solo podemos dar aquellos que hacemos historia.


 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío. Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío