Enlace Judío México e Israel – La sinagoga es el centro de reunión de una comunidad judía, donde conviven el amor a Dios, la alegría y el duelo. Bet Yosef, la sinagoga principal de la Comunidad Monte Sinaí, no es la excepción. Acompaña al rabino Abraham Tobal en este recorrido por su amada sinagoga, narrado con pasión y sabiduría. 

 

 

Hace 27 años, cuando llegó a la Comunidad Monte Sinaí, el rabino Abraham Tobal no sabía que, a la postre, esta se convertiría en su casa, en su familia y en el centro emocional en el que gravitan miles de recuerdos. “Para mí, este lugar es mi segunda casa, por no decir mi primera casa”. Con nostalgia y alegría, con pasión y entusiasmo, Tobal nos cuenta un poco de la historia y las características del centro neurálgico de dicha comunidad: la sinagoga Bet Yosef.

El actual rabino principal de la comunidad dice que, aunque existen otras, Bet Yosef “siempre se consideró como la sinagoga central, principal de la comunidad.” Está ubicada en un complejo arquitectónico formado por cuatro bloques o edificios, donde hay templos pequeños, salones de eventos, oficinas, restaurantes y, claro la sinagoga principal.

Se trata de “un centro comunitario en el pleno sentido de la palabra”, pues en él se realizan todas las actividades que dan sentido y cohesión a un extenso grupo social cuyos orígenes se remontan al inicio del siglo XX.

Los templos de Monte Sinaí

Esta comunidad fue constituida en 1912, “y en ese entonces, cuando comenzaron, el primer templo fue en el Centro, en Justo Sierra.” La formó un pequeño grupo de migrantes que había llegado en barco al puerto de Veracruz, mayoritariamente comerciantes que se avecindaron en el Centro Histórico de la ciudad.

“Después, con el tiempo, (la comunidad) fue creciendo (y sus miembros) comenzaron a mudarse, a cambiarse a la colonia Roma. Ahí se hizo el templo de la calle de Querétaro, que es ya muy antiguo; después la gente comenzó a concentrarse en la colonia Polanco, y ahí es donde después se construyó el templo que está en la calle de Tennyson.”

Pero años más tarde, los miembros de la comunidad comenzaron a reubicarse en Tecamachalco, Bosques de las Lomas e Interlomas, al rededor de Bet Yosef, que “se inauguró 9 de enero de 1983, es decir, este enero cumplió 38 años. Pero desde entonces fue cada vez más asistencia, fue creciendo la asistencia a este templo y (…) hoy es el centro de la vida comunitaria.”

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Un centro de reunión

“Cuando hablamos de una sinagoga, en hebreo se llama Bet Haknesset. Bet es ‘casa’ y Haknesset es ‘de reunión’, ‘de convocatoria’.”, explica Tobal. “Se le llamó así a las sinagogas, a los templos, por el hecho de que no es solamente un lugar al que la gente viene a rezar (….) pero es un centro de reunión.”

El ciclo entero de la vida se celebra en una sinagoga: brit milot, bar mitzvot, bodas, rezos por la memoria de los muertos, pero también reuniones y asambleas…, “diferentes eventos comunitarios se llevan a cabo en este lugar, que “inspira y trae recuerdos, nostalgias de todo tipo de vivencias.”

El templo Bet Yosef fue remodelado por completo hace algunos años pero conserva los vitrales multicolor que representan a las 12 tribus del pueblo de Israel, explica Tobal mientras los contempla con emoción, exaltado y visiblemente feliz. Luego presume uno de sus rincones favoritos, el hejal, donde se guardan los Sifrei Torá, “no puedo afirmarlo pero creo que es de los más grandes del mundo.”

El rabino continúa su visita guiada virtual con las dos enormes piedras talladas con las primeras palabras de cada uno de los 10 Mandamientos. Luego, visiblemente emocionado, recorre con la vista las sillas vacías que se encuentran frente a él y recuerda cómo, en las fiestas mayores, pero también en otros eventos, lucen repletas de hombres y mujeres (ellas, en la parte de arriba) en un espacio que “conecta a muchísima gente con sus raíces, con sus experiencias, con su comunidad.”

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Esplendor y belleza

Arriba del hejal, los visitantes de Bet Yosef pueden apreciar una inscripción en hebreo que, para Tobal, guarda un significado muy profundo: “Hod Vehadar Lefanav Oz Vejedvá Bimkomó”, que puede traducirse como “Esplendor y belleza están frente a él.” Al respecto, el rabino reflexiona sobre por qué las sinagogas deben ser no solo funcionales sino también hermosas.

Al igual que nuestras casas, que procuramos decorar y hacer lucir bellas, las sinagogas, que simbolizan la casa de Dios (aunque, aclara, Dios está en todas partes), deben ser espacios estéticamente elevados, pues a través de ellos demostramos “valoración y respeto a un lugar sagrado.”

Tobal nos muestra también otra inscripción:  “Hashem Ahavti Maón Beiteja Umekom Mishkán Kevodeja”, a la que traduce como “Dios, amé el aposento de tu casa y el lugar donde habita tu honor. Explica que la frase original alude al Bet Hamikdash o Templo de Jerusalén, destruido hace casi 2000 años, pero cuyo espíritu es representado por estos “pequeños santuarios” que lo simbolizan.

Una comunidad excepcional

Para concluir su recorrido, que puedes ver completo en el video adjunto, Tobal reflexiona sobre la comunidad judía de México, a la que considera excepcional:

“La pertenencia comunitaria que nos convierte en una gran familia. Hay un sentimiento de pertenencia tan fuerte en la comunidad judía de México, cada uno en su comunidad, yo lo puedo decir con certeza absoluta acerca de la Comunidad Monte Sinaí, la gente siente que no está sola, siente, así como decían antes en Rusia: ‘la madre patria’, aquí es la madre comunidad, que nos cobija, que nos protege, que nos da servicios en todo. Es un privilegio y una suerte que, a veces, no se puede valorar porque estamos acostumbrados y no sabemos qué sería no tener esto, pero es algo maravilloso.”

 

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