Enlace Judío / Rab Pinchas Winston – El Talmud nos dice que el episodio de los espías fue la causa de la destrucción de ambos Templos, y de todas las demás calamidades asociadas al noveno día de Av. Eso es a nivel de Pshat [al nivel más inmediato]. A nivel de Sod [más místico], la fuente se remonta aún más.

Según la Cábala, el origen de la destrucción de los templos fue la ruptura del primer juego de tablas. Después de regresar de la cima de la montaña, y tras ver el Becerro de Oro en el campamento de abajo, Moshé Rabbeinu tiró las tablas que llevaba y las rompió. Puede que haya roto las Primeras Tablas físicamente, pero esto causó una ruptura espiritual con ramificaciones a lo largo de la historia.

Si eso es cierto… y lo es, entonces incluso las Lujos HaRishonos -las Primeras Tablas- no son la fuente de la destrucción de los templos. El Becerro de Oro que condujo a su ruptura lo fue. Fue obra del Erev Rav que Moshe Rabbeinu sacó “por error” de Egipto junto con el pueblo judío, en contra del consejo de Dios.

Siendo así, el Erev Rav tampoco fue la “fuente” del desastre. Como explica el Arizal, el Erev Rav eran las almas reencarnadas que Adam HaRishon [Adán] había producido durante sus 130 años de teshuvah [enmienda] (Eiruvin 18b; Sha’ar HaPesukim, Shemos).

Bueno, si vas a ir tan atrás en el tiempo para rastrear la causa original que eventualmente condujo a Tisha B’Av, también podrías ir hasta el Aitz HaDa’as Tov v’Ra – el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Si no hubiera sido por ESE pecado, entonces Adán no habría necesitado arrepentirse durante 130 años y producir almas de grado Erev Rav.

La verdad sea dicha, incluso ESE pecado no fue el comienzo de todo. La Cábala enseña además que la única razón por la que tuvo lugar el pecado de comer fue porque Adán ya había cometido el pecado de “mirar”. Aparentemente, explica el Leshem, si Adán no hubiera mirado el Aitz HaDa’as [Árbol del Conocimiento], lo que hizo con la mejor intención, la serpiente nunca habría entrado en el Jardín. Esto es lo que permitió a la serpiente atraer a Java [Eva] a comer en primer lugar.

Cuando Adán fue creado por primera vez, no tenía yetzer hara [tentación] interno. Estaba perfectamente equilibrado entre el bien y el mal y no tenía idea de lo que era desobedecer a Dios. Tampoco tenía la intención de violar el mandato de Dios, sólo de cumplir con su papel de rectificar la Creación. Sabía que ese camino pasaba por el Aitz HaDa’as Tov v’Ra, y lo estudió para saber cómo.

Era la idea correcta, pero en el momento equivocado. Como explica el Leshem, Adán no estaba espiritualmente capacitado para llevar a cabo su misión en ese momento, y no debía hacer otra cosa que esperar a Shabat. El Shabat habría transformado todo, y entonces habría sido la idea correcta Y el momento correcto.

Tisha B’Av es sólo un recordatorio MUY doloroso de que Adán se adelantó a llevar a cabo personalmente la rectificación del mundo. También es un maestro de una de las lecciones más importantes sobre la vida, sobre lo que significa construir en lugar de destruir. Es un mensaje que impregna cada sílaba de Megillas Eijah.

Terminamos el rezo todos los días con estas palabras:

Rebi Elazar dijo en nombre de Rebi Janina: “Los estudiosos de la Torá aumentan la paz en el mundo, como dice: ‘Y todos tus hijos serán estudiantes de Dios, y tus hijos -banayich- tendrán paz’ (Yeshayahu 54:13). No leas “banayich”, “tus hijos”, sino “bonayich”, “tus constructores”. (Brochos 64b)

¿Qué significa ser un constructor? Para tener éxito, hay que construir algo que pueda permanecer en pie. Eso suele significar tener algún tipo de plan, y elaborar de antemano todos los problemas potenciales. Así se pueden resolver sobre el papel, no en la obra.

En cierto sentido, ser arquitecto es como ser jugador de ajedrez. Hay que pensar en muchas jugadas por adelantado para evitar pérdidas. Hay que anticiparse a los obstáculos cuando aún son sólo potenciales, para que nunca se hagan realidad. Hay que mirar lo que existe hoy y proyectar su camino hacia el futuro.

El Talmud tiene otro nombre para una persona así:

¿Quién es el sabio? Aquel que ve lo que está naciendo. (Tamid 32a)

En otras palabras, cuando actúan en el presente, consideran el futuro. Cuando algo ocurre hoy, se preguntan por su impacto mañana. Cuando dicen algo en el aquí y ahora, se preocupan por lo que podría causar más adelante. Esto requiere mucha sabiduría y otorga a la persona un mayor control sobre su futuro.

Por ejemplo, Kamza (Gittin 55b). Cuando expulsó a Bar Kamza de su comida festiva, probablemente no tenía ni idea de que eso provocaría una invasión de los romanos y la destrucción del Templo (Gittin 57a). ¿Habría sido un mejor anfitrión de haber sabido que así sería? Probablemente.

¿Cuántas cosas en la vida se van “al garete” de una manera muy mala porque alguien no consideró sus acciones o palabras presentes? Incluso las guerras mundiales se convierten en guerras mundiales porque los líderes no calcularon adecuadamente el posible impacto futuro de sus políticas actuales.

El mensaje es extremadamente profundo, y se resume profundamente en una palabra: eijah – ¿cómo? ¿Cómo ha llegado a ser tan malo? ¿Cómo se han descontrolado tanto las cosas? ¿Cómo algo tan bueno se convirtió en algo tan malo? ¿Qué “giro a la izquierda” hizo que todo tomara un rumbo tan destructivo?

El mismo mensaje se plasmó en la pregunta de Dios a Adán después de su pecado: “¿Ayekah?” Se traduce como “¿Dónde estás?”, pero se escribe exactamente igual que “eijah”. De ayekah a eijah, ha sido la misma historia a lo largo de la historia.

Sorprendentemente, la causa original suele ser algo pequeño y sutil. Puede mostrar poco potencial para algo malo. Se necesita una persona sabia para trazar el curso de un acto o palabra, para ver su causa y efecto, con el fin de averiguar el mejor curso de acción en el presente. Eso hace que una persona sea constructora. Ahora que el periodo oficial de luto ha pasado, tenemos que aprender la lección y convertirnos en constructores para ser verdaderamente reconfortados.

Fuente: torah.org