“Sobre las propias ruinas se alza y tiene su esperanza el poema”
Paul Celan

Sobre los cuerpos que huyen del cielo,
y desordenados se posan en los alambres de púas.

Sobre sus trajes de harapos negros y sus mutiladas alas,
vuelan sobre nuestras almas dejándolas ausentes
y anochecidamente mudas.

Sobre el pájaro furioso pero inmóvil sobre el cercado.

Planeando solo acongojarse de su suerte.

Carcomido en su propia tumba.

Sin decirle a nadie, pero a nadie, nuestro martirio.

Sobre la profunda tristeza al mirar estas aves
que nos ven morir día a día,
y no le expresan al mundo
que estamos siendo exterminados.

Y se callan en la piedra,
en el sueño,
en la tiniebla,
en la bota.

Sobre esos pájaros testigos de vicios y torturas.

De rostros y muñones,
de sepulturas abiertas,
de carne quemada,
y ojos crucificados al viento.

No llevan flechas escarlatas al mundo,
ni chillidos de avisos del terror que existimos.

Están hechos de puro hueso, piojos y castigo.

Sobre sus afonías.
Sobre sus pactos en ser la cruz y el verdugo.
Sobre sus retirados graznidos.

¿Acaso también están amenazados?

Sobre la red que gime,
también muestran su temblor los pájaros.

En sus patas llevan tatuados un número.
Y esperan en fila.
Desnutridos de coraje.
Igual que nosotros.
Ser ejecutados.


 

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