Enlace Judío – Muchos palestinos LGBTQ huyen de Judea y Samaria (Cisjordania) a Israel, pero para la mayoría no es una solución. Una nueva obra de teatro se basa en una de estas historias, informó Haaretz.

Ayman (seudónimo), un joven homosexual de 24 años de la localidad de Nablus en Judea y Samaria (Cisjordania), fue detenido por la policía palestina en agosto de 2019, después de compartir un post de Instagram en apoyo de los derechos LGBTQ, a raíz de la prohibición de las actividades de la comunidad. “Todo lo que escribí fue ‘déjenos vivir como elegimos’. Ni siquiera mencioné la palabra ‘homosexual'”.

Dos horas más tarde, oficiales de la policía se presentaron en su casa y lo llevaron a una comisaría. “Durante mi primer interrogatorio me dijeron que alguien había avisado a la inteligencia palestina”, relata. “Estaba sorprendido. No podía respirar. Tenía miedo. Alguien debía haberme delatado. Hay informantes a los que se les paga para que informen sobre activistas sociales y políticos. Me negué a responder a las preguntas del interrogador sobre mis opiniones sobre los homosexuales. El policía me abofeteó, me escupió en la cara y pateó mi silla para que cayera al suelo. Me esposaron”.

Ayman señala que lo metieron en una celda durante 12 horas, sin siquiera agua para beber, y lo volvieron a interrogar. “El interrogador trató de hacerme hablar, que admitiera que era homosexual y le diera los nombres de otros hombres homosexuales”. Cuando se negó a cooperar, lo trasladaron a Junaid, una prisión de la Autoridad Palestina en Nablus.

Describe la prisión como “matadero”, y habla de seis días de abusos y torturas que incluyeron estar atado a una silla, de manos y pies, en una posición insoportable, durante 12 horas. Atribuye su liberación a la presión a activistas cuya identidad no quiere revelar por temor a ponerlos en peligro. Como condición para su liberación, firmó un documento en el que se comprometía a no expresar su apoyo a los derechos de la comunidad LGBTQ ni a participar en ningún debate público sobre el tema.

Cuando volvió a casa, dice, sus padres se negaron a hablar con él. “No me ofrecieron ningún apoyo. En cambio, revisaron mis cosas y descubrieron que tenía una relación con un hombre de Nablus. Cuando me di cuenta de que se lo habían dicho a mi padre, me aterroricé. Mi madre me dijo explícitamente que me iban a asesinar. Conozco el poder de mi padre”, comenta.

“Se espera que participe en protestas, que vaya a los puestos de control y tire piedras, pero yo no soy así. Eso nunca me ha interesado. Todo lo que quiero es ser quien realmente soy. Sabía que tenía que huir a Israel. Era la única manera de salvarme”, afirma.

La detención de Ayman tenía como objetivo silenciar la comunidad LGBTQ. La campaña de la Autoridad Palestina contra la población homosexual incluye llamamientos a los ciudadanos para que denuncien actividades “sospechosas” y la ilegalización de Al Qaws para la Diversidad Sexual y de Género en la Sociedad Palestina, una organización de la sociedad civil con sede en Jerusalén Este.

En respuesta, el Consejo de Organizaciones de Derechos Humanos de Palestina pidió a la AP proteger a todos los palestinos y subrayó que la conducta de la policía viola los acuerdos internacionales firmados por el gobierno de Ramala.

Huir de la Autoridad Palestina a Israel, una opción deseable para muchos palestinos LGBTQ, requiere grandes planes. Ayman recibió información sobre las brechas en la barrera de seguridad, las formas de evadir las patrullas del ejército israelí y dónde encontrar refugio en la aplicación de citas Grindr.

Cuando estuvo preparado empacó algunas pertenencias en una pequeña maleta, tomó un taxi hasta un pueblo cercano a Tul Karem e ingresó a Israel a través de una brecha en la valla. Era el principio de la pandemia de COVID-19, por lo que la seguridad en el lado israelí de la valla era poco estricta. El transporte público lo llevó a Tel Aviv, y sus conocimientos del inglés le ayudaron a moverse. Después de dormir en la playa durante tres noches, se alojó en un refugio para personas LGBTQ durante un mes antes de trasladarse a otro en Haifa.

Un fenómeno creciente

“Sharif”, una obra escrita y dirigida por Tomer Aldubi que se presentó recientemente en el Teatro de Haifa, aborda los retos que enfrentan palestinos homosexuales en Judea y Samaria (Cisjordania). La obra se basa en historias de varias personas, entre ellas Ayman, que han huido a Israel.

La trama se centra en la vida de Sharif, desde el momento en que se revela su identidad sexual, describe el conflicto con la policía palestina, hasta su huida a Israel. La obra también destaca su encuentro con la Administración Civil israelí para recibir su permiso de entrada y el racismo que encuentra en la sociedad israelí. Mientras Sharif intenta superar los obstáculos diarios en un paisaje desconocido, sueña con reunirse con Nour, el amor de su juventud cuyo destino sigue siendo desconocido.

Aldubi, de 29 años, radica en Haifa. Durante los dos últimos años ha sido voluntario en Al-Bait Al-Mokhtaklef, también conocida como la Casa Diferente para el Empoderamiento de la Comunidad Árabe LGBT, que ofrece una variedad de servicios y opera una línea telefónica que ayuda a las personas a tener acceso a sus derechos. Por tanto, está familiarizado con la situación de los palestinos LGBTQ que huyen de Judea y Samaria (Cisjordania) a Israel.

“El fenómeno de los palestinos LGBTQ que huyen a Israel debido a su orientación sexual está cobrando fuerza en los últimos cuatro años. Se trata de personas que huyeron de Judea y Samaria porque estaban en peligro inmediato, e Israel reconoce su circunstancia particular. Reciben un permiso de entrada temporal debido al peligro que corren”, explica Aldubi.

“El permiso se puede renovar, pero no siempre llega a tiempo, por lo que se convierten en extranjeros ilegales, y si la policía los encuentra, son devueltos a Judea y Samaria. Este no es un escenario especulativo, ha ocurrido, y es absurdo. Siempre me he preguntado cómo es posible que se les deje entrar a Israel pero no reciban los derechos básicos. Es totalmente indignante, y esto es lo que he intentado mostrar en la obra. Realmente quería crear consciencia sobre este tema”.

La obra está en hebreo, con algunas escenas en árabe. Mientras trabajaba en la obra, Aldubi descubrió que contratar a un árabe para el papel de Sharif era imposible. “Contacté a muchos actores árabes y todos rechazaron el papel. Algunos ni siquiera se molestaron en leer la obra, solo oyeron de lo que se trata y la rechazaron por el estigma sobre la identidad LGBTQ en la sociedad árabe”, dice.

Finalmente, Asaf Sorek fue electo para el papel de Sharif, y para lograr una representación lo más auténtica posible, Aldubi recurrió a un palestino gay que había huido de Judea y Samaria (Cisjordania) y vive en Israel para que sirviera como tutor de los actores y acompañara el proceso de dirección.

Las reacciones a “Sharif” han sido variadas. “La comunidad homosexual israelí respondió principalmente con racismo”, comenta Aldubi. “Algunos me preguntaron por qué no me centraba en la comunidad judía homosexual y sus problemas en lugar de en los palestinos. Muchos dijeron que los palestinos no merecen estar aquí, y que deberían estar agradecidos incluso por haberles dejado entrar. Algunos dijeron que estas personas pueden convertirse en terroristas, y que por lo tanto, ¿qué derecho tienen de causar problemas y protestar contra el gobierno? La parte palestina también me atacó. ¿Quién te crees que eres? ¿Por qué no escribes una obra sobre la ocupación? Desde mi punto de vista, estos temas no pueden separarse y están en la obra: es una historia de exilio, pertenencia y racismo”.

Un informe de Human Rights Watch de 2020 puso de manifiesto los abusos cometidos contra los palestinos LGBTQ, incluida la violencia familiar y las amenazas contra su vida por parte de la policía palestina. Un informe que la organización sin ánimo de lucro UN Watch, con sede en Ginebra, presentado al Comité de las Naciones Unidas contra la Tortura en julio, indica que las personas LGBTQ que viven bajo el gobierno de la Autoridad Palestina en Judea y Samaria (Cisjordania) y el de Hamás en la Franja de Gaza sufren de persecución y exclusión social. Aquellos que han huido hablan de terribles torturas, amenazas de muerte, matrimonios forzados e intentos de hacerles nombrar cómplices. “Todos tienen miedo de todos. Algunos han sido castigados, otros han sido asesinados. Otros se han suicidado”, afirma un hombre homosexual de Gaza citado en el informe.

Ser homosexual en Judea y Samaria es una sentencia de muerte. Una vez que te descubren, no tienes muchas opciones: o tu familia ‘se encarga de la situación’ o lo hace la policía“, dice Ayman. Como deja claro su relato, la “atención” policial puede incluir tortura física.

Comenta que los guardias de la prisión de Jericó, donde se lleva a la mayoría de los sospechosos de ser LGBTQ, obligan a los detenidos a permanecer durante horas atados a una silla baja en una posición extremadamente dolorosa.

Un palestino que habló con Haaretz bajo condición de anonimato señala que no hay cifras oficiales sobre el número de palestinos que son encarcelados por su orientación sexual. “Aunque la homosexualidad no es un delito según la ley jordana que se aplica en la Autoridad Palestina, se les considera delincuentes. Lo cierto es que ocuparse de los derechos del colectivo LGBTQ no es una prioridad para la organización sin ánimo de lucro, y hay una grave falta de seguimiento de estos casos”, afirma.

La burocracia israelí

Una escena de “Sharif” destaca los desafíos de los palestinos LGBTQ en Israel. Muestra un encuentro con una funcionaria de la Administración Civil cuando Sharif solicita un permiso de entrada.

“¿Afirmas que eres perseguido por tu orientación sexual y que es demasiado peligroso permanecer en tu pueblo? ¿Admites que ingresaste a Israel de forma ilegal?”, le pregunta la funcionaria, en hebreo. Sharif tiene la mirada perdida durante unos segundos, sin entender lo que dice, antes de responder en árabe. La funcionaria intenta explicar de nuevo, pero esta vez lentamente. “¿La autoridad que representa un peligro para ti es un organismo político dentro de la Autoridad Palestina y sus agencias?”, Sharif, que de algún modo capta la idea general, explica que su familia lo amenazó de muerte y que no tuvo más remedio que huir.

Ayman confirma que el trato con la Administración Civil es difícil pero inevitable. “No hablaba ni una palabra de hebreo cuando tuve mi primera cita y no tenía ni idea de lo que decían. Fue totalmente abrumador y me sentí perdido”.

Otra dificultad es que las entrevistas para la renovación de los permisos solo se realizan en la Oficina de Coordinación y Enlace del Distrito de Efraim, en Judea y Samaria (Cisjordania), no muy lejos de Qalqilyah. El puesto de control más cercano sirve a miles de palestinos que viajan salen y entran por lo que siempre existe el riesgo de toparse con alguien que pueda delatar a un palestino que huyó a Israel. Además, no hay ningún autobús directo a la oficina. Ir hasta allá implica caminar unos 1.5 kilómetros desde el cruce de Shaar Efraim hasta el puesto de control, por una carretera sin aceras para peatones.

“Es la misma historia cada pocos meses. La última vez tuve que caminar durante 20 minutos y luego esperar fuera durante tres horas hasta que finalmente me hicieron cuatro preguntas: ¿Dónde vives? ¿A qué te dedicas? ¿Has perdido algo? Pero no tengo elección”, dice Ayman.

Es importante señalar que un permiso de entrada no otorga a su titular un seguro médico israelí. “La ley establece que se debe conceder cualquier tratamiento médico de urgencia. Pero a los palestinos se les niega en la práctica”, comenta Rita Petronko, directora de La Casa Diferente.

“Estos casos requieren nuestra intervención deliberada para que los solicitantes de asilo palestinos reciban tratamiento en una sala de urgencias”, dice. “Ocasionalmente, los palestinos reciben tratamiento médico en la clínica de Médicos por los Derechos Humanos, pero esto no debe sustituir a una sala de urgencias o a los servicios oficiales del Ministerio de Salud“.

Petronko explica que a menudo no se conceden los permisos de entrada, “y algunos palestinos se ven obligados a regresar a Judea y Samaria“. En estos casos, la organización trabaja para conseguir asilo en un tercer país, normalmente Canadá o Australia. Guiamos a los palestinos a través del proceso de inmigración a un tercer país, con la ayuda de la comisión de la ONU. Cabe señalar que el Estado de Israel no ofrece más soluciones que la concesión de permisos de entrada temporales”.

Ayman reitera que huir de Nablus puede haberle salvado la vida, pero subraya que la vida en Israel es difícil para alguien como él. “Tengo un aspecto diferente y no encajo en el paisaje israelí, no puedo escapar de eso. Por ser palestino en Israel, me hacen sentir que no soy nadie, me miran con desprecio. Un permiso de entrada temporal no me otorga ningún derecho como persona. He llegado a un punto de ruptura y quisiera emigrar a un tercer país”, dice.

En una respuesta escrita, la oficina del Coordinador de Actividades Gubernamentales en los Territorios, una agencia de las Fuerzas de Defensa de Israel, declaró: “La Autoridad Palestina es el organismo oficial responsable de las cuestiones de bienestar y salud bajo su jurisdicción. En algunos casos en los que se sospecha que existe un riesgo para la salud de una persona, no por razones de seguridad, el caso debe tratarse con los organismos palestinos pertinentes. En algunos casos humanitarios especiales que implican un riesgo para la vida se requiere actuar más allá de la letra de la ley y se puede conceder un permiso de entrada temporal a Israel para los residentes palestinos de Judea y Samaria. Esto solo ocurre tras una revisión rigurosa, exhaustiva y profesional de los detalles del caso por parte del funcionario de coordinación de bienestar de la Administración Civil, que es un profesional de asistencia social”.

“Como parte del proceso de aprobación del permiso, se fijará una cita con el residente palestino para una investigación cara a cara, una evaluación del peligro en cuestión hacia una solución adecuada para esta cuestión humanitaria. Estas reuniones deben tener lugar en persona, en aras de mantener una conversación imparcial con el residente palestino y proporcionarle asistencia profesional personal. En casos especiales, cuando durante la autorización de un permiso de entrada temporal surja la necesidad de un examen adicional de los casos, el funcionario de coordinación de la asistencia social citará al residente palestino para una segunda cita. No obstante, cabe señalar que las solicitudes de estado civil dentro de Israel, incluidas las solicitudes de asilo y los derechos de tratamiento médico dentro de Israel, no son atendidas por la Administración Civil israelí”.

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