Enlace Judío.- Entrevista a la escritora sobreviviente del Holocausto Edith Bruck, de Anna Buj, publicada hoy por el diario español La Vanguardia 

La escritora húngara (91) que reside en Roma sigue siendo la memoria viva y la voz de denuncia de la barbarie nazi justo ahora que los neofascistas están a punto de gobernar Italia.

A sus 91 años, la escritora húngara Edith Bruck es una sensación literaria en Italia con su último libro, Il pane perduto (el pan perdido), aunque lleva escribiendo desde poco después de que le liberaran de los campos de exterminio. En él, narra el horror que vivió después de que fuera deportada a los 13 años de un pequeño pueblo de campesinos húngaros a Auschwitz. Su labor de mantener la memoria le ha valido el reconocimiento del presidente Sergio Mattarella y también del papa Francisco, que acudió hasta su casa en el centro de Roma para escuchar sus cinco “momentos de luz”, sus cinco salvaciones.

¿Cuál fue la primera luz?

Llegamos a Auschwitz en mayo, bajamos de los vagones e hicieron la selección. Aullaban los lobos y los alemanes chillaban: derecha o izquierda. Nadie sabía lo que era, pero la izquierda era la cámara de gas. Como yo tenía menos de 16 años, me mandaron a la izquierda, con mi madre. Pero el último alemán me cogió, dio una patada a mi madre, que terminó en el suelo, y me dijo que fuera a la derecha. Fue la última vez que la vi.

Luego fue a Dachau. Terminamos en un castillo de oficiales que era un paraíso maravilloso porque pelábamos patatas o coles, estábamos en contacto con la comida. Un día, un cocinero se acercó y me preguntó cómo me llamaba. Quizás no llegas a entender lo que quiere esto decir… Yo estaba prácticamente calva. Era la 11.152, ése era mi nombre. Me lo seguía preguntando y yo no osaba responder. No lo entendía, era una frase demasiado humana. Al final, le dije: Edith. Me contó que tenía una niña pequeña como yo, y sacó un pequeño peine de su uniforme blanco. Fue un milagro, significaba que existía, que era una persona humana en el sentido de Shakespeare. El Papa se quedó impresionado cuando se lo conté.

Hubo cinco…

La tercera fue cuando un soldado me dejó dos centímetros de mermelada. Como todos, intentaba chupar los lados que dejaban para comer algo. Después, en Landsberg, hacía un trabajo más pesado, y un soldado me lanzó un guante agujereado. Era increíble, un gesto humano, por eso lo llame luz. La quinta fue aún peor. Habíamos hecho mil kilómetros a pie porque estaba llegando el ejército de liberación. La mitad murieron por el camino. Nos llevaron a una sala llena de muertos por los suelos, desnudos, y debíamos arrastrarlos hasta una tienda. Allí dos personas me dijeron que, si sobrevivía, debía contarlo.

Y así lo hizo.

Sí, por eso voy a las escuelas en Italia, era el último deseo de un moribundo. Después nos prometieron que si llevábamos unos chalecos del campo de concentración a la ciudad tendríamos el doble de sopa. Éramos 15 mujeres. Hice un pequeño trozo del camino y no lo lograba, y mi hermana me dijo que tirara unos cuantos. Son momentos en que no hay solidaridad, así que el resto también comenzaron a tirarlos. Al final, los guardias no podían caminar porque la nieve estaba llena de chalecos. Preguntaron quién había empezado. Di un pequeño paso y me masacraron a golpes. Entonces mi hermana mayor agredió al alemán. Al final, el alemán me hizo levantar. Dijo que si una sucia, asquerosa perra judía tenía la valentía de levantar la mano a un alemán merecía sobrevivir. Esa fue la quinta luz.

Luego empezó a escribir.

He vuelto siempre en cierta medida al mismo argumento. No por mí, para los chicos, para el futuro. Recibo miles de cartas de jóvenes y hago un libro sobre ello. Desde que salió este último libro no he parado ni un día. Los periodistas me preguntan de política, me he convertido en una especie de monumento. Cómo si hubiesen descubierto ahora que escribo.

Hablemos de política. ¿Por qué cree que ha ganado Giorgia Meloni en Italia?

Porque el fascismo nunca ha sido desarraigado, como no ha sido desarraigado el antisemitismo. En su partido son todos viejos fascistas. Hay una crisis económica y política. Primero fue el virus, después la guerra, y hay un descontento. La gente espera que venga alguien para que sea mejor. Ella ha sido muy hábil en la propaganda, y los otros no. Hoy hace falta chillar para que llegue al corazón. Ella chilla, como hizo en España. Son palabras vacías. Dice que es patriota. ¿Acaso ha luchado una guerra? Mujer. Somos tantas mujeres… ¿Cristiana? Los cristianos han hecho guerras desde el principio del mundo.

Meloni dice que el fascismo es algo del pasado.

No es pasado, porque es hija de aquel líquido amniótico. Creció con el fascismo, con los supervivientes del Movimiento Social Italiano, hace política desde que tenía 15 años. La han votado fascistas, pero también la gente normal, en las periferias, porque es muy inteligente y ha ido donde ningún político ha ido. Enrico Letta no iba a las periferias. Es un señor, es un profesor, pero aquí hace falta energía, chillar. ¿De qué tiene miedo? Me da miedo que toda Europa esté yendo a la derecha y siempre más a la derecha. Ella mandó un mensaje a Vox en España pidiendo que ganen las elecciones. La felicita Viktor Orbán, de Hungría, de mi país. Ahora estarán mucho más animados. Ése es el peligro. También en Francia, en Polonia, en toda Europa. Hay una nube negra que está creciendo sobre Europa y es muy peligroso con la guerra de Ucrania. No nos puede ser indiferente.

¿Por qué la gente comienza a preferir a la extrema derecha que a la tradicional?

Serán siempre más radicales. Ella dice que la familia son hombres, mujeres y niños, no habrá libertad para los homosexuales. En Hungría ni se puede pronunciar esa palabra. Orbán ha dicho que la raza pura húngara no puede ser mezclada. Estamos volviendo a los años 30, es una locura. No olvidemos la República de Weimar. Estamos en el mismo punto. ¿Qué futuro nos espera?

¿Italia tuvo demasiada prisa para cerrar la etapa fascista?

Lo negaron todo, todos los países, incluyendo Hungría. No hemos hecho cuentas con el pasado. El único país que lo ha logrado es Alemania, porque se sentía más en culpa. Ahora serán los cien años de la Marcha sobre Roma. No sé si es una coincidencia.