Enlace Judío- Una figura humana se lanza al cielo en pleno Paseo de la Reforma. Su fuerza, su ligereza, su deseo de trascender hacen honor a su nombre: “Viento”. Como lo dijera Shulamit Shrem, directora en México de la Asociación de Amigos de la Fundación Hispano judía, “el viento (es) concepto divino y creador, es el viento que sopló las velas de las embarcaciones que llegaron a estas costas, con la esperanza de un mejor futuro”.

Vientos de cambio

Con esta escultura, y los acuerdos que se firmaron en el marco de la Semana Hispanojudía, David Hatchwell, creador de esta genial iniciativa, logra mucho más que un acercamiento entre España y el Pueblo judío.

Cierra el ciclo de dolor, de exilio, de resentimiento de un pueblo desterrado; rescata la raíz judía de México, hace siglos enterrada; vuelve a caminar los senderos de la identidad judía, buscando develar el patrimonio, materia e inmaterial, de los sefardíes y legárselo, por medio de la educación, a judíos y no judíos.

Otorga voz a los criptojudíos sacrificados en las hogueras y en el olvido. Estos que tuvieron a bien, simultáneamente, esconder sus prácticas religiosas y transmitirlas a sus descendientes.

Hacerles justicia, haciéndolos visibles.

El gobierno español abrió el camino otorgando la nacionalidad por origen sefardí. La Fundación Hispanojudía amplió este acercamiento firmando acuerdos de colaboración con instituciones, municipios, universidades y colegios. Con exposiciones y conciertos, como el que unió los talentos de Jennie Serur, Adrián Justus y Antonio Santoyo. Con Historia, a cargo de Luis Huitron.

Y ahora, con el arte de José Sacal.

 

Viento, de José Sacal, colocada por la Fundación Hispanojudía
Viento, de José Sacal, colocada por la Fundación Hispanojudía

México, el viento a nuestro favor

En la inauguración participó una gran personalidad: Claudia Sheibaum, jefa de gobierno de la ciudad, también producto del exilio sefardí y prueba viviente de que México es un país de identidades plurales y de oportunidades. La acompaña Martí Batres, secretario de Gobierno de la CDMX y Claudia Stella Curiel, Secretaria de Cultura, cuyo apellido es judío. Es el abrazo del gobierno de la CDMX a su comunidad judía, representada por su líder, Marcos Shabot. Reconociendo su aporte al crisol de la sociedad mexicana,” una comunidad muy trabajadora que ha aportado su esfuerzo a la construcción de México”.

Y es así que cuando, en el sol de mediodía, suena la banda militar y se escucha el himno nacional, nos reconocemos todos como mexicanos, en esta CDMX, la ciudad refugio, la ciudad asilo, como lo expresa Batres. Recuerda que la identidad judía es una de las que ha hecho de la ciudad su hogar: otomíes, zapotecos, mixtecos, ingleses y españoles han llegado a sus calles, a sus mercados, a su cotidianidad.

Y recuerdo que yo también soy inmigrante. Recuerdo mi asombro ante la grandeza de estas avenidas, ante las sonrisas de los habitantes. Recuerdo a mi padre que dijo que “se le abrió el corazón a México”, mi padre que lloraba cada vez que escuchaba el himno nacional. Y valoro cada día en que despierto en este suelo sin sentirme ajena, este suelo que me hizo mexicana.

El cónsul español, Miguel Hernández, reconoce el error de Isabel I . “España sigue corrigiendo sus errores hoy en día… y muchos de ustedes se encuentran dentro del grupo de 140.000 españoles que hoy día viven en la demarcación consular del Consulado General de España”. Y como historiador: “Dicen que Cristobal Colón era judío, yo creo que podría haber sido judío perfectamente”. Invita a la Comunidad Judía a reestablecer la estatua de Colón en Reforma.

La presencia del embajador de Israel, Zvi Tal,  completa este mosaico de identidades. Israel representa el país-crisol que une a las díásporas y celebra, este año, 70 años de relaciones diplomáticas con México.

 

Shula Shrem, Fundación Hispanojudía, y Claudia Sheinbaum
Shula Shrem, Presidenta de Fundación Hispanojudía México, Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno y Silvia Sacal, esposa de José Sacal, Z”L

Lo que el viento traerá

Es así como hoy, bajo una carpa blanca, los judíos y España se reconcilian debajo de un monumento, incluyendo en su enlace a México y a Israel. Es un momento de apoteosis, un momento de unión.

Aún no lo saben los participantes, pero es un momento histórico que cierra una herida.

Un Tikún Olam que repara las consecuencias de una decisión errónea que, hace 530 años, rompió violentamente el tejido del mundo.

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