Enlace Judío – Las reflexiones que se presentan sobre las elecciones en Israel del primero de noviembre próximo se hicieron tres días antes de la realización de las mismas ¿Qué está en juego en estas elecciones?

Es evidente que si Benjamín Netanyahu y sus socios consiguen 61 mandatos (la mayoría absoluta dentro del parlamento israelí, necesaria para formar una coalición en el gobierno) e integra un gobierno con Ben-Gvir y Smotrich (los líderes de Hatzionut Hadatit), el sistema jurídico de Israel cambiará para mal, la regulación estatal sobre el mercado y sobre el Estado mismo se deteriorará y será mucho más fácil ser corrupto y comprar voluntades.

Smotrich dijo recientemente que quiere, como parte de su propuesta de reforma del sistema judicial, derogar el delito de fraude y abuso de confianza del Código Penal de Israel, que es uno de los crímenes por los que se acusa a Netanyahu.

Si se elimina sin proponer ninguna figura en su lugar, será una señal para que los funcionarios tengan rienda suelta para la corrupción. En segundo lugar, la reducción de la influencia del Poder Judicial que buscan Netanyahu y sus aliados sería utilizada en última instancia para habilitar la anexión de Judea y Samaria sin darles derechos a los palestinos que viven ahí. Sin el accionar de la Corte Suprema este camino está despejado.

Desde la perspectiva judía, la vuelta de Netanyahu vendría con mucha cohersión religiosa. Se marginaría más a la comunidad LGBT y las mujeres perderían derechos debido al fortalecimiento del Rabinato. El Rabinato es una institución estatal israelí que da forma legal hoy discrimina a las mujeres en temas como matrimonio y divorcio.

Si, por otro lado, la coalición de Lapid triunfa, hay posibilidades de un espacio público más libre, tal vez para la institución del matrimonio civil, para los derechos de la mujer y la comunidad LGBT, de un vínculo mejor con los judíos de la diáspora. Está claro que los valores judíos se alejan y que el vínculo será mejor en un gobierno que no incluya a la derecha radical.

En este contexto es importante destacar que Ben-Gvir es más extremista que Netanyahu, pero no será primer ministro, por lo que Netanyahu tiene potencial de hacer mucho más daño. 

El proceso judicial que enfrenta Netanyahu por corrupción no terminará en los próximos cuatro años, empero, como primer ministro podría llegar a un acuerdo favorable para él, que le permitiría evitar la condena. Netanyahu ya tiene 73 años y querrá salir desde una posición de fuerza y preservar su legado. 

 


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