Enlace Judío México e Israel – Mientras mucha gente mira horrorizada el ascenso de la ultraderecha en Israel, otros perciben en esta la única posibilidad de vivir en paz en una región perpetuamente asediada por las tensiones derivadas de un conflicto eterno. Conversamos con dos de ellos para entender sus razones.

En estas elecciones, el ultraderechista Itamar Ben-Gvir obtuvo para su partido, Hatzionut Hadatit, 14 escaños en la Knéset, y terminó siendo una pieza fundamental en la fórmula que le devolvió el poder al polémico ex primer ministro Benjamín Netanyahu.

Aunque a últimas fechas Ben-Gvir moderó su discurso, durante años ha encabezado las posturas más radicales contra los palestinos, y ha usado un discurso político que recuerda al de otros líderes populistas de derecha, con énfasis en la seguridad y la fuerza.

Para entender el éxito que este discurso ha cosechado en la última ronda electoral, Enlace Judío conversó con el matrimonio Aizenberg, radicado muy cerca de la ciudad de Jericó, que no solo votó por Ben-Gvir sino que finca sus esperanzas de vivir en paz en este personaje.

“Vivo en un lugar que se llama Vered Jericó, que está como cinco kilómetros de Jericó. De mi sala se ve todo Jericó”, nos cuenta Lital Aizenberg, avecindada en la región desde 1983.

Dice que cuando llegó a vivir ahí había solo 40 familias, y que ahora son 140 las familias judías que habitan en una zona donde las tensiones aumentan progresivamente.

Recuerda que, al principio, tenía “muchísimas amistades árabes; mi casa siempre estaba abierta, venía y salía gente, mis compras, mi vida social estaba en Jericó. Ahora, tristemente, no puedo entrar como israelí (…) porque está prohibido por el gobierno”.

Sobre la población de Jericó, dice que los hombres son principalmente trabajadores de la zona industrial de Mishor Adumim, la más grande de Israel.

“Ellos reciben dinero, reciben ayuda, reciben medicinas (tienen un) nivel de vida muy alto y, con todo y todo, deciden tomar el lado del odio, y odiar y no agradecer que, gracias a Dios, es el único lugar, Israel, en todos los países árabes, que los árabes viven aquí wow!, que si en Siria una persona recibe $20 dólares al mes, aquí reciben $3,000.”

“Yo creo que no muchas veces entendemos eso pero la cultura de los árabes y la cultura del judío (y estoy hablando de judíos y no tanto de israelíes, sino judíos y musulmanes), es totalmente diferente.”

Nosotros, el pueblo judío, solo tenemos Eretz Israel

Según la perspectiva de los Aizenberg, el control que ejerce Hamás sobre la población palestina es otro aspecto del terrorismo del que tanto esta como los israelíes son víctimas.

“Yo no estoy diciendo que todos son terroristas, que todos son malos (…) pero es nada más un grupo que maneja este terrorismo, entonces es suficiente, porque el terror no es nada más a nosotros, el terror también pasa ahí.”

Habla sobre las amenazas que las milicias terroristas infligen a los civiles, a quienes obligan a tomar una parte activa en un conflicto que no parece tener fin. Dice que la relación entre judíos y musulmanes siempre ha estado “al borde de…” (¿El estallido?), pero que la situación empeoró tras la segunda Intifada.

“Sí me gustaría hablar bien de ellos (los árabes) pero no puedo, porque los veo cómo actúan. Yo sé que la mayoría de (la gente de) Israel no entienden, no saben el idioma, no hablan árabe….”, insiste, y ve con asombro lo que ella percibe como una cierta tibieza de sus paisanos a la hora de defender su territorio.

Los judíos, dice, siempre buscan la paz, en lugar de decir “oye, es el único país que tenemos, no tenemos otra cosa, no tenemos Jordania, Egipto, Siria, Líbano… Nosotros, el pueblo judío, tenemos Eretz Israel.”

Algo que está a punto de explotar

El gobierno israelí, opina, en algún momento buscó la paz. Luego prefirió el silencio, “pero no entienden que es como (un) terremoto abajo de la tierra que va a explotar.” ¿Qué país permite que los árabes hagan lo que están haciendo en Israel?, pregunta. “Los soldados hasta tienen miedo de disparar”, lamenta.

“Yo voté por Ben Gvir porque (…) es la única persona que habló de seguridad, yo quiero vivir en Israel segura, yo no quiero tener miedo.” También habla de los “valores judíos”, y dice que estos se están perdiendo en Israel, que la gente ya no sabe “quiénes somos, de dónde somos”.

Por su parte Zohar Aizenberg, su esposo, dice que “para nosotros, la Torá, el Eretz Israel es lo más importante”, pero coincide con Lital en la importancia que le otorga a la seguridad como tema central del discurso de Ben-Gvir.

Se refiere a los disturbios del año pasado y asegura que los árabes “hicieron cosas que estoy recordando de mis abuelos, en 1929, lo que fue. Y todos los árabes aquí, los que viven adentro de Israel, tienen armas. Cantidades enormes de armas. Y salieron a la calle con armas.”

La seguridad, motivo principal

Al parecer, el matrimonio encontró en el discurso de Ben-Gvir la única esperanza de tener un gobierno que detenga los reiterados ataques de palestinos a israelíes, situación que a partir de 2021 se agudizó y que cobró la vida de numerosos civiles dentro del territorio de Israel.

“Esta fue, yo creo, la razón principal (por la) que todo mundo ahora está votando por Ben-Gvir, porque es un hombre con una sola palabra en la boca y una sola palabra en su corazón, y él dice ‘a mí me dan chance de aplicar la ley, no más ni menos’, obviamente va a necesitar hacer unos cambios necesarios, hablando de modificar las leyes, porque en realidad estamos llegando a un punto donde está hirviendo el agua o el aceite, llámale como quieras, está llegando al nivel prácticamente de una guerra civil.”

El estallido interno que Zohar teme, se infiere, solo puede ser sofocado mediante políticas más estrictas.

Si quieres paz, prepárate para la guerra

A Ben-Givir, opina, “los árabes lo respetan porque saben que este hombre no va jugar. Tienen miedo y es lo necesario. Ahora, la policía, la pobre policía de nosotros (…) ha sufrido muchísimo por mala organización, (porque están) mal pagados… Y muchos policías dejaron la organización y renunciaron porque no tienen el apoyo del gobierno. Te preguntas cómo es posible. Algo malo está pasando aquí que a nadie le importa.”

Sobre el gobierno saliente, Aizenberg opina que “hablan muy bonito, hicieron lo que ellos piensan que es lo máximo, y Lapid nunca tomó la iniciativa de aplicar la ley, nunca se hizo nada, igual Gantz.”

Sobre este, asegura que “piensa que los árabes son gente que se puede hablar con ellos. Si ve la historia de los árabes, no es por nada que no haya democracia en ningún país árabe.”

Los judíos que vienen de Europa, dice, piensan que la sangre judía es barata, que “a cada rato pueden matar uno o dos judíos y no pasa nada, y aguantamos y seguimos.”

Aunque el discurso de Ben-Gvir, similar a otros de ultraderecha, ha sido considerado como uno de odio; desde la visión de Aizenberg no es así. “No creo que los judíos odien a los árabes. (Estos) son gente que creen que les estamos robando sus tierras. No los puedes culpar, es una cosa que difícilmente vas a entender.”

Ante la imposibilidad de negociar, de entenderse, de reconciliar puntos de vista opuestos, parece que lo único posible es la defensa de la propia postura, pese a todo y contra quien se oponga.

“Yo sí hablo árabe, y yo hablo con ellos y me dicen ‘no va a haber paz ni un solo minuto con ustedes (…) hasta que no recuperemos las tierras’.”

Por eso, sin una política “dura, clara y justa no va a haber paz. Siempre dicen que si quieres paz, prepárate para la guerra. Y nosotros estamos preparándonos para la guerra con Irán pero no nos estamos preparando para la guerra interna, aquí en casa.”

Aizenberg espera que Ben-Gvir sea nombrado ministro de Seguridad Pública y está convencido de que, desde esa posición, logrará aplicar la mano dura necesaria para que cesen los ataques contra judíos. “Yo le doy seis meses o menos que se pone la cosa bien.”

 


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