Enlace Judío – Como aficionado del básquetbol, siempre me ha gustado ver a Kyrie Irving. Su increíble forma de driblar sin perder balance y su visión en la cancha para predecir los movimientos de un defensor antes de que este sepa lo qué va a hacer crean una experiencia visual asombrosa. Es estética pura. Encarna la vieja metáfora del básquetbol como poesía en movimiento.También es un ejemplo de cómo se reproduce el antisemitismo.

Nunca me imaginé escribir de Kyrie Irving en esta columna, que normalmente trata sobre Israel o temas relacionados con la parte sociocultural del judaísmo, pero tal vez debí haberlo visto venir. Más allá de sus proezas con un balón en la mano, Irving siempre ha sido algo conspiranoico. En 2017 compartió su idea de que la tierra era plana y que las comunidades científicas lo ocultaban. El año pasado, tras rehusarse a inocularse contra el COVID-19, le dio “me gusta” a publicaciones en Instagram que afirmaban que las vacunas eran un artefacto para conectar a la gente negra a una computadora satánica.

En ocasiones, coqueteó con ideas de la existencia de “nuevo orden mundial” que mandaba viruses y plagas a la población. Las teorías de conspiración que publicaba Irving tienen algo en común: una malvada sociedad secreta que controla el mundo para avanzar sus propios intereses.

Por eso, cuando compartió por redes sociales una liga al documental Hebrews to Negroes: Wake Up Black America — cuyo tema central es la teoría de que los judíos robaron la identidad de los negros para esclavizarlos y controlar al mundo a través de la educación, las iglesias, los bancos y los medios de comunicación — no fue una sorpresa total.

Al igual que las otras teorías de conspiración que compartió, implica a una sociedad secreta que controla el mundo. Esta vez le puso una cara y un nombre a la supuesta sociedad: los judíos. No es una coincidencia. A lo largo de la historia han habido distintas iteraciones de la misma confabulación: el supuesto deicidio, el mito de que la Matzá que se come en Pésaj está hecha con sangre de niños y control del sistema bancario publicado en Los protocolos de los sabios de Sión son sólo algunos de los ejemplos de populares conspiraciones antisemitas.

La activista Abbie Richards, creadora de la viral pirámide inversa de las conspiraciones, llama al nivel más alto de la tabla “el punto antisemita de no-retorno”, donde coloca teorías como QAnon, el Deep State, los Illuminati o el terraplanismo. En la imagen, es posible ver cómo las populares teorías de conspiración van poco a poco desligandose de la realidad hasta acabar, casi invariablemente, nombrando a los judíos como los responsables del mal en el mundo.

El problema con este tipo de teorías de conspiración es que casi nunca se quedan en teoría y no es raro que pasen a la práctica. El extremista islamista que tomó como rehen a una sinagoga en Texas a principios del año y el supremacista blanco que balaceó al templo Tree of Life en Pittsburgh tienen los mismos motivos a pesar de ver el mundo de una manera etnicamente distinta.

Mientras uno cree que un rabino cualquiera tiene contactos en el gobierno para liberar a su hermana de la cárcel, el otro piensa que una pequeña comunidad judía puede permitir la entrada de musulmanes a EE. UU. para reemplazar a la población blanca. Ambos le atribuyen a judíos ordinarios el poder de controlar al mundo.

Es precisamente esa noción — la de que los judíos controlan el mundo — que le dan un poder ilimitado a las teorías de conspiración antisemitas. Como bien señala el periodista experto en antisemitismo Yair Rosenberg, la conspiración se alimenta de sí misma. Para ejemplificar, usa los recientes tuits del artista Kanye West, quien culpó a los judíos de los males de EE. UU:

En los tuits antisemitas de Kanye West, él [da a entender] que va a atacar al pueblo judío. Su razón es que censuran y silencian a quienes actúan en su contra. Esta es una pequeña paradoja muy ingeniosa, porque si tú, como judío, dices: “Creo que esto es antisemita“, y como resultado, Kanye o cualquier otra persona que exprese sentimientos antisemitas sufre consecuencias, entonces el antisemita puede darse la vuelta y decir: “Ja, ¿ves? Eso prueba que los judíos controlan las cosas que dije que controlan. Porque cuando traté de decir algo al respecto, la gente trató de callarme”. Es una teoría de la conspiración autocumplida que proporciona su propia evidencia y nunca puede ser falsificada en la mente del antisemita.

Tras las actitudes antisemitas, Kanye perdió miles de millones de dólares en patrocinios y Kyrie, tras rehusarse a disculparse, fue suspendido por su equipo hasta que cumpla con un plan de seis puntos de sensibilización al antisemitismo.

En la cabeza de aquellos que suscriben las conspiraciones, las consecuencias son prueba de que tienen razón. La martirización de los victimarios resulta en más crímenes de odio: esta semana fue un cementerio judío en Chicago fue vandalizado con lápidas de “Kanye está en lo correcto”. Un poco antes, letreros con la misma leyenda aparecieron en una carretera de Los Ángeles.

La nueva ola de antisemitmo era inevitable en una sociedad que se pudo en modo conspiranoico durante el gobierno de Donald Trump y la pandemia de COVID. Espero que eventualmente estas teorías regresen a dónde estuvieron por la mayor parte de las últimas décadas: a un rincón de la sociedad que no sea el convencional y dónde no se les tome en serio. Mientras eso suceda, las vidas e integridad de inidviduos judíos en EE. UU. y el resto del mundo seguirán en riesgo.

 


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