Enlace Judío- ¿Hacia dónde se dirige Benjamín Netanyahu transcurrido ya un mes del resultado electoral que le concedió la victoria? 

¿Cuándo y cómo presentará una coalición nacional-religiosa que pretende redefinir el carácter y los rumbos del país? 

¿Es su exclusivo y excluyente interés liberarse del juicio que le abruma desde hace un año? 

¿Designó como ministro de justicia a Yariv Levin confiando en que éste encontrará la fórmula para desmantelarlo? 

¿Aceptará el alto mando militar la disolvente intrusión de elementos nacional-religiosos que le robarán capacidad para atender y lidiar con amenazas que ellos apenas entienden? 

¿Conocerán los programas escolares el resuelto ascendiente de ideas y prácticas hostiles a las ciencias, a la equilibrada educación y a la moderna literatura? 

¿Se ajustará la economía nacional a las afiebradas demandas de sectores que hoy apenas aportan social y profesionalmente al progreso y al equilibrio del país? 

¿Cuál será la actitud de factores externos– USA, Europa y los países árabes vecinos entre otros – cuando tanto el discurso como la conducta nacional serán modelados por textos y oraciones apenas consistentes con el espíritu y las prácticas de la modernidad ?

Y, en fin, ¿se acentuarán las distancias entre Israel y las diásporas cuando el nuevo perfil del país aliente en el mundo las distancias y la hostilidad respecto a los judíos y el judaísmo?

Algunos interrogantes que hoy recorren y escucho en múltiples calles y hogares en Israel sin encontrar satisfactoria respuesta. 

A ellos se suma el creciente poder- convencional y no convencional – de países vecinos que se percatan de unviraje hacia atrás que debilita a Israel en la realidad y en el imaginario del Medio Oriente, países que no dudarán en tomar iniciativas con el fin de comprobaren los hechos el vigor de Jehová. 

Y cabe agregar: la anunciada intención de Netanyahu en torno al nombramiento de su cercano amigo Ron Dermer como el nuevo canciller del país acentuará las tensiones entre Washington y Jerusalén. Un personaje cercano a los evangelistas pero hostil a Biden y a la diáspora norteamericana liberal. 

Y en fin, ¿se acentuará por añadidura el descontento en el partido Likud que hasta aquí ha aceptado pasivamente las decisiones arbitrarias de su autoritario líder?

En este desalentador panorama no pocos miembros del liderazgo militar del país ya consideran la renuncia a funciones que hasta aquí han garantizado la existencia nacional. 

Tal vez– quiero creer- la designación de Yoav Galant como ministro de defensa podría frenar el desaliento y los temores de amplios sectores sin reducir el previsible daño en el temple del país. 

En cualquier caso, salir a las calles es la mitzvá que nos obliga como ciudadanos del país.    

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