Enlace Judío – Un oscuro escenario se despliega en estos días. Abruma a los once miembros de la Corte Suprema de Israel y a celebradas figuras que protagonizaron importante papel en la formulación y aplicación de normas que han garantizado hasta aquí el fluido desenvolvimiento de la democracia en el país.

Juzgo que nunca antes la ausencia de una carta constitucional que establece y cuida los derechos ciudadanos ha merecido como en estos días la atención pública.

La coalición parlamentaria hoy liderada por Benjamín Netanyahu pretende convertir a la Knéset en la única instancia capaz de decidir la índole de algún delito y la sanción pertinente. Un escenario que convierte a los jueces en burócratas francamente supeditados a la voluntad de políticos animados por caprichosos intereses.

Tendencia que tal vez admitiría alguna lógica si la mayoría parlamentaria estuviera hoy compuesta por lúcidos y equilibrados representantes que tanto en su vida personal como partidaria son modelos de sensato equilibrio y honestidad al tiempo que celosamente adhieren a las equilibradas prácticas de la democracia americana y europea.

No es hoy el caso de Israel después del último certamen electoral.

Por lo menos tres partidos que hoy componen la coalición parlamentaria consideran a Jehová y a los textos talmúdicos como las excluyentes fuentes de verdad y justicia.

Ignoran tanto a Montesquieu como a la Razón y sus dictámenes. Y aciertan a beneficiarse del hacer científico y de la seguridad que otros les ofrecen al tiempo que desprecian a sus protagonistas.

En estas circunstancias, el triunvirato Bibi-Dery-Smotrich, movido por dispares intereses y aspiraciones, pretende restringir el peso de la Corte Suprema de Justicia y sustituirla por los dictámenes que la mayoría parlamentaria habrá de decretar. Y en esta empresa no titubean en censurar a instancias militares y policiales que hasta aquí han asegurado la fluida existencia de la ciudadanía israelí.

Quiero pensar que el frío invernal que nos abruma en estos días no impedirá la salida a las calles.
Hasta aquí Israel ha acertado a proteger sus fronteras. Pero desde ahora deberá, por añadidura, protegerse a si misma.

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