Enlace Judío – Este viernes es el Día Internacional de Conmemoración a las Víctimas del Holocausto, frente a estas fechas yo siempre tengo una sola pregunta: ¿por qué importa? Muy pronto será un siglo de los eventos ocurridos durante esa época ¿por qué seguirlo recordando? La respuesta quizás es más profunda y al mismo tiempo más sencilla de lo que parece: porque sigue influyendo a las sociedades y culturas a las que pertenecemos. Seguimos dando voz y tratando de entender aquello que fue acallado por tantos años. El Holocausto importa porque nos da una de las caras más duras del hombre y hasta que no aprendamos a verla y aceptarla, jamás la podremos curar.

Siempre que vemos hacia la historia lo hacemos para entender nuestro presente y prevenir nuestro futuro. Entender qué ocurrió, cómo ocurrió y cuáles eran los factores que rodeaban al evento nos ayuda a relacionarnos con él. Sin embargo, lo más importante es ver a las personas que actuaron en la historia y relacionarnos con ellos en alguna forma. Por un lado entender que su experiencia fue particular e individual y por el otro conectar con esa parte de nosotros que se refleja en ellos y que nos une como humanos. Poder ver al prójimo y asumir la posición que tomamos frente a él.

Ésa es una de las labores más importantes del arte: elucidar una realidad humana volverla particular y tangible para quien la observa; hacer que nos encontremos en una relación con los personajes retratados. Sin embargo, el arte al ser una experiencia en esencia estética (placentera o refinada a través de las sensaciones) presenta una dificultad extra frente a cualquier tragedia. La historia es una visión clara te dice que ocurrió de forma tangible, pero el arte crea una ficción, un mundo nuevo, un retrato y eso lo vuelve más complejo; pues nunca sabemos si el retrato elucida una realidad o la tapa. Siempre que se retrata una tragedia se corre el peligro de invisibilizarla, de caer en sentimentalismos, condescendencias, historias mesiánicas o banalidades. Por eso el artista debe ser muy cuidadoso al tratar estos temas.

El Holocausto al ser uno de los temas que más morbo despierta tristemente se encuentra dentro de esta categoría. Son muchas las películas que vuelven al Holocausto un estereotipo, más que un retrato. Las buenas películas son aquellas que realmente nos abren hacia una exploración nueva sin dejar por un segundo la seriedad del tema. Aquellas que realmente nos muestran las rupturas emocionales que una tragedia de este nivel tiene sobre la persona, que nos muestran los peligros y funcionamientos de un sistema totalitario o que nos abren un espacio hacia el consuelo; el encuentro con el pasado. En mi opinión las siguientes películas, logran dicho objetivo, cada una a través de sus propios recursos.

El tren de la vida

Es muy difícil usar la comedia para mostrar una realidad humana sin caer en la banalidad o frivolidad. Generalmente cuando se usa el humor aunado a la tragedia se termina por invisibilizar la historia misma; se esconde la crueldad, el dolor y la seriedad de lo ocurrido. No es así con El tren de la vida de Radu Mihăileanu en esta película el humor nos conecta con el pasado; con aquello que se perdió, con los sueños de quienes fueron aniquilados y construye un puente hacia nuestro presente. La película enseña lo ocurrido a través de mostrar lo que pudo haber sido y no fue.

The Reader

Frente a las grandes tragedias la pregunta muchas veces no es por qué cosas malas le pasan a la gente buena, sino: por qué gente buena comete actos de atrocidad. Los nazis y todo el entramado social que mantuvo el Holocausto y la persecución de judíos fue hecho por personas, ciudadanos de a pie que no estuvieron a la altura ética de la circunstancia. The Reader de Stephen Daldry justo narra la historia de una guardia de los campos, el momento en que años después es juzgada. La vemos a través de los ojos de un ex amante que la conoció cuando adolescente y que ahora descubre la realidad de la persona a la que amó.

La película te confronta con el dolor y la culpa que vivieron los alemanes al descubrir la realidad de la sociedad en la que vivían y las rupturas emocionales que ello ocasionó a las generaciones más jóvenes, y con lo importante que fueron los juicios en el proceso de reconocimiento histórico y sanación. De una forma muy contundente nos vuelve testigo de lo brutal que un sistema totalitario puede ser. La película es excelente retratando el conflicto interno de los personajes y en ningún momento cae en maniqueísmos o sentimentalismos. En ningún momento se excusa las atrocidades ni se victimiza a la guardia, aunque su historia queda muy bien plasmada.

Sophie’s Choice

Hay muchas formas de narrar una historia: desde los ojos del que la narra, el que la ve o el que la vive. Dependiendo que forma se escoja también se altera el orden de la trama. Sophie’s Choice nos muestra la brutalidad del Holocausto desde los efectos que trajo a la vida de dos sobrevivientes. Es a través de su actuar caótico, de la culpa que sienten, del misterio que guardan que uno empieza a conocer el horror de lo que vivieron. A través de narraciones cortadas y flashbacks vemos la historia ocurrida; la crudeza y el sadismo al que se llegó en esos momentos.