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viernes 08 de noviembre de 2024

Recordar el Holocausto me hace pensar en la polarización que vivimos, dice Ricardo Monreal en el Senado

Enlace Judío México e Israel – El pasado viernes 27 de enero se llevó a cabo, como cada año, el acto de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto y en recuerdo de don Gilberto Bosques Saldívar, en el Senado de la República.

Faltan pocos minutos para las 9:30 de la mañana y el salón “Octavio Paz” del Senado de la República está repleto. Aunque los convoca un acto solemne, los presentes se saludan animadamente, se toman fotografías, estrechan las manos de viejos conocidos y se aproximan a los personajes que, tan pronto como el micrófono del podio se abra y una voz anuncie el inicio de las actividades, tomarán cada uno su asiento en los sillones dispuestos en el estrado.

En las últimas filas del auditorio se ha apostado un grupo de chicos, estudiantes de un colegio judío. “Me siento culpable”, confiesa uno de ellos al resto. “Sarah me dijo ‘van a estar ahí cinco horas’, pero yo no le hice caso”. Se infiere que fue él quien instigó al resto a acudir a la cita que, por lo demás, congrega principalmente a adultos de más de 45 años.

Ahí están algunos líderes comunitarios, empresarios y personalidades de la comunidad judía que, como los chicos, tienen sus raíces en la Europa de la que sus antepasados huyeron antes o después de la Segunda Guerra Mundial.

Los jóvenes, con las miradas fijas en las pantallas de sus celulares, esperan a que inicie el acto de conmemoración que, cada año, el Senado realiza en memoria de las víctimas del Holocausto y para celebrar la vida y obra del diplomático mexicano Gilberto Bosques Saldívar, conocido por algunos como el “Schindler mexicano”.

La voz de Aliza Chelminsky, coordinadora general del Centro de Estudios Internacionales “Gilberto Bosques”, da la bienvenida y enumera a los invitados de honor.

El personaje central es el presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal, por cuya iniciativa presentada en 2009 se lleva acabo, año con año, este acto protocolario.

Lo acompañan los embajadores de Israel, Francia, Polonia y Alemania, y el presidente del Consejo Central de la Comunidad Judía de México, Elías Achar. También están los senadores Patricia Mercado y Eruviel Ávila, aunque la primera no tomará la palabra y el segundo subirá al estrado unos minutos después.

Es justo el morenista el primero en hacer uso de la palabra. Lo hace en un tono, ahora sí, solemne, con una voz pausada, y después de saludar y agradecer la presencia de los otros panelistas, le pide a su colega, Miguel Ángel Mancera, que también ocupe un sitio en el estrado.

Mientras Monreal dirige su discurso, los chicos al fondo del auditorio comienzan a hacer cálculos mentales. Cuentan a los panelistas y se preguntan si, acaso, Sarah tenía razón, si pasarán ahí el resto del día o, acaso, de sus vidas, escuchando una y otra vez las mismas frases, aunque eso no pueden saberlo. Esta es la primera vez que acuden a un acto que, año con año, se repite, casi como una calca.

Lo hace porque ese es el sentido de la conmemoración: insistir. Poner el dedo en la llaga tantas veces como sea necesario; narrar lo inenarrable, lo que para los chicos del colegio es una vieja película en blanco y negro; lo que ya casi nadie queda vivo para recordar.

Este día, en el salón “Octavio Paz”, no ha venido un solo sobreviviente.

“El diálogo se ha vuelto cada vez más difícil entre quienes se perciben distintos”, dice Monreal. “La polarización siempre obstaculiza los intentos de establecer espacios de participación y colaboración, al tiempo que la división y la distancia entre nosotros y nosotras crece. Se debilita la sociedad, su potencial se achica y nuestra espléndida diversidad se pierde bajo la idea de que pertenecemos a grupos opuestos, a buenos y malos, a correctos e incorrectos, los que están a favor y los que están en contra”:

El discurso de Monreal prosigue con el mismo tono ambivalente. Habla de “unir a México en su diversidad” para “creara una sociedad inclusiva, dinámica, productiva”; de la “desconfianza”, de la necesidad de dialogar. Es un discurso político que parece dirigido a alguien que no está presente. Ningún representante del gobierno federal ha acudido a la conmemoración.

“La historia nos ha dado lecciones que no podemos ni debemos olvidar. El otro, el distinto no es el problema. El otro, el distinto es parte de la riqueza de un país, es parte de la creatividad, la posibilidad de ensanchar nuestras mentes, de buscar oportunidades para todos y de cambiar, así como de combatir profundamente la discriminación”.

Luego, por un momento, Monreal regresa el punto focal del día. “No hay lección más terrible y clara que la que nos da el Holocausto: el caso extremo del antisemitismo milenario. El caso extremo de dividir la sociedad en raza superior y raza inferior. Esa medida atroz costó la vida de 6 millones de personas, un millón de las cuales eran niños y niñas, y cobró también centenares de miles de vidas de otro diferentes, entre ellos, gitanos, masones, personas de color y personas con padecimientos mentales”.

“No podemos normalizar el antisemitismo, no podemos normalizar la discriminación y la desigualdad, no podemos normalizar la polarización. Un acto de conmemoración como este nos llama a asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos, como servidores públicos. La lucha contra la discriminación, contra el antisemitismo, con responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.”

Elías Achar Levi toma la palabra a continuación. Los chicos lo escuchan con estupor volver a saludar con títulos y nombres completos a todos los miembros del presidio. Su oratoria es, no obstante, más rápida. “Durante la Segunda Guerra Mundial”, recuerda, “los nazis y sus colaboradores asesinaron aproximadamente a seis millones de judíos, así como a millones de otros miembros de grupos minoritarios como gitanos, personas con alguna discapacidad, ya sea física o mental, oponentes políticos e incluso a personas por sus preferencias sexuales.”

El líder comunitario sigue leyendo fluidamente. “En este día se recuerda a las víctimas del Holocausto y se reflexiona sobre la importancia de prevenir actos de discriminación y violencia que pudieran suceder en el futuro. Tristemente, a lo largo de la historia de la humanidad, hemos podido documentar cómo se ha llegado al exterminio, la marginación, el destierro… Todo esto, provocado siempre por estereotipos creados e inventados por intereses políticos, religiosos y económicos.”

Como antes hicieron sus predecesores en el Comité Central, Achar reconoce a México como el país que le abrió las puertas a miles de sobrevivientes de la barbarie nazi. Celebra que México sea un país diverso e incluyente, y admite que “quienes nacimos en este extraordinario país, y tuvimos la fortuna de crecer en esta maravillosa ciudad, podríamos dar por sentado estos valores”.

Luego lamenta que una revisión de la historia basta para saber que las libertades pueden evaporarse, que los crímenes siguen sucediendo y que el mensajes de odio se multiplican, especialmente ahora, que la tecnología permite que lo hagan con tanta celeridad y sin apenas encontrar filtros que los detengan.

Llama a la sociedad y al gobierno a rechazar cualquier forma de discriminación y a oponerse a la negación del Holocausto. “Este año, el lema guía elegido por la Organización de las Naciones Unidas para esta conmemoración es ‘Hogar y pertenencia’. Tema importantísimo, ya que la discriminación y las persecuciones provocan destierros y migraciones”.

Achar concluye agradeciendo al Senado de la República la celebración, año con año, de este acto conmemorativo. Los asistentes aplauden tibia, protocolariamente, y el orden del día se reanuda. Quedan por hablar cuatro embajadores.

El primero de ellos en tomar la palabra es el embajador de Israel, Zvi Tal,

quien aprovecha la ocasión para dar una breve cátedra sobre el origen y los propósitos del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Elocuente y asertivo, Tal no duda en afirmar que “el antisemitismo es, sin lugar a dudas, el odio racial más antiguo del mundo, el cual carece de cualquier lógica y sentido, ya que se ha registrado expresiones de antisemitismo en ciudades sin presencia judía”.

Luego hace un recuento histórico de las diversas iniciativas alrededor del mundo por establecer medidas de combate efectivo al antisemitismo y cita la definición efectiva que de este último se ha adoptado en diversos parlamentos, para luego instar al mexicano a hacer lo propio.

“En este mundo polarizado en que vivimos, en donde surgen los antiguos demonios de los terrores, esta definición práctica podría ser una herramienta adicional en promover la cero tolerancia hacia cualquier forma de discriminación y de odio raciales”, sugiere.

“El antisemitismo se ha comparado con el canario en la mina de carbón, algo cuya sensibilidad a las condiciones adversas lo convierte en un indicador útil en tales condiciones, algo que advierte de la llegada de un peligro o problema mayor. Esta sensibilidad hacia la injusticia y el odio, que llevamos en nuestros genes y que corre por nuestras venas, debe convertirnos a los judíos de todo el mundo en miembros de la sociedad que actúan con responsabilidad, dispuestos a denunciar y luchar contra la discriminación, la deslegitimación y opresión de las minorías.”

Con un llamado a la empatía, Zvi Tal cierra su discurso:

“En el espíritu de uno de nuestros mayores sabios, el rabino Akiva, quien dijo ‘lo que es odioso para ti no se lo hagas a lo demás’, diría yo hoy: lo que ha sido dañino para ti a lo largo de los siglos no permitas que otros lo experimenten.”

Conforme los minutos avanzan, algunos de los chicos que han asistido a la ceremonia comienzan a perder la batalla contra el sueño. Unos luchan tenazmente por conservar la vigilia, mientras que un par, de plano, asume la derrota con dignidad y cierra los ojos hasta que una nueva carretada de aplausos tímidos los despierta.

Wolfgang Dold, embajador de Alemania

También el más aplaudido. Comenzará hablando de la responsabilidad de sus conciudadanos de recordar las atrocidades cometidas por sus antepasados; lamentará las crecientes muestras de antisemitismo e ideas nazis que su país está presenciando, y celebrará que una abrumadora mayoría de alemanes se avergüenzan e indignan por dichas expresiones. “Desde luego que no es suficiente con indignarse. Nosotros los alemanes debemos garantizar, con hechos, el ‘nunca más’.”

“En la actualidad, el antisemitismo adopta, a menudo, una forma diferente a la del pasado. Se inserta en un estamento político, en parte parlamentario, que vuelve a ser activo y no solo en Alemania”.

“Hoy en día, el antisemitismo viene a veces en la fachada de un intelectualismo político. Que no nos dejemos engañar por el disfraz”, pide.

También usará su tiempo para enumerar las acciones que su gobierno ha emprendido para restablecer la normalidad de la vida judía en aquel país, como el nombramiento reciente del primer rabino militar de la República Federal de Alemania en 100 años, y la construcción de nuevas y reconstrucción de antiguas sinagogas.

Sus homólogos de Francia, Jean-Pierre Asvazadourian (descendiente él mismo de los sobrevivientes del genocidio armenio), y de Polonia, Maciej Ziętara, usarán cada uno el mismo tono solemne y emotivo para expresar su rechazo al antisemitismo y para resaltar las acciones de sus gobiernos para combatirlo.

Desde el estrado, Aliza Chelminsky envía un saludo a los chicos del colegio Olamí y les agradece su presencia. Eso los espabila, les devuelve la chispa juvenil. Es viernes.

Pronto podrán seguir siendo esos chicos que eran antes de venir a escuchar lo que nadie quiere escuchar.

Luego, la propia Chelminsky anuncia que a continuación, Mauricio Meschoulam pronunciará una conferencia sobre la discriminación y los crímenes de odio. Los jóvenes estudiantes se miran entre sí, incrédulos, y abandonan entonces toda esperanza.

Las imágenes que nadie quiso ver

En 1941, el soldado alemán Heinz Jöst cruzó los muros del gueto de Varsovia, en Polonia, y vio lo que nadie hubiera querido ver. Durante el tiempo en que estuvo destacado ahí, el hombre documentó con su cámara fotográfica una síntesis del horror vivido por los judíos en los diversos guetos europeos: hacinamiento, insalubridad, hambre, humillación, maltrato, asesinato masivo.

82 años más tarde, en la Ciudad de México, descendientes de algunos de los judíos polacos que lograron escapar a aquel horror, y de judíos de otras nacionalidades que también pudieron salir a tiempo de sus respectivos países, se encuentran en un espacio exterior del Senado de la República para vivir el segundo acto conmemorativo del día: la inauguración de una exposición fotográfica que reúne, precisamente, las fotos tomadas por Jöst en Varsovia.

También se trata de la ceremonia de homenaje a don Gilberto Bosques Saldívar. ¿Habrá entre los presentes alguien a cuyos padres, abuelos o bisabuelos les haya entregado una visa mexicana el célebre diplomático durante la Segunda Guerra Mundial? Las fotografías han sido colocadas alrededor de donde se encuentra el estrado en el que una nueva ronda de sentidos discursos está por comenzar.

Ahí están las fotografías: cuerpos apilados en fosas o carretas; personas famélicas de indistinguible sexo; ojos sin mirada; seres harapientos que deambulan como si buscaran entre los escombros la humanidad perdida. Aunque de vez en cuando alguno de los asistentes echa una miradilla, la vasta mayoría pasa de largo. Quien se atreve a mirar alguna de aquellas fotografías emite un gesto de repulsión antes de desviar la vista. Nadie quiere ver aquellas imágenes.

En el estrado, el senador Eruviel Ávila Villegas profiere un discurso. Cita aquella célebre sentencia: “si brindáramos un minuto de silencio a cada una de las víctimas, a cada uno de los judíos asesinados en el Holocausto, permaneceríamos tristemente en silencio por más de once años y cuatro meses”.

También está presente su compañera de partido, la senadora Beatriz Paredes, quien resalta la obra de Gilberto Bosques y hace un llamado a sensibilizarnos frente a la discriminación y el racismo. Luego se toma fotos con algunos chicos. Amable, sonriente, apoyada en un soporte metálico que es una especie de bastón de cuatro patas, la experimentada política va por entre la gente acaparando miradas y simpatías. Tampoco ella parece reparar en las fotografías que enmarcan la reunión.

Las palabras de Gilberto Bosques hijo y la colocación simbólica de una corona de flores frente a la placa que recuerda a Gilberto Bosques Saldívar marcan el fin de los actos conmemorativos. Poco a poco, políticos, medios y público se irán retirando del recinto legislativo. Dejarán atrás la exposición también. Las fotos prestadas por el Museo del Holocausto de Jerusalén permanecerán ahí hasta el 3 de febrero, perfectamente expuestas, listas para no ser vistas por nadie.


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