Enlace Judío – La semana pasada el mundo entero se conmovió con el terrible terremoto de Turquía. Un evento de magnitudes colosales, que acabó en minutos con infraestructura importante, y peor aún, con la vida de decenas de miles de personas. Un número de víctimas creciente a medida que transcurren los días, se logran las cifras exactas y el paso del tiempo hace inviable la supervivencia de muchos atrapados.

Israel, el paria del Medio Oriente, el paria de turno en muchos de los círculos diplomáticos de nuestros días, y el paria por excelencia de la Organización de las Naciones Unidas, es también el país que, por excelencia, se ofrece primero para ayudar al rescate de víctimas de estas desgracias naturales, llevando equipos altamente capacitados y con experiencia probada. El caso de Turquía no ha sido la excepción. Dentro del drama elocuente que se ha vivido, se puede decir que la acción de los equipos israelíes ha sido exitosa. Muchas vidas se han salvado.

Israel no es bien visto por los países musulmanes que son vecinos. Es verdad, en los últimos tiempos, las cosas han ido cambiado para bien. Los Acuerdos de Abraham han logrado un avance sustancial en lo relativo a relaciones entre países, y más que eso, en la percepción positiva que se tiene del Estado judío. Hasta hace muy poco, las relaciones entre Turquía e Israel pasaron por un tenso periodo durante el cual los intercambios verbales no fueron nada agradables, por decir lo menos.

Cuando ocurre el lamentable terremoto de Turquía, Israel viene viviendo una fatídica rutina de atentados contra blancos civiles aleatorios. Son varios viernes, incluido el pasado 10 de febrero de 2023, en los cuales algún ciudadano árabe se apresta a matar transeúntes. A veces a punta de disparos hechos a mansalva, otras veces mediante atropellamientos indiscriminados. Las víctimas mortales son una desgracia nacional, el dolor de sus familiares y allegados empañan el ánimo de
toda la nación. Mientras, en ciudades palestinas, en Gaza, en ciertas zonas de población árabe israelí o no, se efectúan celebraciones y se mandan felicitaciones.

Los familiares de quienes perpetran los atentados, lejos de lamentar la pérdida de vidas de las víctimas y del perpetrador mismo, celebran y eventualmente reciben la compensación económica de rigor.

Con todo y eso, el país entero de Israel, sin distinción de ideología política, de sesgos de izquierda o derecha, aboga por el envío inmediato de la ayuda necesaria para socorrer a las víctimas, para salvar vidas. También para el caso de la vecina Siria, a pesar de estar en guerra con Israel. Esta actitud dice mucho del carácter del Estado de Israel, de su fibra moral y ética. Del carácter judío del Estado. Porque uno de los elementos que define y caracteriza al judío, como persona, como comunidad y como país, es la solidaridad para con los semejantes, el respeto a la vida como valor supremo. No en balde, podemos señalar que también las comunidades judías de casi todas partes del mundo enviaron ayuda a Turquía y también a Siria, sin ninguna otra consideración que no fuera el altruista deseo de hacer el bien, salvar vidas, aliviar cargas.

Es llamativo que muchos países, muchos esfuerzos, se abocan a la construcción de armas de destrucción, de capacidades letales. Actividades que generan tensiones y dificultades. Un evento natural, imprevisto e imprevisible, pero que todos sabemos que puede ocurrir, quizás sea un llamado de atención para quienes tengan conciencia.

En los medios de comunicación israelíes, la cobertura de lo acaecido en Turquía ha sido continua e intensa. También la acción de los equipos de rescate israelíes. Los periodistas y reporteros preguntan a los rescatistas cuál ha sido la reacción de la población local ante la presencia de los israelíes. Llama mucho la atención la necesidad israelí de cierto reconocimiento, no necesariamente agradecimiento. La buena imagen que tenga Israel ante propios y extraños, amigos y no tan amigos, resulta de interés para los israelíes.

Ojalá que el espíritu de solidaridad judío e israelí no tenga que ponerse a prueba en virtud de acontecimientos como el de Turquía. Ante el dolor de muchos, se reciben acciones y actitudes reconfortantes… de Israel con amor.

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