Enlace Judío – Los ataques palestinos se han convertido en un desafío estratégico para Israel. En este ámbito se considera que los tribunales israelíes han hecho poco para disuadir y castigar a los perpetradores palestinos de la violencia.

“En el 95% de los casos de lanzamiento de piedras y bombas presentados ante los tribunales civiles y militares israelíes en 2019-2020 las sentencias dictados contra los perpetradores estuvieron muy por debajo de las sentencias máximas posibles en la ley israelí, algunas fueron mínimas, solo pocos días de encarcelamiento”.

En este contexto, la pena de prisión promedio evaluada por ataques graves con lanzamiento de piedras fue de 8.3 meses, y la pena de prisión promedio por ataques con lanzamiento de bombas homicidas fue de 13 meses, cuando la ley permite entre 10 y 25 años de presión por estos delitos.

De hecho, no todos los atacantes palestinos fueron procesados. En 2020, solo el 21% de los lanzadores de piedras (en incidentes informados y documentados) fueron acusados y procesados, y solo el 33% de los lanzadores de bombas fueron acusados y procesados. 

Los terroristas palestinos tienen tres incentivos principales para cometer actos de violencia, uno por el débil enjuiciamiento israelí, dos por la pasividad internacional y uno más por el reembolso terrorista de la Autoridad Palestina y programa de recompensas en salarios para los terroristas encarcelados y sus familias.

El partido ortodoxo Otzmá Yehudit ha propuesto una ley sumamente controversial: la aplicación de la pena capital para los terroristas, que ha levantado un intenso debate al interior de Israel –lo mismo el público que la clase política- como el resto del mundo.

La pena de muerte es algo que resulta “chocante” al judío en general, debido a que uno de los grandes méritos de la legislación judía es que la pena capital quedó en desuso prácticamente hace dos mil años: solo el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann fue enjuiciado en Israel y acusado de 15 cargos, incluyendo crímenes contra gente judía y crímenes contra la humanidad condenado a muerte.

En junio  de 1962 fue ahorcado, su cuerpo fue cremado y las cenizas fueron esparcidas en el mar, más allá de las aguas territoriales de Israel.


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