Enlace Judío México e Israel – Una joven judía mexicana llegó a Nueva York para descubrir su vocación como líder comunitaria.

Desde “su” sinagoga en Tribeca– pues Deborah Koenigsberger es la presidenta- ahora impulsa el primer festival de cine judío mexicano, Jewish Mexican Film Festival, con el que pretende atraer nuevos miembros para su comunidad y, a la vez, difundir el cine hecho por judíos en México.

El Festival se realizará del 2 al 5 de abril  en la Tribeca Synagogue. Se lanzará con la presencia del cónsul de México en Nueva York, Jorge Islas López, y del director ejecutivo de la American Sepharadi Federation, Jason Cuberman.

Deborah Koenigsberger es “100% mexicana y 100% judía”. Después de conversar con ella, da la impresión de ser, a su vez, un torbellino humano. Vive en Nueva York y preside una bella y un tanto desconocida sinagoga, la de Tribeca, que los primeros días de abril albergará el primer festival dedicado al cine  escrito, dirigido, producido o actuado por judíos mexicanos.

Se trata del Jewish Mexican Film Festival (JMFF), una iniciativa de la propia Koenigsberger que tiene como misión principal atraer tanto fondos como miembros para una sinagoga que, tras la pandemia, se ha convertido en un sitio silencioso y poco concurrido.

Películas clásicas como Ensayo de un crimen, actuada por Miroslava y dirigida por Luis Buñuel, alternarán exhibición con cintas como Novia que te vea, de Guita Schyfter. Además habrá conferencias y sesiones de preguntas y respuestas con cineastas como la propia Schyfter e Isaac Ezban.

El primer festival de Cine Judío Mexicano

 

“Mantener la sinagoga viva”

“Hace ocho años me enamoré”, dice Koenigsberger en entrevista con Enlace Judío. Resume la historia reciente de su vida, que la llevó a vivir en Manhattan y a conocer el sitio que ahora se prepara para albergar el JMFF. Nos cuenta que, hace cinco años, ella y su esposo se mudaron a Nueva York. “Al principio, cuando llegamos a Manhattan, fuimos a ver todas las sinagogas del área y, pues, nos enamoramos de esta”.

También establecieron un vínculo cercano con el rabino Jonathan Glass, quien realizó el brit de sus dos hijos. “Una de las razones por las que decidí ser más activa en la comunidad fue porque, hace casi cuatro años, cuando tuve a mi primer hijo, nació prematuro y tuvo que estar en el hospital un mes y medio. Entonces, pues obviamente, el bris ya no se le hizo a los siete días pero el Pidión Habén sí se le hizo a los 30 días y fue en el hospital, y mi rabino Glass nos ayudó, nos apoyó en todo eso…”

A partir de entonces, y pese a ser madre recientemente, Koenigsberger comenzó a involucrarse de manera cada vez más activa en la pequeña comunidad. La organización de galas de recaudación y otro tipo de eventos ocupó su tiempo y llamó la atención de los miembros de la sinagoga, quienes no tardaron en postularla para ser la nueva presidenta. Hace nueve meses que ocupa el cargo, con la misión de “jalar gente más joven” a una comunidad que, tras la pandemia, quedó mermada.

“Mantener la sinagoga viva” es su principal función. El día a día, la operación, la coordinación de los distintos trabajos que se requieren para que la sinagoga ofrezca sus servicios diarios, además de las fiestas mayores. “Mi misión personal con esta sinagoga es regresarle la vida”, dice con énfasis.

Mal de Ojo, en el Festival de Cine judío mexicano

Dos perros y un festival de cine

La inspiración para crear el primer Festival de Cine judío mexicano le llegó a Koenigsberger de una manera natural. Parte de lo que la sinagoga hace para sobrevivir es rentarse para eventos y, en uno de ellos, se realizó la exhibición de una película, acompañada de un concierto. Para la joven presidenta, el suceso fue una revelación. El acogedor recinto, en el que la madera predomina, tenía una acústica perfecta y resultaba idóneo para hacer algo diferente.

“Quiero hacer cosas diferentes porque, obviamente, lo que hemos hecho en el pasado no ha funcionado”, se dijo Koenigsberger, harta de las típicas galas de recaudación de fondos que son, en sus palabras, “súper aburridas”. Entonces,  siguió, “es mi primera posición de liderazgo y no sé lo que estoy haciendo pero sé lo que no voy a hacer”, y pensó en “matar dos pájaros de un tiro”.

“Hacer un festival que jale mucha gente pero también, obviamente, tratar de raise capital.

Entonces, decidí hacer este Festival de Cine judío mexicano porque, uno, soy mexicana, soy judía y yo sé que hay muchos como nosotros, y, dos, porque tuve la dicha de conocer a Guillermo del Toro y él dijo algo que me pegó, que realmente llegó mucho a mi corazón, que fue: ‘todos los mexicanos fuera de México tenemos una labor, somos los embajadores de la cultura de México (…)’. “

Una cultura que va más allá del tequila y de los tacos. Mucha gente no sabe “que tenemos excelente cine, pero nada más no llega a las ligas internacionales”. Aunque ella nunca hizo cine, sí tenía entre sus conocidos a varios mexicanos judíos que “hacen un cine impresionante”. Entonces, pensó: “¿por qué no hacer un festival que los celebre a ellos?”

Pero para organizar un festival de cine, sin estar inmiscuido en ese mundo, es necesario contar con la ayuda de personas que conozcan el medio, que tengan los contactos necesarios y que sepan cómo conseguir los derechos para proyectar las películas, cómo contactar a los cineastas para que asistan a las exhibiciones y otros pormenores. Y es en este punto en el que la historia de Koenigsberger se torna en sí misma cinematográfica.

“Yo, en México, tengo un perro”, dice Koenigsberger mientras muestra la foto en su celular. “Se llama Tomasito (…). Íbamos al parque de Chapultepec todos los días, yo y Tomasito (…) y ya había una comunidad de dueños y perros. Y pues, sí, veías a la gente todos los días y muchas veces no sabías cómo se llamaban las personas pero sabías cómo se llamaba el perro: ‘¡Ay, sí, él es el dueño de Luca!’, ‘él es el dueño de…’.”

Doce años después, ya viviendo en Nueva York, y con la misión de organizar el primer Festival de Cine judío mexicano, Koenigsberger le escribió a Isaac Ezban para contarle su idea. “Oye, te voy a conectar con un un muy querido amigo que se llama Mauricio, que justamente está viviendo en Nueva York”, le respondió el cineasta.

El nombre de Mauricio Valle le pareció conocido. No le llevó mucho tiempo descubrir, mediante una búsqueda en internet, que ese cineasta mexicano referido por Ezban se trataba de uno de esos dueños de perros que convivían en Chapultepec con Tomasito. “¡Es el dueño de Becquet! Claro que ubico a Mauricio”. Entonces, “nos conectamos y ya, es parte de mi equipo y el cerebro” detrás del festival.

Promover una cinematografía, revivir una comunidad

“Me parece importante dar a conocer el cine mexicano en cualquier lugar del mundo”, dice Mauricio Valle, también presente en la entrevista, aunque de manera remota.

“Y, sobre todo, me parece (importante) reconocer todo tipo de cine. Creo que la promoción cinematográfica está muy limitada fuera de nuestro país, y me parece muy valioso que reconozcamos a los autores de todo tipo de cinematografía, y eso es lo que rescatamos mucho de nuestros creadores”.

Mauricio Valle, además de producir, escribir y dirigir cine, ha dedicado su vida profesional a la promoción del séptimo arte, y se le recuerda en diversos espacios en televisión y otros medios. Su incorporación al JMFF parecía tan natural como la relación de aquellos perros que correteaban entre los árboles del mítico bosque de Chapultepec.

“Los últimos 10 años de mi vida me he dedicado a producir, a desarrollar y a dirigir cine. Por eso conozco también a todos los directores, porque, vaya, hace 25 años yo tenía uno de los programas más importantes de cine en México, y los últimos 10 años tuve el programa de cultura pop más importante de México. Entonces, no solamente hablaba de las películas sino que hacía las películas y todos ellos son amigos míos, entonces, creo que eso fue algo que nos ayudó para conseguir las películas”.

Valle escribió, produjo y dirigió las películas Sobre ella, Daniela los martes y Como si fuera la primera vez. Pero también produjo películas para Paula Markovitch, está haciendo series de televisión y muchos otros proyectos.

Hace, con Koenigsberger, una pareja laboral perfecta. Talento mexicano que apuntala un festival en el que podrán verse cintas como Miroslava, El secreto del doctor Grinberg y Mal de ojo.

El Jewish Mexican Film Festival iniciará el 2 de abril, con la presencia del cónsul de México en Nueva York, Jorge Islas López, y del director ejecutivo de la American Sepharadi Federation, Jason Cuberman. Durante tres días, nueve películas serán exhibidas en la sinagoga de Tribeca, y su directora espera que, así, nuevos miembros sean atraídos hacia una comunidad que intenta renovarse y volver a desplegar sus alas en el corazón de Nueva York.

 

 

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