Los planes del Ejército Británico

“Los Doscientos Días de Terror” es el nombre con el que se conoce a un periodo en la historia de los judíos que vivieron en la Tierra de Israel durante la Segunda Guerra Mundial. Este periodo duró desde la primavera de 1942 hasta el 3 de noviembre de ese mismo año, cuando unidades del ejército alemán bajo el mando del general Erwin Rommel avanzaron hacia el Canal de Suez desde el norte de África. Si la invasión alemana tenía éxito, los británicos estaban preparados para evacuar la Tierra de Israel y retirarse al este hacia Irak e India. Sin embargo, estos planes no incluían la evacuación de judíos de la Tierra de Israel. Si los alemanes invadían Israel, los judíos tendrían que enfrentarse a los nazis solos, sin la ayuda del ejército británico.

El Yishuv, como se llamaba el asentamiento judío antes de que se declarara la independencia de Israel en 1948, tenía aproximadamente 500,000 judíos. Yitzhak Tabenkin, quien luego se convirtió en miembro de la Knéset de Israel, declaró: “No tendremos más remedio que pelear esta guerra nosotros mismos con todas nuestras fuerzas. Debemos defender este Yishuv y nuestra bandera con o sin uniforme… Si nuestro espíritu [judío] está en nosotros, nos apoyaremos en él con todas nuestras fuerzas o caeremos con él con todas nuestras fuerzas. Estamos listos para mantenernos erguidos y hacer sacrificios. No seremos derrotados por las fuerzas del enemigo con fatalismo, sino con gran responsabilidad. No hay alternativa…”

Los planes de los nazis

En abril de 1942, la unidad del ejército alemán Afrika Korps, bajo el mando del general Erwin Rommel, comenzó a avanzar por el norte de África hacia el Canal de Suez. El terror se apoderó del Yishuv. Parecía que después de las grandes victorias de los nazis en África, ningún ejército podía detenerlos. Si llegaban al Canal de Suez, el camino a la Tierra de Israel estaría abierto para ellos. En ese momento, el exterminio de judíos en Europa estaba en pleno apogeo, y las noticias comenzaron a llegar al Yishuv. Había una certeza de que si los alemanes invadían, exterminarían a los judíos de la Tierra de Israel: hombres, mujeres y niños, como lo habían hecho en Europa. Y estas sospechas eran absolutamente reales: los alemanes ya tenían preparada una unidad militar especial en Egipto, el Einsatzgruppe Egypt, que constaba de 24 soldados de las SS bajo el mando de Walter RaufRauf fue el infame inventor de los camiones de la muerte, cuyos gases de escape estaban conectados a las cabinas selladas del camión, en las que las víctimas, que entraban pensando que iban a ser transportadas, morían rápidamente al inhalar los gases tóxicos.

Los camiones de la muerte ya estaban esperando en Egipto. Se suponía que el exterminio de los 500,000 judíos en la Tierra de Israel se llevaría a cabo por los mismos medios y métodos utilizados para el asesinato de los judíos europeos. Los alemanes planearon utilizar la ayuda de la población árabe local para llevar a cabo el asesinato sistemático de judíos bajo la dirección y el mando de ese pequeño equipo alemán. Este plan correspondía a la promesa que los alemanes le habían hecho al líder de los árabes palestinos, Haj Amin al-Husseini, que se encontraba exiliado en Berlín. Muchos árabes esperaban la llegada de los ejércitos de Hitler, a quien llamaban “Abu Ali”, esperando que derrotara a los británicos para luego exterminar a los judíos.

Los planes de los judíos

El 17 de abril de 1942, Moshé Sharet, jefe del departamento político de la Agencia Judía, se dirigió al general Claude Auchinleck, comandante del Octavo Ejército del ejército británico, con las siguientes palabras: “No hay duda de que si los nazis invaden la Tierra de Israel, todos los judíos de esta tierra serán destruidos. El exterminio de la raza judía es una cláusula básica en la ideología nazi. Las noticias oficiales publicadas recientemente indican que esta política se está implementando con una crueldad indescriptible. Cientos de miles de judíos perecieron en Polonia, los Balcanes, Rumania y los distritos invadidos por los alemanes en la Unión Soviética debido a las ejecuciones en masa, las deportaciones forzadas y la propagación del hambre y las enfermedades en los guetos y campos de concentración. Hay motivos para temer que los judíos de Israel serán destruidos siete veces más rápido si caen en manos de los nazis”.

Rendirse

Algunos líderes judíos propusieron rendirse a los nazis y negociar con ellos, siguiendo el ejemplo de otras naciones europeas ocupadas. La razón detrás de esta creencia ingenua era pensar que los nazis verían a los “israelíes del Yishuv” como una amenaza y no los tratarían tan cruelmente como lo hicieron con los judíos en Europa. También esperaban que un esfuerzo de reconciliación pudiera tener más éxito que la resistencia y la lucha, que, según ellos, podrían alimentar el odio alemán hacia los judíos. Estos puntos de vista fueron fuertemente criticados por ser irrealistas y promover el derrotismo y la desmoralización entre la población.

Otros líderes políticos pensaron en persuadir a los británicos, que estaban al mando de Israel en ese momento, para que le otorgaran a los judíos del Yishuv el estatus de “prisioneros de guerra ingleses”. Este estatus proporcionaría a los judíos los derechos de los prisioneros asociados con el mismo. Además, planeaban instar a los británicos para que amenacen a los nazis de que si permitían el exterminio de los judíos, los británicos tomarían represalias matando a los prisioneros alemanes que tenían en su poder. Aunque altruistas, estas ideas no eran prácticas y nunca se desarrollaron por completo.

Ocultarse

Muchos planearon esconderse y principalmente esconder a sus hijos en monasterios y hospicios europeos e incluso alemanes ubicados en el país, especialmente en Jerusalén. Otros buscaron establecer contacto con árabes amistosos que estuvieran dispuestos a aceptar una recompensa material a cambio de esconder a los niños judíos hasta el final de la guerra.

David Ben Gurión, el destacado líder de la comunidad judía, adoptó un enfoque pragmático. Creía que los soldados improvisados del Yishuv, la Haganá y demás unidades de combate, no podrían ofrecer resistencia al ejército de Hitler y que serían incapaces de lograr lo que los franceses, los holandeses y otros países europeos no lograron contra los nazis. En la opinión de Ben Gurión, si ocurriera una invasión alemana y los británicos se retiraran, las fuerzas de combate de la Haganá, la organización paramilitar judía, y el liderazgo del Yishuv deberían retirarse junto con el ejército británico a la India. Luego podrían regresar a reconquistar Israel cuando la marea de la guerra se volviera a su favor.

Pelear hasta el final

Por otro lado, una posición más nacionalista fue expresada por líderes como Yitzhak Tabenkin, quien creía que debían “quedarse aquí hasta el final, por nuestro futuro, por respeto a nosotros mismos y por lealtad a nuestra historia”. Sugería que toda la población judía se concentrara en el área de Haifa y la Galilea y luchara hasta la muerte. El plan se denominó “Masada del Carmel”. Esta área en las montañas del Carmel brindaría la oportunidad de resistir y repeler al invasor, quien tendría dificultades para mover fuerzas blindadas pesadas en el terreno montañoso. Según este plan, la población civil judía se refugiaría en estos enclaves mientras comandos y unidades de guerrilla saldrían a atacar y contener el avance del enemigo.

Los miembros de la organización militar “Etzel” también concibieron un plan similar, pero con un simbolismo diferente: en caso de una invasión alemana, los judíos se refugiarían en la Ciudad Vieja de Jerusalén, fortificándose dentro de los muros y peleando la batalla desde allá. Esta sería una declaración simbólica de la soberanía judía sobre el Monte del Templo o Har Habait en Jerusalén, y si fuera necesario, morir para defender lo más importante para Israel y el pueblo judío… Para estos líderes, estaba claro que si llegaban los alemanes, tal vez podrían retrasar su avance, pero aun así, el terrible final de los defensores y la población civil sería inevitable. El mismo nombre, “Masada del Carmel” (Masada o Metsadá, es el nombre de uno de los últimos refugios de los judíos que resistieron al ejército romano en el siglo I y procedieron al suicidio colectivo cuando vieron que el enemigo no podía ser detenido), expresaba la creencia de que el asentamiento judío no sería capaz de sobrevivir si los alemanes invadían Israel.

Victoria provincial

Pero gracias a Dios, todos estos planes y preparativos nunca tuvieron que ser implementados hasta el final. El 1 de julio de 1942, los británicos detuvieron el avance de Rommel a 180 kilómetros del Canal de Suez y establecieron una nueva línea de defensa. El general Bernard Montgomery fue designado como nuevo comandante y ordenó la cancelación de todos los planes de retirada británicos de Israel, preparándose para enfrentarse a los alemanes en Egipto. Ambos bandos sabían que esta batalla sería decisiva para el destino de Oriente Medio. El 3 de noviembre de 1942, con la ayuda de Dios Todopoderoso, las fuerzas de Montgomery lanzaron el ataque final y derrotaron a las fuerzas de Rommel en la Batalla de El-Alamein en Egipto. Este triunfo fue un punto de inflexión crucial en la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial.

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