Suegra, dice el refrán: “ni aún de azúcar es buena”.

“Conozco a una suegra que duerme con los anteojos puestos para ver mejor sufrir a su yerno en
sus sus sueños” —Ernesto Coquelin

“No te fíes nunca del esplendor de la mañana ni de la sonrisa de tu suegra”. —proverbio japonés

“Y sucedió que en la época en que gobernaban los jueces en Israel (500 o 400 a.e.c.), había hambre en el país y Elimelej, su esposa Noemí y sus dos hijos emigraron de Bet Lejem (Belén) y se fueron a vivir a Moav” (pueblo vecino de Israel en la antigüedad. Ruth 1; 1-2).

Los dos hijos se casaron con dos mujeres moabitas: Majalón tomó por su mujer a Orfa y Quilión a Ruth pero ninguno de ellos tuvo descendencia.

Cuando tanto el padre como los dos hijos murieron, y al enterarse Noemí de que el hambre había pasado a Judá, se despidió de sus nueras para regresar a su hogar, pero Ruth le contestó: “No me ruegues que te deje y me aparte de ti; porque donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieras, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu D-os mi D-os” (Ruth 1, 16).

Noemí accedió a que Ruth la acompañara y juntas llegaron a Belén. Era la estación en que empezaba la recolección de la cosecha de cebada. Noemí le mostró a Ruth un hombre llamado Boaz (en hebreo), una persona acomodada, de digno respeto, soltero, que era de la familia de su marido, y le dijo a Ruth que fuera al campo de Boaz a espigar para que este se fijara en ella.

Ruth hizo lo que le había dicho su suegra (ya que la ley judía permitía a los pobres recoger las espigas que iban cayendo detrás de los campesinos) y su encanto y su audacia atrajeron la atención de Boaz. Al saber este que era la nuera de Noemí, se dirigió a ella y le dijo: “Permanece hoy en mi campo y no vayas a ninguna otra parte a recolectar espigas, y ninguno de mis hombres te molestará y comerás con los segadores en mi mesa… me he enterado de oídas de lo buena que fuiste para con tu suegra, como si se tratara de tu propia madre, y de cómo has abandonado tu patria y a los tuyos para venir a un país que te era antes totalmente desconocido. Así, el D-os de Israel ha de recompensarte por ello, de manera que vivas y te sientas segura al amparo de sus alas” (1).

Además de haberle llevado bastantes espigas y granos tostados a Noemí, Ruth le contó a su suegra la bondad y amabilidad con la que la había tratado Boaz.

Por la noche, Noemí le dijo a Ruth: “Hija mía, presta atención al consejo que voy a darte, si lo sigues, quizás tu vida recobrará la tranquilidad perdida y tu corazón la seguridad y la confianza… báñate, úngete, vístete, el mejor de tus vestidos, perfúmate como la novia que va al encuentro de su esposo y baja al huerto donde Boaz llevará su cosecha por la noche. Después de que él haya comido y bebido, fijate bien el sitio en que se acueste y, cuando esté acostado y dormido, entra sigilosamente en su tienda acuéstate a sus pies y levanta la manta para que se le enfríen sus pies. Entonces Boaz se despertará y te dirá él mismo lo que has de hacer”.

Ruth hizo tal como le había indicado su suegra. A media noche, el frío despertó a Boaz quien se sorprendió al notar que una mujer se hallaba a sus pies. Pasado el susto, “Boaz se incorporó lentamente y le dijo con palabras suaves”: Desde el mismo momento en que te vi me di cuenta que eres agradable a los ojos del Señor. No se te ha visto una sola vez con la mirada puesta en joven alguno; toda nuestra ciudad sabe que eres una mujer de bien. Por lo demás eres una mujer fuerte y hermosa y en cuanto de mí depende, de buena gana estoy dispuesto a hacer lo que tú quieras”.

Después de haber arreglado prudentemente el asunto del terreno que pertenecía tanto a él como al otro heredero de la casa de Elimelej, Boaz se casó con Ruth. Y esta fue fértil y dio a luz un niño a quien su padre puso el nombre de Oved. Y las mujeres de Belén decían a Noemí: “Bendito sea D-os que ha querido que vieras todavía un heredero, cuando ya nadie se atrevía a esperarlo. Ruth tu hija ha sido para ti más buena que siete hijos juntos (para una mujer israelita tener siete hijos era una bendición divina y un gran honor). Ella te ha dado el heredero que ha de apagar tu tristeza y que ha de rodear tu ancianidad como de un fresco jardín repleto de frutos”.

Y Noemí dio gracias a D-os por la bondad que le había dado, desapareció la amargura que le había afligido, “reclinó a su nieto Oved en su seno y fue nodriza. Posteriormente Oved engendró a Isaí quién fue el padre de David, Rey de Israel“.

Del Libro de Ruth no se sabe con exactitud quién fue su autor. Parece ser que el relato recibió su forma definitiva en una época posterior a los jueces, después del exilio babilónico. El libro consta de cuatro capítulos breves y se lee en la sinagoga en la festividad de Shavuot (Pentecostés) por tratar episodios del tiempo de la recolección.

Ruth en el Arte

La historia de Ruth es uno de los episodios amorosos más bellos en toda la literatura. Goethe consideró este libro como una de las obras maestras de idilio. En diversos países, encontraron inspiración en el relato de la mujer moavita.

Así, por ejemplo el poema de Víctor Hugo sobre el tema de Ruth está considerado como uno de los mejores del célebre escritor francés; y los versos inspirados de Gabriela Mistral, la poetisa chilena que obtuvo el Premio Novel cuya imaginación revive la caridad y la modestia de la mujer moabita, son solamente algunas creaciones de las muchas que han sido compuestas en las últimas décadas sobre el motivo bíblico.

“En el arte plástico destacan famosos pintores que emplearon la figura de Ruth en sus obras” (2).

“Es evidente que el autor de este libro quiere expresar la idea de que para ser buen hebreo no era preciso haber nacido en el seno de ese pueblo. Este libro enseña que en el judaísmo valen los conceptos de una persona, no la raza” (3).

La aparición de una mujer extranjera

Ruth en tan ilustre genealogía (la bisabuela del Rey David, casa de donde habría de salir el Mesías). Muestra que D-os no hace distinción de personas cuando se tiene fe en Él y se cumple su voluntad, y refleja uno de los casos del espíritu universalista de la Biblia. “En el libro de Ruth se percibe una velada protesta contra las medidas excesivamente rigoristas en lo relativo al matrimonio de judíos con mujeres extranjeras”(4).

Ruth es una figura de importancia tanto en la historia del pueblo hebreo como en la teología cristiana. Este libro quiere demostrar que uno de los personajes más grandes de la Biblia, tan admirada en la historia judía, el Rey David, tuvo a una antecesora que no fue hebrea sino una mujer de Moav quien aceptó el judaísmo.

Pero hay más: pienso que aunque el relato de Ruth es breve, la Biblia, con esa su gran capacidad de asombrarnos y con su enorme sapiencia, nos envía ejemplos y mensajes que son de vital importancia actualmente.

Veo que en este relato, además del personaje central Ruth quien reúne en su persona las más hermosas cualidades: cariñosa, amable, activa y emprendedora hasta poner en peligro su honor con tal de perpetuar el nombre de su difunto esposo y que da nombre al Libro, hay otra heroína más, y quizá un poco oculta, que como tras bastidores mueve los hilos de la historia: Noemí, quien con astucia y amor y con igual mérito logra que la narración tenga un final afortunado y sin su participación, el relato bíblico se hubiese truncado.

“Quien hace el bien de los demás, ha hecho el suyo”, expresa sabiamente un proverbio chino.


Bibliografía:
La Biblia Hebrea.
KLEPFISZ, Heszel. El impacto hebreo en la cultura occidental
Biblia de Estudio de Estudio (3), (4)

Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudío


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.