“Mientras exista este sol y este cielo tan despejado y yo pueda verlo, no podré estar triste.”: Ana Frank

No existe mayor verdad que la que la inscrita en el sentir de un niño. Por eso, las palabras de Ana Frank siguen motivándonos a creer que siempre, a pesar de la adversidad y las dificultades, habrá un rayo de esperanza y la posibilidad de hacer, cambiar y luchar, pero, sobre todo, continuar en este mundo con el alma comprometida y el corazón limpio.

 

La historia de Ana Frank representa la de decenas de miles de familias judías que resistieron el odio de Hitler escondiéndose, pero también la de miles de seres comprometidos que decidieron dar un paso adelante y dejar de lado la indiferencia para socorrer a otros, aunque con esto arriesgaran su futuro y sus vidas.

Hoy, el museo Memoria y Tolerancia homenajea a las víctimas del Holocausto, a los sobrevivientes que comparten sus historias para que el horror no se repita y a todos aquellos que eligieron ser protectores, con el fin de que el recuerdo reclame su parte y la reflexión del genocidio nos alerte sobre el destructivo poder los discursos de odio y las divisiones que lastiman tanto a nuestro país y al mundo.

A pesar de vivir en el escondite y enfrentar un futuro incierto, Ana jamás perdió su confianza en la humanidad. Ella creía que nadie necesitaba esperar un solo momento para empezar a cambiar el mundo. Es precisamente esta inspiración la que nos llama a realizar la exposición “Ana Frank. Notas de esperanza” y recibir en este recinto a tantos jóvenes deseosos de cambiar el mundo.

Al final, el futuro está en sus manos.

*Linda Atach Zaga es Directora de Exposiciones Temporales del Museo Memoria y Tolerancia

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