Oliver Stone llega a Jerusalén para hablar de… energía nuclear

Stone está en la ciudad para recibir un premio a la trayectoria en la inauguración del 40º Festival de Cine de Jerusalén que tuvo lugar el jueves, y estaría presente el 14 de julio en la proyección de su último documental, Nuclear Now, según publicación de Hannah Brown en The Jerusalem Post.

Y ahora, dice Stone, es realmente el momento de hablar sobre la energía nuclear, que él ve como la mejor manera de crear energía limpia y ayudar a controlar la crisis del cambio climático.

Ciertamente, nadie puede cuestionar su reputación como uno de los maestros cineastas de Estados Unidos, aunque algunos han criticado la decisión del festival de honrarlo debido a su política, particularmente en relación con Rusia y Ucrania, así como las declaraciones que ha hecho sobre Israel.

Stone, nacido en Nueva York de padre judío corredor de bolsa (el apellido original de la familia era Silverstein) y una novia francesa de la Segunda Guerra Mundial, abandonó Yale y se alistó para pelear en la Guerra de Vietnam. Vio combate y recibió una Estrella de Bronce y un Corazón Púrpura (entre otros honores).

Sus experiencias en la guerra inspiraron su guión para Platoon, un drama sobre un ingenuo joven recluta que lucha en Vietnam, que ganó el Oscar a la Mejor Película en 1987 y por el que Stone recibió el Oscar al Mejor Director. En 1990, volvió a ganar el Oscar a Mejor Director, esta vez por Nacido el cuatro de julio, un drama basado en la vida de Ron Kovic, un veterano discapacitado que se convirtió en activista contra la guerra.

Durante años, Stone alternó entre películas de guerra, incluidas Salvador y Heaven & Earth, y películas que critican la vida en Estados Unidos, entre ellas Wall Street, en la que Michael Douglas ganó un Oscar y pronunció el icónico discurso “La codicia es buena”. También hizo Natural Born Killers, una acusación contra la adoración de la violencia en Estados Unidos y la popularidad de la televisión sensacionalista. Además, ha tenido una carrera estelar como guionista, escribiendo Scarface y Expreso de Medianoche, por la que ganó un Oscar en 1979, entre otras.

Stone se centra ahora en la energía nuclear

Pero lo que está en la mente de Stone es la energía nuclear y le decepciona que no haya tenido la oportunidad de ver Nuclear Now antes de la reunión. La entrevista pende de un hilo por un momento, pero prometo que podrá hablar sobre ella después de comentar sobre los inicios de su carrera.

Menciono sus memorias de 2020, Chasing The Light, y que el primer capítulo de su libro se llama “Niño del divorcio”. ¿Fue el divorcio de sus padres, que lo hizo desconfiar de las figuras de autoridad, el evento que definió su vida? Stone cree que sí.

Comenzó haciendo películas de guerra que criticaban la violencia y luego se centró en lo que estaba mal en el ámbito doméstico. Al respecto comentó: “No buscaba cosas que estaban mal, buscaba drama. Soy dramaturgo Y no puedes hacerlo como periodista, diciendo: ‘Aquí están los problemas del mundo’. Lo hice con lo que me emociona”.

Un drama clave que lo fascinó fue la historia detrás del asesinato de JFK, que convirtió en el largometraje de 1991, JFK. Desde entonces, ha realizado algunos dramas, el último fue Snowden de 2016, sobre el informante estadounidense que expuso la vigilancia generalizada en la Agencia de Seguridad Nacional, y muchos documentales y series documentales para televisión. Si bien algunos han ampliado las teorías de conspiración sobre el asesinato de JFK, otros, particularmente en los últimos años, se han centrado en Rusia (hizo una serie de 2017 con entrevistas al presidente ruso Vladmir Putin) y su simpatía por su gobierno y política exterior).

Sobre Persona Non Grata, una película documental que hizo como parte de la serie de HBO, America Undercover, que detalla su viaje por Judea y Samaria (Cisjordania) a principios de la década del 2000 y su intento fallido de entrevistar al ex presidente de la OLP, Yasser Arafat, dijo que “No se fiaba mucho en mí al principio, pero me mantenía cerca”.

Cuando los tanques israelíes entraron en Ramallah, Stone y su equipo lograron salir, no gracias al gobierno de EE. UU., que “no hizo nada” para ayudar. Sobre la política israelí actual, en particular las protestas contra la reforma, dijo: “Sigue y sigue y sigue, esta historia, entonces fue Ramallah, [luego] Gaza, y ahora es Jenin”.

Preguntado por su identidad judía, respondió desconcertado: “Me criaron como protestante”.

Respecto a la influencia de su padre en su vida, dijo: “Tenía una sabiduría profunda. . . tenía ira y fuerza, tenía esas cualidades, pero rehuía a los rabinos”.

El sionismo secular no jugó ningún papel en su educación, aunque, mientras pensaba en ello, dijo: “Tengo esta fuerza judía hasta cierto punto, y la ira y la persistencia, sí, la persistencia es importante”.

Parte de esta ira se hace evidente cuando habla de un tema que le apasiona, lo que él ve como el “belicismo” de varias administraciones demócratas, particularmente cuando se trata del tema Rusia-Ucrania. La crítica de Stone a lo que él ve como la persistente influencia “neoconservadora” en la política estadounidense en Ucrania y Rusia está muy presente en su mente.

Aunque vilipendió a Donald Trump, no pudo votar por Hillary Clinton, a la que ve como una “secretaria de Estado sedienta de sangre”, y en cambio votó por Jill Stein.

“Básicamente [los funcionarios estadounidenses] eligieron al gobierno [ucraniano], lo financiaron”. Fue Estados Unidos, y no un levantamiento popular, lo que llevó al poder al expresidente Petro Poroshenko, dijo, repitiendo lo que ha dicho entrevista tras entrevista.

Él ve la efusión masiva de apoyo mundial a Ucrania en su lucha contra Rusia como un regreso aterrador a la política de la Guerra Fría. El actual presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, “es lo que es, un títere”, dice Stone, y luego agrega con sarcasmo: “Aunque me gusta que exija que vayamos a la guerra en su nombre, exija armas nucleares, exija la OTAN“.

Y ahora, dice Stone, es realmente el momento de hablar sobre la energía nuclear, la mejor manera de crear energía limpia y ayudar a controlar la crisis del cambio climático.

“Temo por el futuro de mis hijos y, con suerte, el de mis nietos, y creo que la conciencia del mundo está más asustada, es más consciente de las olas de calor”.

Los rusos, dijo, tienen una agencia reguladora mucho mejor para la energía nuclear que los estadounidenses. Pero dada su propensión a detectar “la gran mentira” en todo lo que dice y hace el gobierno, ¿realmente confía en que el gobierno de EE. UU. manejará la energía nuclear de manera segura? Sorprendentemente, sí. “Cuando se trata de especialización, creo que sí, quiero decir que confiaría en la FDA hasta cierto punto, sí.

“Siempre puedes sospechar, pero el gobierno… cuando se trata de procesos técnicos, son bastante buenos, bastante buenos porque hay estándares, estándares científicos… De hecho, dejaron [de desarrollar la energía nuclear] en los años 80 después de Three Mile Island, que convirtieron en una pesadilla, que no lo fue, no fue una pesadilla…”

Continuó: “Amo a Jane Fonda, pero estaba equivocada”.

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