Israel enfrenta actualmente una amenaza inminente que emana del golpe judicial, cuyas leyes están a punto de perturbar varias facetas de nuestras vidas, incluidas dimensiones culturales, científicas y educativas.

Este golpe presenta un peligro genuino para la democracia, con preocupaciones de que pueda alterar fundamentalmente el panorama académico en Israel. De hecho, estamos siendo testigos de acciones alarmantes por parte del gobierno, que está intentando reprimir a la academia de varias maneras y eludiendo las propuestas y recomendaciones presentadas por los organismos académicos.

Por ejemplo, el gobierno busca promover nombramientos políticos para puestos profesionales e influir en el nombramiento del vicepresidente del Consejo de Educación Superior. También existe el peligro inminente de que el gobierno intente interferir con el contenido de la investigación para impedir estudios y direcciones que vayan en contra de las creencias religiosas de los miembros del gobierno, como investigaciones relacionadas con la evolución.

Ya se han presentado más de 200 iniciativas de ley para cambiar el carácter democrático del país. Si se promulgan, algunos de estos proyectos de ley podrían restringir severamente la libertad de expresión y la investigación académica. Por ejemplo, se espera una mayor orientación religiosa en el plan de estudios escolar a expensas de la educación científica.

En consecuencia, es probable que haya una reducción significativa en el número de estudiantes que se dedican a campos científicos y que disminuyan las oportunidades de investigación. Como resultado, las perspectivas de que la ciencia israelí mantenga su posición a la vanguardia del escenario global pueden disminuir. Es evidente que el ataque del golpe a las instituciones democráticas del Estado y sus principios tendrá un profundo impacto en la academia israelí, que ha logrado hazañas impresionantes y se ha ganado un lugar de distinción en la comunidad internacional.

Hay un vínculo directo entre la academia y la democracia: un estudio a nivel mundial demuestra que las instituciones académicas altamente calificadas operan principalmente en países democráticos liberales, en un entorno que defiende la libertad de pensamiento. Los logros académicos importantes son producto del pensamiento creativo y crítico.

Ada Yonath
La profesora israelí Ada Yonath recibe el Premio Nobel de Química de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia durante la ceremonia de entrega del Premio Nobel en la Sala de Conciertos de Estocolmo, Suecia, en 2009. Crédito: AFP PHOTO/SCANPIX SUECIA/PONTUS LUNDAHL/POOL

Actualmente, hay pruebas claras de la fuerte correlación entre una base democrática y la excelencia científica, como lo demuestra la notable disminución de la calidad de la investigación en Polonia y Hungría poco después de que se apartaran de los valores democráticos.

Esta disminución ya ha provocado la terminación de colaboraciones internacionales con investigadores que realizan sus estudios en estos países. La experiencia muestra que tales acciones conducen en la práctica a consecuencias adversas adicionales. Es posible que no solo pongan fin a proyectos de investigación específicos, sino que también se pierdan los derechos de propiedad intelectual sobre conocimientos ya adquiridos, lo que podría disuadir a los científicos de participar en colaboraciones, lo que en última instancia llevaría a la pérdida de apoyo financiero para subvenciones internacionales competitivas.

Por lo tanto, es evidente que la erosión de la base democrática de Israel conducirá a la pérdida de financiación internacional y obstaculizará la obtención de donaciones para el establecimiento de prestigiosos centros de investigación avanzada en instituciones israelíes.

Además, es probable que la amenaza a la libertad académica motive a excelentes científicos israelíes a abandonar el país, y puede desalentar a los mejores y más brillantes que continúan su formación profesional y proyectos de colaboración en el extranjero regresar a Israel una vez finalizados sus estudios. Al mismo tiempo, la amenaza a la libertad académica obstaculiza la capacidad de las instituciones israelíes de atraer y retener a científicos destacados para cubrir puestos vacantes.

Está claro que esta situación conducirá a una disminución de la calidad de la educación, los estudiantes y la investigación, así como a menores oportunidades de innovación y emprendimiento en la ciencia, la tecnología y la medicina.

En mi opinión, es de suma importancia que nuestro objetivo sea brindar educación integral y herramientas intelectuales modernas a toda (o al menos a la mayoría) de la población de Israel. Por esta razón, debemos alimentar la vitalidad única de la próspera academia de Israel y al mismo tiempo hacer todo lo que esté a nuestro alcance para resistir el cambio de régimen.

La autora es profesora del Instituto Weizmann de Ciencias. Fue galardonada con el Premio Nobel de Química en 2009.


Artículo publicado originalmente en Haaretz

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