El apoyo a Hamás se origina en el corazón de la oscuridad de la conciencia occidental. Hay más seguidores de Hamás en Occidente que en Gaza.
¿Qué es este extraño mal que aflige a Occidente y para el cual la guerra en Gaza es a la vez un pretexto y una revelación? ¿Odio a uno mismo? ¿Fascinación por el suicidio colectivo?, se pregunta el autor en Arutz Sheva.
Hamás es una secta islamo-nazi que pretendía destruir a Israel y a su pueblo antes de atacar a Occidente cuando llegue el momento. Pero encontró millones de ayudantes entre los occidentales. Aprendices de brujo, nuevos conversos e idiotas útiles…
Su lavado de cerebro es eficaz. Las encuestas de Newsweek dicen que entre los jóvenes estadounidenses, el 48 por ciento está con Hamás. Más de la mitad (51 por ciento) cree que el pogromo del 7 de octubre en el que fueron masacrados 1.400 israelíes estuvo de alguna manera justificado. Si hiciéramos la misma encuesta en Europa obtendríamos los mismos resultados.
De los 67 millones de estadounidenses de la “Generación Z” (nacidos después de 1996), el 52 por ciento quiere reparaciones raciales para los negros, el 60 por ciento cree que el racismo sistémico está “generalizado” en la sociedad, el 51 por ciento que el “binario de género” (masculino y femenino) es ” obsoleto”, el 41 por ciento está a favor de censurar el “discurso de odio” (a menos que fomente la destrucción de Israel), el 66 por ciento está a favor de silenciar a los oradores que consideran “ofensivos” y el 61 por ciento tiene opiniones positivas sobre el socialismo.
Aquí es donde se origina el apoyo a Hamás: en el corazón de la oscuridad de la conciencia occidental en plena decadencia.
Mientras tanto, desde Al Azhar en El Cairo – el “Vaticano del Islam” – hasta la Unión Internacional de Estudiosos Musulmanes en Doha, las grandes organizaciones islámicas lanzan su fatwa contra Israel: “No hay civiles israelíes, todos son objetivos”. Y hablamos de las instituciones con las que Occidente dialoga y con las que el Vaticano firmó el documento sobre la “Fraternidad Humana“.
En la London Review of Books – una de las revistas literarias más reconocidas del mundo – cientos de escritores atacan… a Israel. El intelectual James Lindsay en Le Point explica: “Existe una complicidad intelectual entre ellos y comparten el mismo objetivo: infligir el máximo daño a Occidente y a los valores occidentales. No estoy diciendo que Hamás comparta todos los valores de la izquierda norteamericana y europea, pero utiliza a la izquierda despierta para avanzar en su agenda. Estados Unidos y Canadá, debido a la infiltración del despertar a todos los niveles, están experimentando una revolución cultural como la experimentada por China en los años 1960.”
Afortunadamente, también llegan noticias positivas de Estados Unidos, como la nueva organización católica contra el antisemitismo.
Mientras tanto, una izquierda demagógica, plazas pacifistas, universidades corruptas y medios de comunicación degenerados juegan con cerillas. Y por las razones electorales que conocemos, ahora tenemos esta gran izquierda que tiene en sus ojos, en lugar de estrellas, sólo velos, medias lunas, minaretes.
Un ejemplo de esta izquierda enferma son los líderes socialistas belgas André Flahaut y Jean-Pascal Labille, que acaban de comparar a Israel con el nazismo. André Flahaut es ex Ministro de Defensa y ex Presidente de la Cámara, entre otros, hoy diputado federal del Partido Socialista. Jean-Pascal Labille, ex ministro federal, compartió un dibujo que supuestamente muestra a soldados israelíes disparando contra lo que representa Gaza, rodeado por una barrera en la que aparece una esvástica en una estrella de David.
“Desde el fin de la Guerra Fría nos encontramos, a excepción del período posterior al 11 de septiembre, en una especie de fin de la historia y en una atmósfera de carnaval permanente”, explica a Le Figaro el estudioso estadounidense Walter Russell Mead. “Estábamos entusiasmados con la idea de todas las posibilidades, de un mundo en el que todos saldrían ganando. La deuda también parecía insignificante ya que las tasas de interés estaban en cero. Vivíamos en una ilusión. Pero el mundo no lo permitirá durante mucho tiempo. Hoy volvemos a la tierra, veremos qué tan rápido”.
Israel está luchando por su supervivencia.
La cuestión es si la civilización occidental entiende que éste es un punto de inflexión y realmente quiere salvarse, ya que sus líderes débiles y nihilistas parecen haber llegado a la conclusión de que es inherentemente malo y que no vale la pena luchar por ello.
Esta semana, el presidente israelí Isaac Herzog lanzó una advertencia a los europeos en una entrevista con Die Welt. “Hay que entender: si Israel ya no existe, Europa será la siguiente“.
Israel ganará esta batalla –lamentablemente, a un costo muy alto– porque está decidido a sobrevivir. Pero hay más seguidores de Hamás y la Jihad en Occidente que en Gaza. Es necesario defender las barreras de la civilización occidental, como la frontera sur de Israel, y sólo podemos confiar en la determinación de Israel para hacerlo.
Nosotros en Occidente estamos en grave peligro.
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