Desde sus inicios, en 2018, ILAN, fundado por Isaac Assa, ha colaborado y establecido fuertes lazos con Israel.

 

El pasado 7 de octubre Israel sufrió una barbarie sin precedente por parte del grupo terrorista Hamás, que además de haber masacrado, decapitado, incinerado y violado a más de 1,200 personas, secuestró a más de 240 incluyendo bebés, niños y ancianos.

Los amigos están en las buenas y en las malas, razón por la cual Isaac  Assa decidió viajar a Israel para mostrar apoyo y empatía a las personas e instituciones con las cuales ha colaborado por tantos años, y en entrevista para Enlace Judío, Isaac lo describe de la siguiente manera:

“Vengo regresando de lo que fue el viaje más impactante de mi vida; un viaje que, sin duda, me marcó para siempre. Tan pronto como llegué me di cuenta de que todo lo que había leído o visto en las noticias era nada, en comparación con la realidad. Desde la primera reunión en la que participé, quedó claro que no me encontraba en la misma sintonía que los israelíes y la realidad que estaban viviendo, y así empecé esta travesía.

Viaje a la frontera con Gaza donde visité los kibutz y las colonias que se encuentran en la zona, donde más de tres mil terroristas y civiles de Gaza irrumpieron y cometieron una barbarie sin precedentes en la historia de la humanidad.

Vi los videos grabados por las cámaras de los propios terroristas; visité cada casa y lugar donde se perpetraron estos actos que la vida no me alcanzará para entender o borrar de mi mente.

Estuve con los familiares de las víctimas y de los secuestrados; acompañé a la familia Lev al funeral de su hijo Yedidia, un joven de 26 años que perdió la vida la semana pasada defendiendo su patria y los valores que todos nosotros abrazamos.

Yedidia era un joven lleno de vida y de sueños, un ser humano que hace seis meses se sometió a una cirugía para donar médula ósea a alguien a quien nunca conoció, y que tenía la ilusión de recorrer todo Israel en su Jeep junto con su novia.

Durante el funeral vi cómo su mejor amigo, que estaba a mi lado, sostenía la bandera de Israel, colapsó y perdió el conocimiento por el dolor tan grande que sentía.

Yo he presenciado muchos funerales en mi vida, de familiares y amigos que han perdido la vida por enfermedad o por accidente, pero nunca había vivido un dolor así. A Yedidia le sobreviven su padres y abuelos —uno de ellos, sobreviviente del Holocausto—, sus seis hermanas, su hermano menor y su novia Liat.

Visité varias comunidades en la zona de Samaria, donde la mayoría de los jóvenes han sido llamados a servir y la gente se siente amenazada por sus vecinos palestinos. Hoy, esas comunidades se han organizado para defenderse en caso de ser atacadas.

Visité en sus casas a las madres que viven solas con sus hijos; ya que muchos de sus esposos están en el frente. Ahora, ellas están armadas y rezan porque su suerte no sea como la de otras, que han sido víctimas de los terroristas.

Lo más doloroso fue visitar a la familia Baruj, padres de Adi.

Adi era una joven de 23 años. Su madre me contó que fue una niña independiente, alegre y siempre ocupada en ayudar a sus padres y a sus dos hermanos menores; líder entre sus amigas y llena de ilusión. Adi era apasionada de la fotografía e inició su propio negocio a los 16 años; cubría todos los eventos y alegrías de la zona, amaba la vida y estaba llena de sueños. Su ilusión era casarse con su novio, formar una familia y fotografiar el mundo.

Adi alguna vez escribió:

“Lograr tus sueños es la felicidad verdadera. Si no tienes sueños, jamás serás feliz”

Adi y su padre fueron llamados a servir el mismo día, en zonas diferentes, ambos salieron de su casa y se vieron por última vez, pues un misil lanzado por Hamás impactó cerca de ella y le arrebató la vida.

Pero también vi a un país de titanes unidos como un solo ser y con un solo corazón, con gran fuerza y resiliencia, y decidido a vivir y luchar con valor y moral hasta que el bien y la paz triunfen sobre el mal. Todos, como una familia, esperanzados en tener de regreso a sus seres queridos que han sido vilmente secuestrados, y a sus jóvenes que hoy pelean esta guerra.

Créanme lo que les voy a decir: lo que se está viviendo en Israel y las manifestaciones que vemos en todo el mundo, incluyendo las que presenciamos aquí en México, no son por un conflicto de territorio ni otras mentiras: son, sin duda alguna, manifestaciones del mal, de la tiranía y el fundamentalismo contra el bien y la libertad, de la barbarie contra la moralidad y del odio y el deseo de guerra contra el amor y la paz.

Vivimos en un mundo gris donde, como dijo el malvado Goebbels, “si repites una mentira mil veces se convierte en verdad”. La línea entre un lado y el otro es demasiado fina y, como decimos en México, el que calla otorga, ocupémonos de siempre procurar el bien y estar del lado correcto de la historia.

“No existe innovación más grande que ser una persona moral, y en la moralidad no hay lugar para la indiferencia o la neutralidad.”

Quise compartir estas experiencias con ustedes, no para entristecerlos sino para sensibilizarlos y provocar en todos ustedes un despertar, un despertar en el que apreciemos todo que tenemos, nuestra paz y libertad, nuestras familias y seres queridos, el amor que damos y que recibimos cada día, ya que si algo aprendí es que nunca hay que dar nada por hecho.

Un despertar a esta realidad que estamos viviendo, a la certeza de que el futuro está en nuestras manos y de que no podemos callar o ser indiferentes, sino que debemos luchar por los valores de Occidente, por la moralidad y la libertad siempre, para que la vida de Yedidia y Adi no hayan sido sacrificadas en vano”.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudío