Meirav Eilon Shahar, representante permanente de Israel ante las Naciones Unidas y las organizaciones internacionales en Ginebra, emitió la siguiente declaración sobre el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, que se celebró el pasado 27 de enero, publicada por World Israel News.

Today, at the Holocaust Remembrance Ceremony @UNGeneva, I reminded everyone that the Holocaust did not start with industrialized mass killings, it began much earlier, with pogroms around Europe. It began when the dehumanization, the beatings, the killings of the Jewish people… pic.twitter.com/qPRCc6aJoW

— Meirav Eilon Shahar 🇮🇱 (@MeiravEShahar) January 26, 2024

Esta indiferencia ante el sufrimiento de nuestro pueblo es la misma que permitió al mundo mirar hacia otro lado hace 80 años.

Hoy es un día en el que nos reunimos en una reflexión solemne, honrando la memoria de los millones de vidas inocentes arrebatadas durante el Holocausto, el capítulo más oscuro de la historia de la humanidad.

Hoy es un día en el que recordamos el genocidio sin precedentes del pueblo judío, total y sistemático, perpetrado por la Alemania nazi y sus colaboradores.

Nos unimos no sólo para recordar los horrores del pasado sino para reflexionar sobre el valor inimaginable demostrado por quienes sufrieron, quienes enfrentaron una crueldad indescriptible con una fuerza inquebrantable. Estamos unidos en la necesidad de enfrentar el pasado para forjar un futuro mejor.

El Holocausto no comenzó con matanzas en masa industrializadas. Comenzó mucho antes, con pogromos en toda Europa. Comenzó cuando se normalizó la deshumanización, las palizas y los asesinatos del pueblo judío.

La masacre de Hamás del 7 de octubre nos devolvió, por un momento, a aquellos tiempos oscuros.

Al amanecer, los terroristas entraron en Israel y, al anochecer, más de 1.200 personas yacían muertas, cientos fueron llevadas a Gaza y 136 aún permanecen allí.

Y una vez más, al pueblo judío se le dice que sus vidas no importan. Que su sufrimiento debe ser contextualizado. Que su violación no merece una condena mundial.

Esta indiferencia ante el sufrimiento de nuestro pueblo, cuando Hamás quemó vivas a familias enteras en sus hogares, es la misma indiferencia que permitió al mundo mirar hacia otro lado hace 80 años.

Lamentablemente, esta indiferencia plaga los mismos salones en los que hablo hoy; las mismas organizaciones que predican los derechos humanos, las mismas instituciones nacidas de las cenizas de Birkenau, Sobibor o Treblinka, establecidas sobre la premisa de “Nunca más”.

Hoy, una vez más somos testigos de un aumento agudo y dramático del antisemitismo. Permítanme ser clara: este aumento se produjo el 7 de octubre, el mismo día en que los israelíes morían en sus hogares.

Mientras los judíos eran asesinados en sus camas, el odio a los judíos se disparó en todo el mundo. Debemos actuar con urgencia para garantizar que el pueblo judío pueda vivir con seguridad y que la vida judía pueda prosperar, ya sea en Kfar Aza o en Ginebra, en Nueva York o en el Kibutz Be’eri.

Por eso son tan importantes los testimonios de supervivientes como Martha Raviv, que escucharemos hoy más tarde.

Los horrores de la Shoá son demasiado grandes para comprenderlos, pero el testimonio de uno es poderoso para comprender lo que ocurrió.

Martha es un símbolo de esperanza, un símbolo de luz, un símbolo de cómo se puede superar tal mal, con tanta fortaleza.

Y es con su ejemplo que el pueblo israelí debe actuar ahora.

Con su valentía y con la fuerza y la resiliencia de los supervivientes de la Shoá como ejemplo, debemos superar el mal que hemos sufrido.

Debemos mirar la historia como una lección.

Las atrocidades del Holocausto fueron una revelación de las profundidades a las que puede caer la humanidad. Fue un abismo de oscuridad, un crudo recordatorio de las consecuencias del prejuicio, el odio y la indiferencia.

Sin embargo, quienes salieron de este abismo no sólo sobrevivieron. Prosperaron. Nosotros, el pueblo judío, así como los descendientes de todas las víctimas del nazismo, llevaremos esto para siempre con nosotros, como una lección para las generaciones venideras.

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