Es el término que con firme convicción Benjamín Netanyahu y la derecha teo-nacionalista que hoy le apoya vocean en nuestro país como el más alto objetivo de la invasión militar a Gaza.
Conducta que apenas revela alguna sensibilidad por la suerte de más de cien israelíes capturados por Hamás el trágico 7 de octubre, día en el cual su gobierno reveló indiferencia y objetiva complicidad.
Torcida actitud que apenas es compatible con el humanismo judaico y con una elemental sensibilidad humana.
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En los últimos días, Bibi y los miembros de la derecha religiosa se limitan a señalar que la muerte del líder musulmán Sinwar y de otras figuras del Hamás es imparable. En el interim apenas prestan oídos a las protestas
masivas de amplios sectores de la población que exigen dar prioridad a la liberación de los secuestrados.
Los esfuerzos del presidente Biden en favor de los cautivos apenas interesan al trío Netanyahu-Smotrich-Ben Gvir y a otros miembros de la coalición teo-derechista que hoy nos des-gobierna.
Probablemente esta actitud del mandatario norteamericano afectará negativamente las perspectivas de su re-elección. Revela en cualquier caso una noble sensibilidad humana más allá de cualquier frío cálculo político.
Actitud que será noblemente recordada en nuestra historia.
Juzgo que nunca antes nuestra frágil democracia y el humanismo judaico han conocido el vacío y la vaciedad que Bibi y sus partidarios hoy revelan. Parecen ignorar que su anhelo de una absoluta victoria no tiene respaldo alguno en la historia humana.
De aquí que las diásporas encaran hoy el riesgo de perder la generosa legitimidad que les permite vivir y trabajar sin tropiezos.
Un hecho que les obliga a elevar una protesta masiva y unánime por todos los medios, personales y electrónicos, contra esta torcida actitud de Netanyahu y de su coalición.
¿ Tendrá ecos este llamado?
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