La ONU acaba de presentar un informe en el que por fin reconoce que, en el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023, las hordas de Hamas y varios civiles palestinos que se agregaron al asalto, ejercieron violencia sexual contra mujeres israelíes de todas las edades (incluso muertas), aunque también contra algunos hombres.

Se reconoce, además, que es muy posible que las mujeres judías que todavía se mantienen secuestradas por Hamas estén sufriendo de abusos y vejaciones sistemáticas, lo cual constituye un crimen de guerra.

El informe llega, lamentablemente, demasiado tarde. Cinco meses se tardó la ONU en admitir lo que era evidente desde un principio.

Irving Gatell nos explica todo lo que está mal alrededor de esta conducta errática, decidiosa e indolente de la ONU, que en su conjunto parece decirnos —vaya ironía, apenas a un par de días del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer— que las únicas mujeres a las que no hay que defender son a las judías o a las israelíes.

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