La señora Ascencio ya había conquistado el paladar de los israelíes con sus famosas quesadillas, pero ahora está comenzando a ganarse también su corazón. En este pequeño local de Jerusalén, donde se puede disfrutar los espectaculares antojitos mexicanos, los soldados de las FDI comen completamente gratis. 

“Mi mamá tiene como una meta: poder ayudar a los soldados, a los jayalim en Israel”, nos cuenta Isaac Ascencio desde el local de Quesadillas Sra. Ascencio de la colonia Polanco, donde una clientela predominantemente ortodoxa acude diariamente a degustar quesadillas, sopes y otros antojitos mexicanos desde hace 14 años.

La señora Ascencio era conocida entre su círculo social y familiar por poseer una sazón especial. Un don para la cocina mexicana que vertía en platillos diversos como el mole o los chiles rellenos. Ya había comenzado a oír el consejo de sus amigos de ofrecer banquetes para eventos privados como fiestas de bar mitzvá cuando, al volver de un viaje en Israel, fue despedida de su trabajo.

Entonces asumió el reto como una oportunidad y creó una de las marcas que, a la postre, conquistarían el mercado de la comunidad judía de México. “La gente por lo que más viene es por las quesadillas, por los sopes, por las flautas…”, dice Isaac Ascencio, orgulloso y sonriente, y asegura que en su local se ofrece el mismo menú desde el comienzo.

Sobre la mesa hay un plato con quesadillas fritas, bañadas en crema y salsas de dos colores, al estilo de la bandera de México. Plátanos fritos y espiropapas bañadas en salsa botanera, esquites y otras delicias callejeras han sido dispuestas para las cámaras de Enlace Judío, que ha venido a Polanco a conocer la antojería.

En Tecamachalco hay otra sucursal. Ahí se encuentra también la planta desde donde se procesan los insumos que luego llegan hasta aquí para convertirse en deliciosos platillos. Pero la ambición de los Ascencio es abrir sucursales en Interlomas, en Jesús del Monte e incluso en Cancún.

Lo que ya es una realidad es la sucursal de Jerusalén, y si bien el sabor de los platillos no es idéntico (hasta el agua sabe distinto en Israel, dice Isaac), es lo bastante auténtico y delicioso para llamar la atención de los israelíes, de los turistas estadounidenses y también de los mexicanos.

Durante la pandemia, el local sufrió un considerable desplome de ventas. Luego, a partir de la guerra, los turistas dejaron de visitar Israel y la situación volvió a complicarse para Quesadillas Sra. Ascencio. Sin embargo, eso no impidió que ella, la matriarca, la dueña del nombre y del concepto y del genio culinario, decidiera que allí los soldados comerían gratis mientras la guerra estuviera en curso.

Y aunque muchos se oponen y le insisten en pagar, ella agita la mano en negación. Es su manera de darle algo a la sociedad israelí que la ha acogido junto con varios de sus hijos. “Prácticamente la mayoría de la familia está en Israel”, asegura Isaac.

Por lo menos dos soldados van a comer con la señora Ascencio cada día, aunque a veces llegan diez. El sitio ya era popular antes de la promoción. “Ha tenido, Baruj Hashem, muy buen impacto. La verdad es que a la gente le ha gustado”.

Ahora, gracias al gesto generoso de su alma y fundadora, las redes sociales han comenzado a esparcir el apellido Ascencio por el mundo digital.

Quizás llegue pronto el día en que nuevas sucursales se abran y más israelíes tengan la oportunidad de descubrir el sabor crujiente de una quesadilla frita, bañada en crema, salsa roja y verde, como la bandera de un país lejano y pintoresco llamado México

Entrevista de José Strimling y Elvira Heffes.

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