Uno de los elementos más importantes de la festividad de Pésaj es el Halel, lo decimos en la noche del seder y la mitad del mismo en los días subsecuentes. Es importante porque a través de él expresamos nuestra gratitud por haber salido de Egipto, por haber consumido del sacrificio de Pésaj y por haber presenciado los milagros ¿Qué tiene esto que ver con nosotros? Al final de cuentas todo ello nos habla de una realidad completamente ajena a nuestros días. Se nos habla de algo que ocurrió miles de años antes de que cualquiera de nosotros hubiera nacido. Hoy ni siquiera tenemos milagros, ¿por qué creeríamos que los hubo antes? Y ¿por qué seguiríamos haciendo esta festividad de esa manera? La realidad es que parte de la respuesta se encuentra en cómo percibimos el milagro y en lo que implica agradecer.

La Hagadá, una declaración de agradecimiento

Cada comentarista tiene una forma distinta de entender lo que un milagro implica; así mismo, cada familia y cada persona celebra Pésaj por razones distintas. Sin embargo, todos reconocemos a esta festividad como el origen de nuestra historia y todos se nos pide tener una disposición de agradecimiento. “Hagadá” (el texto que leemos en el séder) quiere decir “declarar” y es a través de su lectura que reconocemos la presencia de D-os en el mundo. Los únicos versículos tomados de la Torá que son incluidos en la Hagadá eran los versos que se leían al ofrecer el sacrificio de las primicias y constituyen el centro de la misma. Eso implica que toda la Hagadá gira en torno a versos de agradecimiento y de reconocimiento de uno mismo dentro de la historia que está narrando.

El pasado histórico de la festividad

Algo que siempre me ha sorprendido de Pésaj es que casi todas las familias judías lo celebran: religiosas, tradicionalistas y laicas por igual. ¿Por qué? Por que reconocen el nacimiento de nuestra historia como judíos en el evento del Éxodo. Y eso es lo que ha hecho tan exitoso al judaísmo y a esta festividad que reconoce el pasado histórico que la conforma y se lo ofrece a las familias para ser las que le dan fuerza al mismo. El Éxodo a través de Pésaj es una historia lo suficientemente buena que puede ser narrada cada año y sigue siendo de cada uno de nosotros y nos sigue dando un origen y un futuro compartido.

Eso es en gran medida lo que distingue al judaísmo de otras culturas, que vemos nuestros milagros como históricos y como una responsabilidad que nos ata a ellos. Pues hay grandes diferencias que separan la narración del Éxodo de Egipto de otras narraciones religiosas u otras narraciones sociales.

La realidad del milagro

La primera es la que ya se mencionó que el milagro no sólo habla de un D-os fuerte que despliega su poder frente al hombre, sino que el milagro se dio bajo un contexto histórico. Se dice que D-os libero a los hebreos del servicio de los egipcios para que tomar un nuevo servicio; el servicio que ahora le deben a Él. Es decir, al crear un pueblo nuevo, D-os les dio una responsabilidad que incluye a la historia en ella. Les obliga a recordar el proceso, pero también les obliga a convertirse en una nación que no viva para sí misma, sino una nación que viva para hacer grande y honrar Su nombre. Una nación que a través de la historia viva para D-os; para el hombre. Quien participa del seder de Pésaj decide en cómo toma ese evento en su vida y cómo se incluye dentro de esa historia.

Aunque hoy no tengamos milagros podemos tener el sueño del mundo que queremos ayudar a construir desde una relación que parta del encuentro.

Dos principios

Al final Pésaj puede ser resumido bajo los siguientes principios: bajo la idea de que hay un bien moral superior al cual servimos, que interviene en la historia y nos responsabiliza, y que debemos guiar nuestra vida bajo la premisa del agradecimiento.