Buena semana desde Toronto. Aquí está un momento que me enseñó mucho: Shabat en la mañana en la Comunidad Shaarei Shamayim, en Toronto.
Una señora simpática está sentada detrás de mi en la sección reservada a las mujeres.
“Qué hay de las secuestradas?” Le pregunta ella a la señora sentada a su lado. “ No sé”, le contestó la otra, “recé por ellas toda la noche, casi terminé el libro de Salmos”.
“Estoy tan preocupada. Ojalá regresen con vida “, le responde la primera con voz temblorosa.
Ellas no sabían que yo las escuchaba. Este era un momento pequeño y auténtico. Dos mujeres, que se encuentran a 9000 kilómetros de Israel, que nunca conocieron a las secuestradas, no pueden dormir en la noche, y sienten la necesidad de rezar, hacer algo, preocuparse.
De hecho… ¿por qué pasa esto?
Piensen por un momento en la respuesta ya que la misma está conectada a la base más profunda de nuestra vida: las conexiones que nos conectan son invisibles, pero también son inquebrantables.
Unos pocos minutos después de la conversación entre las dos señoras, se leyó en la sinagoga la Parashá: ”Yo los tomaré como pueblo para Mi, y Yo seré Dios para ustedes. Y sabrán que Yo soy el Eterno”.
Nosotros somos un pueblo. Y en medio de toda la confusión y la vergüenza, el orgullo y la humillación, la emoción y las preocupaciones, esta conexión que se llama Pueblo de Israel es lo más estable.
¿Cómo transformamos esta cosa tan inmensa en algo concreto?
He aquí una idea que escribí aquí una vez y que las personas me escribieron diciéndome que les había cambiado la forma de relacionarse con la gente que los rodea:
Tratemos de dirigir este gran amor que sentimos hacia cada uno de los secuestrados, esta actitud solidaria que sentimos por ellos, incluso a aquellos que no han sido secuestrados.
Al fin y al cabo, cada persona con la cual nos encontramos (si hubiera sido secuestrada, Dios no lo quiera) despertaria en nosotros la conexión que de cierta manera sería casi fisicamente dolorosa para nosotros. Así que miremos a nuestro alrededor y practiquemos esto con todos.
Cada uno es también parte de esta cosa maravillosa llamada Pueblo de Israel.
Que tengamos buenas noticias.
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