MAY SAMRA DESDE TEL AVIV PARA ENLACE JUDÍO

Estar aquí, en Israel, en el Día de la Independencia, me permite entender la importancia que tiene- para un pueblo asediado por la crítica mundial, la atención feroz de sus detractores, el recuerdo aún doloroso de la Shoá y el rechazo de sus vecinos- el hecho de tener una capacidad de defensa propia, por medio del ejército de sus propios ciudadanos- no de mercenarios- quienes saben que tienen en sus manos su supervivencia y probablemente la del pueblo judío entero.

¿Paranoia? No necesariamente. A los enemigos tradicionales de Israel se ha añadido Irán, el cual a la par de armar una bomba nuclear, amenaza con borrarlo del mapa. Algunos dicen que son palabras vacuas; otros que Israel debe adaptarse a un Irán nuclear. Hay quienes creen que Israel debe atacar Irán, con o sin la bendición de los EEUU; otros que quienes deben actuar- pues tienen más que temer- son países como Arabia Saudita o Irak. Por otra parte, la paz con Egipto y Jordania se está tambaleando. Los nuevos regímenes resultantes de la Primavera árabe pueden ser islámicos y hostiles. Del otro lado del planeta,no hay consenso acerca de si los EEUU siguen siendo aliados del Estado judío. En cuanto a la ONU,le es adverso -por simple lógica numérica. Los palestinos amenazan con ir de nuevo a la Asamblea General, buscando su independencia; la población está dividida acerca de si este hecho beneficia- o no- al Estado judío.

La celebración del Día de la Independencia en el Monte Herzl, a la cual Enlace Judío fue invitados (y que compartimos con ustedes mediante fotos y videos) se inauguró con el Jefe de Estado Mayor pidiendo permiso al vocero de la Knesset para iniciar la ceremonia. Junto al vocero, fueron los padres de una oficial del ejército, muerta la semana pasada en un accidente, quienes encendieron el pebetero. La ceremonia se basó en el tema del agua, pero en ella marcharon los distintos cuerpos de las Fuerzas de Defensa Israelíes, aclamados por el público: la Marina, La Fuerza Aérea, la Infantería entre otros.

Un recordatorio de un hecho obvio: somos fuertes- o simplemente no somos.

Estoy ahora sentada en el balcón del hotel, frente al Mar Mediterráneo, esperando el desfile de aviones de la Fuerza Aérea Israelí. Israel no es Esparta: no ambiciona conquistar el Medio Oriente, ni siquiera tener la hegemonía del poder en esta área. Si sigue ocupando los territorios palestinos, es por qué las declaraciones violentes y la experiencia de Gaza ha logrado convencer a la mayoría (incluyendo parte de la llamada “izquierda”) que un status quo es más sano que devolver territorio. Tras escuchar a distintas opiniones, creo profundamente que los israelíes anhelan vivir en paz en este pedazo de tierra que han hecho suyo por medio de esfuerzos sobrehumanos. Y aunque la reflexión anterior parezca ingenua, Israel quiere vivir- en una región del mundo donde la debilidad es una forma de suicidio.

Por ello los cuadros militares entre acto y acto en Yom Hashoá; se trata de decir al mundo, pero especialmente a su población, que estos jóvenes, recién salidos de la adolescencia, son su seguro de vida.

Hoy, ante la tumba de Herzl, soñador y fundador de Israel, esta nación declara: “Seguimos tus instrucciones: éste es el Estado judío. Lo hicimos incluyente, democrático, próspero. Lo mantuvimos vivo por 64 años. Reunimos a las diásporas, trajimos luz al mundo. Su bandera blanquiazul representa el rescate del orgullo judío, mancillado durante veinte siglos. Es verdad, tuvimos y tenemos errores- pero tu Pueblo ya tiene casa”.

Tocan a la puerta. Es un enviado del hotel que trae dos pastelitos, decorados uno con azul , otro con blanco, cada uno con su pequeña bandera. El joven de lentes me dice: “Hag Sameaj, Feliz Día de la Independencia”.

“Israel no es perfecto”, pienso, parafraseando al poeta, al depositar el plato sobre la mesa “pero ¡cómo se acerca!”.