DANIEL PIPES/ NATIONAL REVIEW ONLINE/ TRADUCCIÓN: MAY SAMRA

Mientras las tropas rebeldes entran a Tripoli, muchos están listos para festejar  la muerte política del odiado, excéntrico y  loco Muamar al Gadafi. Yo no estoy festejando. Aquí está el por qué:

La intervención de la OTAN de marzo 2011 se llevó a cabo sin la debida diligencia en cuanto a quién se intentaba ayudar en Bengazi. A día de hoy, la identidad (de los rebeldes) es un misterio. Es muy probable que  fuerzas islamistas se escondan detrás de elementos más benignos, esperando el momento oportuno para atacar, como sucedió en Irán en 1978-79, cuando los islamistas no dejaron en claro su fuerza ni su programa- hasta que se dispuso del Shah.

En caso de que éste sea el caso en Libia, el miserable Gadafi demostrará, a continuación, ser mejor que sus sucesores- tanto para la víctimas libias de la de la tiranía, como para  Occidente.

Espero estar equivocado y que las fuerzas rebeldes tengan ideologías modernas y liberales. Sin embargo, temo que un despotismo sin salida será reemplazado por  un movimiento ideológico ( islamista radical) que se está extendiendo al mundo entero.

Temo que las fuerzas occidentales  han traído al poder a los peores enemigos de la civilización.