Jalife

Me dirijo a usted como a uno de tantos delegados de la izquierda decadente que, encubiertos bajo la seductora túnica del humanismo, presumen defender a los más desvalidos.

Usted, y la tropilla de farsantes, tutores de Hamas, son los más infames enemigos de la supuesta causa que defienden.

Usted y los jihadistas de Hamas saben sacar ventaja de la muerte. Cada palestino que cae es un arma propagandística que utilizan para sus propios fines: una columna periodística, una entrevista radiofónica, una audiencia televisiva y, por qué no, un puñado adicional de admiradores.

En algo sí coincido con usted: los palestinos son víctimas. Son doblemente víctimas, más no del Estado de Israel como afirma, sino de Hamas y de gente que como usted, ha llevado los ideales de la izquierda a un comercio vulgar de merolicos que venden vírgenes y paraísos a los más desposeídos.

Lo llamo hipócrita porque aparenta defender la causa del pueblo oprimido y es usted, cómplice oportunista insaciable, quien hace de cada mártir un arma atroz para encender la ya de por sí inflamable morbosidad de sus seguidores.

Valiente papel han adquirido los así llamados intelectuales de izquierda. Distorsionadores, tergiversadores, autores del Nuevo Diccionario de la Muerte en el que han conferido tramposos significados a las palabras:

Terrorista = Militante

Hamas = Víctima

Judío = Nazi

Autodefensa israelí = Apartheid

Uso de escudos humanos = Desesperación

Niños bomba = Lucha por la libertad

Misiles sobre población civil = Emancipación

Defensa de la soberanía israelí = Crímenes contra la humanidad

Señor Jalife, parecería que usted es partidario del hágase mi voluntad en casa del vecino. Apoya la causa de Hamas pero vive cómodamente bajo la tutela de Occidente.

Ejercite un acto de congruencia si le es posible: vaya a Gaza y dé cátedra sobre sus ideales humanistas; o ya que usted defiende y justifica los actos de Hamas capacite aquí, de este lado del mundo, a hombres bomba, misileros mata civiles, topos asustadizos que no saben dar la cara en el combate y atacan escondidos en túneles. (¿Será que en Occidente no hay “desesperados”, como se dan por llamar a los grupos terroristas en su Nuevo Diccionario, o quizás en los ideales de esa izquierda mañosa, este tipo de ataque es admisible sólo cuando se trata de exterminar judíos?)

Me pregunto: ¿cómo pueden ustedes vivir con esa doble moral? ¿No le parece un tanto esquizoide, por un lado predicar el humanismo y por el otro apoyar a los verdugos de la causa que defienden?

Además de compartir con Hamas sus valores homicidas, ¿qué otros principios comparte con ellos? ¿La esclavitud de las mujeres?, ¿la ejecución ejemplar de homosexuales?, ¿el indoctrinamiento de miles y miles de niños en la milicia? Debo de suponer por lo tanto que sus principios humanistas coinciden con los de la ley Sharía y que sueña como ellos con la utopía del Califato Islámico.

¿Por qué razón la izquierda considera políticamente incorrecto emitir cualquier tipo de crítica al Islam o protestar contra su brutalidad? Será porque así enarbolan su muy manoseado secularismo con el que de mofan de cualquier religión excepto la de los supuestos colonizados.

¿Cuántas muertes cargará en la conciencia usted y sus correligionarios? ¿A cuantos niños palestinos habrán arrojado al precipicio con su discurso? ¿A cambio de qué, señor Jalife? ¿De los veinte minutos de entrevista que obtuvo en Radio Fórmula el pasado viernes? ¿De la columna en la Jornada?

Qué barato se ha vendido.

Pobres palestinos. En efecto son víctimas de los que se hacen pasar por sus amigos. Ustedes y su obscena alianza con grupos terroristas son quienes, en aras de defender a los oprimidos, promueven su quebranto. Me supongo que usted y los que piensan como usted, afirmarán, que los fines justifican los medios y que un palestino más o uno menos bien justifica la causa.

Usted y su jauría de cobardes son quienes le niegan al pueblo palestino el más legítimo de los derechos humanos: el derecho a la vida.