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SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El conflicto en Ferguson, un suburbio en San Luis Missouri, tiene mar de fondo.

Es el último de ocho asesinatos recientes de jóvenes negros, lo que según lo políticamente correcto, obliga a miembros de otra raza a llamarlos afroamericanos. A qué responde este fenómeno:

a) A que se ha creado un estereotipo de que los jóvenes afroamericanos son vagos y peligrosos y la policía reacciona con energía excesiva frente a ellos. Una referencia dolorosa puede ser el caso en que George Zimmerman, coordinador de vigilancia comunitaria mató a Trayvon Martin, un joven de 17 años que temporalmente se hospedaba en esa comunidad. Uno de los elementos con los que justificó el hecho el asesino, fue que la indumentaria del asesinado lo hacía sospechoso.

b) Una parte importante de la población afroamericana se encuentra en la escala baja de pobreza y es víctima de las drogas y el crimen. Hay denuncias sobre el hecho de que esta comunidad ha sido sujeta a las drogas e inclusive que el gobierno los utilizó para introducir drogas. De ser cierta, la acusación es muy grave.

c) En Estados Unidos se registra un fenómeno muy preocupante de brutalidad policiaca. Un actor que fue agredido brutalmente por policías en la Ciudad de Austin, desistió de la presentación de una queja formal siendo que, debido a su notoriedad, su queja sería atendida y el policía castigado, pero él argumentó que vivía ahí, y que no faltaría oportunidad para que los compañeros del policía castigado lo encontraran en un bar y se desquitaran. En pocas palabras, impunidad dura y pura.

d) Un cuarto factor, que se ha convertido en estructural, consiste en que hay una guerra silenciosa contra los afroamericanos y de paso contra los hispanos, que los victimiza de múltiples formas.

La National Association for the Advancement of Colored People, aporta datos muy preocupantes.

De 1980 a 2008, el número de personas encarceladas en Estados Unidos se cuadruplicó pasando de 500,000 a 2.3 millones. Estados Unidos tiene el 5% de la población mundial y el 25% de los prisioneros. Además de la gente en prisión, 4,814,200 adultos estaban en libertad condicional o en libertad bajo palabra, otros 6,977,700 adultos estaban bajo supervisión del sistema correccional. A estas cifras hay que agregar casi 80,000 jóvenes detenidos. El servicio de inmigración tiene el sistema carcelario más grande del mundo.

Muchas de las prisiones son privadas y registran mala atención y mucho abuso.

Los afroamericanos comprenden hoy un millón de los 2.3 millones encarcelados, lo que por sí mismo nos indica la existencia de un problema severo, porque nos sugiere que es un grupo social criminalizado.

Los afroamericanos son encarcelados seis veces más que los blancos y si las tendencias actuales continúan, uno de cada tres negros pasará algo de tiempo en prisión durante su vida.

Hay evidencias de la existencia de prejuicios hacia los hispanos y negros. Ambos grupos representan el 58% de todos los prisioneros en 2008, aunque representan solamente el 25% de la población total de Estados Unidos. De acuerdo a Unlocking America, si los afroamericanos y los hispanos fueran encarcelados según la misma tasa que los blancos la población encarcelada se reduciría en 50%.

Nacionalmente, los afroamericanos representan el 26% de los arrestos de jóvenes, el 44% de los jóvenes detenidos, el 46% de los jóvenes que son enviados a la corte, y el 58% de los jóvenes que entran a prisiones estatales. Si tomamos en cuenta que el sistema judicial de Estados Unidos marca de por vida a la gente que es fichada, encontramos que ser aprehendido equivale a una vida destrozada, se genera un cuadro similar al que pinta Victor Hugo en Los Miserables.

Las cárceles son medios de castigo y no de rehabilitación, las comunidades afro americanas e hispanas están condenadas a una vida de marginación y de visitas continuas a centros penitenciarios, un estudio realizado en 2002 encontró que de 275,000 prisioneros liberados en 1994, el 67.5% fueron re- arrestados en un plazo de 3 años y el 51.8% volvió a prisión.

Los datos carcelarios no corresponden con el comportamiento moral de los grupos sociales. Un estudio en California comprobó que a donde llegan los migrantes baja la criminalidad, otro estudio demostró que la aprobación del aborto redujo los índices de criminalidad. En Colorado, la despenalización de la mariguana ha derrumbado los índices de criminalidad. ¿Qué sucede entonces?

Parece obvio que hay un elemento discriminatorio en el manejo del sistema penal estadounidense y su efecto está creando un clima de intolerancia que alimenta la brutalidad policiaca. Pero la sociedad ya cambió, las comunidades ya no se dejan y sus acciones de resistencia disparan dinámicas de represión, que a su vez propician motines violentos.

El manejo del sistema penal estadounidense reclama una revisión a fondo.