TONY BADRAN- JONATHAN SCHANZER- DAVID DAOUD

El próximo choque entre Hezbolá e Israel a la sombra del acuerdo nuclear con Irán.

En agosto del 2015, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dieron a conocer su documento de estrategia por primera vez público, destacando los retos complejos para la seguridad nacional de Israel. Notablemente, no era el programa nuclear de Irán ni su desarrollo de misiles balísticos los que clasificaban como las mayores amenazas para Israel, sino más bien sus clientes y satélites regionales. Entre esos estaba principalmente el grupo terrorista libanés Hezbolá. Un año después, esa evaluación todavía se sostenía, con el jefe del estado mayor de las FDI, Teniente General Gadi Eizenkot declarando que Hezbolá era el “principal objetivo” de las FDI, representando “la amenaza más seria para Israel.”

La última vez que Hezbolá e Israel fueron a la guerra fue en el verano del 2006. A pesar de la disparidad en sus capacidades, Israel no logró un resultado militar decisivo. En cambio, ese conflicto sangriento de 34 días causó estragos tanto en el sur de Líbano como en el norte de Israel. Los poblados libaneses fueron arrasados, los ciudadanos de poblados del norte de Israel huyeron al sur, y la guerra se cobró una cuenta financiera en ambos lados. Desde entonces, Israel y Hezbolá han internalizado las lecciones de esa guerra. Se han rearmado y se están preparando para el próximo choque, el cual ambos ven como inevitable.

Aunque puede que no haya escape a la próxima guerra, tampoco es necesariamente inminente. En tanto la guerra civil siria continúe arreciando y no termine en forma decisiva en favor del “Eje de la Resistencia” de Irán-Siria-Hezbolá, es poco probable que Hezbolá inicie intencionalmente un conflicto a gran escala con las FDI. Hezbolá posiblemente tiene desplegadas tantos como 6,000 combatientes en Siria para combatir a un amplio rango de fuerzas suníes irregulares y ha soportado muchas bajas. Israel también ha atacado activos de Hezbolá – eliminando a altos comandantes y atacando envíos de armas avanzadas con destino a Líbano. En resumen, Hezbolá está demasiado extendido, bajo fuego, y atado en Siria, probablemente hasta el fin de la guerra – y posiblemente más allá de eso. Por estas razones, los peces gordos de las FDI hace poco dijeron al ministro de Defensa entrante, Avigdor Lieberman, que la guerra con Hezbolá “no está en el horizonte.”

El atolladero actual de Hezbolá probablemente lo haga un objetivo atractivo para un ataque israelí preventivo. Pero no es una cuestión fácil para un gobierno electo democráticamente terminar intencionalmente un período de calma y prosperidad de 10 años para comenzar una guerra que casi seguramente resultaría en daño masivo a la propiedad, un alto doloroso al comercio, e importantes pérdidas de vidas. Por otra parte, las restricciones legales internacionales, la certidumbre de la reacción internacional, y la preocupación por la perspectiva de apoyo estadounidense discontinuado a raíz de una guerra no provocada hace de la prevención una opción improbable para los israelíes.

Aunque Hezbolá no está preocupado por la ley internacional y ciertamente no está restringido por cuestiones de gobernancia, su capacidad para librar la guerra contra Israel también está más limitada. Después que Israel se retiró del sur de Líbano en el año 2000 a fronteras aprobadas por las Naciones Unidas, se volvió significativamente más difícil para Hezbolá justificar ante el público libanés, incluida su base chií, que una nueva guerra con Israel justificaría la destrucción absoluta que seguramente conllevaría tal conflicto.

Así, durante una década, ha prevalecido la calma relativa. Sin embargo, como demuestra claramente el conflicto entre Israel y Hezbolá, la calma no siempre engendra calma. No todas las guerras son iniciadas intencionalmente, y los choques pequeños tienen una forma de crecer en espiral hacia conflagraciones más grandes.

En forma alarmante, el potencial para conflicto ahora es constante. Hezbolá continúa explotando el caos de la guerra civil siria para aumentar su arsenal, de por sí ya formidable, con lo que los funcionarios militares israelíes llaman “armas cambiadoras del juego.” Jerusalem ha declarado a esto una línea roja, y, en respuesta, ha llevado repetidamente ataques aéreos para impedir estas transferencias de armas. Hezbolá ha absorbido estos golpes en forma silenciosa, pero el liderazgo del grupo se ha sentido ocasionalmente obligado a responder, aun cuando la respuesta ha sido sólo simbólica.

Toda escaramuza, sin importar lo pequeña, corre el riesgo de provocar un conflicto mayor que ninguna parte se propone. Importantes figuras militares israelíes se refieren a esto como el escenario “de pendiente resbaladiza” en el cual ataques tácticos relativamente menores pueden llevar a represalias, las cuales a su vez pueden intensificarse en una conflagración mayor.

Esto fue el caso en enero del 2015, cuando un avión israelí atacó a una caravana de oficiales iraníes y de Hezbolá en la provincia Quneitra en los Altos del Golán, días después que el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, habló en una entrevista de irrumpir en la región norteña de Israel de Galilea “y más allá” en cualquier conflicto futuro. Como divulgó hace poco el Jefe de la Inteligencia Militar General de División Herzi Halevi, si una respuesta en represalia de Hezbolá de disparar cinco misiles anti-tanque Kornet a una patrulla de Israel hubiese causado más bajas (mató a dos soldados), “la respuesta de Israel habría sido diferente… tal vez hoy en la radio estarían hablando acerca de la Tercera Guerra del Líbano con Hezbolá y no sólo de la segunda.”

Incluso si Hezbolá inicia la próxima guerra, la decisión de hacerlo puede llegar desde Irán. Hezbolá es y siempre fue un instrumento del poder iraní – su base de avanzada sobre el Mediterráneo. Los funcionarios iraníes normalmente hablan del arsenal de cohetes de Hezbolá como propio. “En Líbano solamente, más de 100,000 misiles están listos para ser lanzados [a Israel],” declaró en julio del 2016 el General de Brigada Hossein Salami, subcomandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. “Si sirve a nuestros intereses, y si el régimen sionista repite sus errores pasados debido a sus errores de cálculo, estos misiles… atacarán en el corazón del régimen sionista,” dijo Salami.

Los israelíes, por su parte, pueden buscar impedir un ataque de Hezbolá. La necesidad percibida de hacerlo crece a medida que Irán acumula poder a través de la región. Sin embargo, los funcionarios israelíes creen generalmente que el próximo conflicto será uno que resulte de una escaramuza no planificada que dé camino a la rápida intensificación.

La Tercera Guerra del Líbano podría estallar mañana o dentro de muchos años. Este estudio se propone explicar la ausencia de conflicto entre estos dos enemigos acérrimos desde su último enfrentamiento importante en el año 2006, tanto como los factores que podrían restringir o exacerbar el conflicto entre ellos en el futuro. Cuando estalle finalmente otra guerra, aún bajo las mejores situaciones, el conflicto casi seguramente será más devastador para ambas partes que antes, llevando a la destrucción generalizada y pérdida de vidas civiles. Tal conflicto podría amenazar a un amplio rango de intereses estadounidenses en un Medio Oriente ya volátil. Por lo tanto es crucial que los elaboradores de políticas estadounidenses comprendan las complejidades, retos, y devastación que esperan. Incluso más cruciales son las medidas que pueden ser tomadas para ayudar a dar forma al resultado de la Tercera Guerra del Líbano.

Fuente: Fundación para la Defensa de las Democracias
Traducida por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México